Sexo y cisma. Por Octavio Sequeiros

Por Andreas Kinomisos

Seudónimo de Octavio Agustín Sequeiros

            “Ser sacerdote en América es una profesión gay”, dice el Padre Donald Cozzens en su libro, conocido desde hace cinco años, The Changing Faces of the Priesthood (Los rostros cambiantes del Sacerdocio); allí habla abiertamente de la sodomización del clero al igual que Earl Boyeas, en Another Face of the Priesthood de FT, febrero 2001. Entre las revistas son notables las informaciones brindadas por Nacional Catholic Reporter, Catholic World Report y The Wanderer.

            No se alarme: no estamos tan alejados del futuro ni del mundo primero. Al fin y al cabo como diría la famosa chacarera tradicionalista:

“culos más, culos menos

igualito a mi Santiago.”

            Y lo mismo por aquí cerca, a juzgar por la defensa que los obispos masivamente hicieron de Maccarone, y del silencio posterior organizado sindical o corporativamente. En pleno centro, a la vuelta de mi casa, en Suipacha y Juncal, un desubicado kamikaze putofóbico, violó las reglas de la “omertá”, sufriendo al instante la canónica represión homosexual: el Reverendo y muy Reverenciable P. Gustavo Podestá habló desde el púlpito, ateniéndose a la obligación del Buen Pastor; de inmediato fue evangélicamente obligado a renunciar y vaya a saber si no lo castran o, lo que sin duda es peor, le cortan la lengua. Es el “sensus ecclesiae” de la iglesucha argentina y su episcopado íntimamente unido por el con-senso grotesco de sexo vomitivo y lujuria de poder.

            Hasta ahora las explicaciones esbozadas por los intelectuales se reducen a 1) la degeneración personal del prelado; 2) su incoherencia con el cargo o “deber de estado”; 3) el complot político manejado por los Juárez, Mons. Aguer o Menem (esta última, tesis oficial del gobierno). Las tres hipótesis no son contradictorias sino más bien tautológicas: dicen lo mismo desde distintas perspectivas e intereses.

            Chesterton la tenía mucho más clara, y para comenzar no está mal, pues se remonta a la teología y a la percepción de las circunstancias históricas. “La próxima gran herejía va a ser sencillamente un ataque a la moralidad, y en particular a la moralidad sexual. Ya no viene de algunos socialistas sobrevivientes de la sociedad Fabiana, sino de la exultante energía vital de los ricos resueltos a divertirse por fin, sin Papismo, ni Puritanismo, ni Socialismo que los contengan… La locura de mañana no está en Moscú sino mucho más en Manhattan» (El Amor o la Fuerza del Sino, Rialp Madrid, 1993, p. 252). Sin embargo la opinión de Chesterton, de 1926, no plantea sino los objetivos psicológicos de la herejía, el goce de los sentidos, pero hay otros tantos o más interesantes como la concentración de poder, la destrucción o sometimiento de la Iglesia y la estupidización de las poblaciones, el vaciamiento de los dogmas y las enseñanzas morales -en este caso las referidas a la sodomía-, la promoción de una nueva y antiquísima religión: son precisamente estos objetivos, no tocados por Chesterton y en general sólo advertidos por los pensadores de la izquierda sexual como Reich, a los que aludiremos brevemente en estas líneas.

            El fin, la causa final para ser precisos, de esta herejía claramente cismática es reemplazar la enseñanza de la Tradición Católica por otros contenidos, conservando en lo posible la cáscara de las formulas abstractas, según el método y técnica gnóstica que tiene a su favor dos milenios de experiencia. Por eso, como dice el citado P. Cozzens la clerecía puede presentarse francamente como sodomita sin abandonar el obispado o el sacerdocio oficial de la Iglesia y ejerciendo cargos jerárquicos con apoyo de sus superiores argentinos y romanos.

El Pastor “producido”

            Vayamos al Obispo Maccarone, “paradigma de la Iglesia Argentina” como dijo la Sra. de Bonafini con clara visión de presente: ha cometido algunos pecados cuya gravedad, para muchos fieles, sobre todo los amigos del “alto clero”, no supera la de enviar una carta sin pagar la estampilla, si nos atenemos al teólogo Josef Pieper que metió las narices en estos fangos católicos; en síntesis piadosa, obviados los detalles, mera sodomía con una oveja del rebaño a su cargo. Digamos en su favor que no llegó al bestialismo, pues, aunque parezca mentira, se prendó de una inteligente, vengativa y servicial (es decir pagada por los Servicios). Usó y promocionó pues su tripa gorda como orificio competitivamente misógino.

            No hay que hacer leña del árbol que está creciendo; destacaremos en cambio sus virtudes. Sin duda Maccarone es un hombre espiritual en uno de los principales sentidos aristotélico-tomistas: ambicionó siempre el poder y, especialmente ahora, hizo carrera eclesiástica sin escrúpulos. Sus fieles discípulos – y sus colegas de celibato – destacan la opción fundamental por los pobres, aunque al pobre amante le pagó mucho menos del justo precio establecido por la Doctrina Social de la Iglesia, lo que motivó, si es de creer, la justa reacción del estafado: mejor que nunca en este caso la violencia de arriba motiva la de abajo, literalmente hablando.

            En modo alguno parece exclusivamente un problema de moral privada ni menos aún de erotismo clerical, de placer ortopédico (en sus dos efectos auditivos, que según los lingüistas constituyen el valor fundamental de los fonemas y semantemas), placer por lo demás impensable con tamaño vigor a esa edad provecta, donde se  apagan las pasiones sexuales y se encienden las del dinero y el poder. Las explicaciones cómplices “explican” las maccaronadas por una supuesta pasión “amorosa”, las “caricias” o la inclinación emotiva por el taxi boy, como si tratase de dos efebos griegos, cuando en el video se revuelcan dos infelices repulsivos Además exclusivamente por plata, por un “amor” venal de treinta  denarios, ajeno a toda curiosidad de chabón libidinoso o caída ocasional.

            Estamos ante una depravación rutinaria cuyo goce preferente y casi exclusivo es mental, pues se trata de una degeneración del espíritu, no sólo individual sino del espíritu o mentalidad de  la “clase” superior de los estetas oligarcas, de los “intelectuales” y “teólogos” y no de la población, del pueblo “bárbaro”  que nunca acepta complacido estas miserias: se lo impide su sentido moral del bien y del mal ínsito en la conciencia. La degeneración no es popular, aunque a veces el pueblo la acepte o se la impongan como ahora, y esta impopularidad  era evidente aún en los mejores tiempos de la pederastia griega; la gran excepción es Sodoma, donde hasta los niños quisieron desflorar a los ángeles del Señor. La sodomización del clero, pues, cualquiera sean sus ventajas, no servirá para fundar la “nueva evangelización” que debe empezar por casa, o sea por los seminarios y los clérigos.        

             Este semihombre sabía desde hace decenios que estaba documentado: era un obispo “producido” como dicen las mujeres -muy obediente en consecuencia- y quizá sea premiado. Ahora bien ¿quién lo produjo, dónde está la fábrica y el principal productor de esta elaboración en masa? Sólo una mente sin el hábito moral del realismo tradicional puede  aislar estos  casos  personales desvinculándolos del contexto, y el contexto está dado por “el imperialismo internacional del dinero” según algunas encíclicas cuidadosamente archivadas. El  imperialismo sodomítico mueve una de las fortunas más grandes del mundo y moverá la política, la liturgia, la conducta, las amistades y el cisma de hecho de  muchos  Maccarones. Los  Mascalzones están  pues sindicalizados; sine miracolo nadie los sacará de la cama del correspondiente taxi boy, ni siquiera  el anunciado documento papal sobre el tema,  contra el cual  nuestros clérigos ya están alzados (perdón), sublevados. 

Los pastores

             Al pueblo de Dios le resultaría de primordial interés saber quiénes fueron los prelados que lo aconsejaron y promovieron para obispo de Chascomús, donde comienza la historia reciente, porque o eran del palo, del palo del candidato, o no la vieron ni cuadrada por falta de “discernimiento de los espíritus”, por ignorar con qué bueyes araban o qué clase de bicho era. En ambos casos deben rendir cuentas, ya en este mundo se entiende, porque parece que el infierno está vacío por falta de clientes.

            Pero “dejad que los niños vengan a mí”: la parodia Christi de Maccarone y sus socios se extendió a los jóvenes corderos y formó discípulos siendo Decano de la Facultad de Trología donde deben ser todos pobres de espíritu y ricos en carne, de modo que nadie se avivó a pesar de que los curas suelen ser mal pensados.

            La segunda oportunidad fue para Santiago del Estero, Madre de Ciudades, y por poco de diócesis homosexuales, si no se aviva Ratzinger. Más aún: estuvo a punto de ser promovido a la cabeza del episcopado argentino para oficializarnos como “pueblos sodomizados” en la certera expresión de ese poetazo que fue Pierre Pascal.

            Maccarone cosió la boca de la Conferencia Episcopal, la jerarquía y la imaginaria comunidad eclesial; más que con el silencio, los asoció a la propaganda del gobierno y los medios con una lingüística de alcoba, militarizada y cómplice, cuando correspondía recurrir al lenguaje bíblico del Beato de Liébana quien cara a cara lo llamó “Testículo del Anticristo” al acomodaticio obispo Elipando. 

            También al pedírsele la renuncia lo enfrentó al Nuncio y con muy buenos argumentos: le recordó que “en Roma” sabían perfectamente de sus hábitos contra natura, ya cuando lo nombraron obispo de Chascomús y en las promociones posteriores.”¿ Por qué joden ahora?”, preguntó con cierta sensatez ; ignoramos con exactitud la respuesta, pero si hubo realmente un diálogo entre tantas palabrotas, el diplomático debe haberle explicado: “Porque jodiste en público, mascalzone” Allá en el Vaticano habrán pensado que con un pésame y en el peor de los casos con alguna feligresa sacrificada el asunto se iría componiendo.

            No parece haber “escándalo sexual” para parroquianos devotos de la pornotevé y homilías funcionales. Más bien el escándalo, si alguno hubiere, está en la elección y promoción de jerarcas religiosos como éste y otros a su imagen y semejanza. Desde una perspectiva humana, que es obligatoria para el orden natural, la demolición de la polis eclesial, como la llama San Agustín, proviene de la degradación de sus dirigentes, de su elección malsana, de sus repetidas decisiones funestas, y no de la desviación genital de un individuo. Aunque generalmente estos vicios privados tienen consecuencias en las decisiones generales como  veremos de inmediato.

Historia sintética y providencial

            La Historia de la sodomía católica no empieza en la Argentina. Está, por ejemplo, en el Apocalipsis, donde San Juan discrimina a los “perros”, animal emblemático de la colectividad, y en las cartas de San Pablo. Pero el último capítulo, el que estamos gozando en directo, se inicia en el Imperio Americano, en Louisiana, hacia 1985, con el intento de tumbarlo al Cardenal Bernardin de Chicago mediante acusaciones falsas, de las que se hicieron eco incluso algunas publicaciones “tradis”.

            Pronto se nos vino rodando una bola, no precisamente de nieve, formada con los abusos sexuales de los sacerdotes, que culminó con la rendición incondicional de los obispos norteamericanos.

            Pues bien, la gran novedad de este capítulo es la táctica abierta de los sodomitas –táctica compartida con los progresistas en general-, a saber: resistir y mantenerse bien insertos en el sistema eclesiástico de poder. Así lo saben no sólo en Devoto y en Santiago del Estero, sino que desde Nueva Zelandia el distinguido filósofo y teólogo P. Duggan, G. H. , The Collapse of the Church in the West, Christian Order 2000, comenta el libro del historiador Mons. George A. Kelly, The Battle for the American Church, 1979, que adelantaba casi todo y cita estas palabras de Teilhard de Chardin tan científicas y descriptivas en cuanto a la táctica de los disidentes internos, antiguamente llamados herejes: “Tengo tantos amigos en buenas posiciones estratégicas, que estoy muy seguro respecto del futuro”. Un verdadero profeta, ¿no?

            Como toda táctica, ella está destinada a ganar batallas y forma parte de una estrategia para ganar la guerra. En general, tanto católicos conservadores o tradicionalistas como liberales evitan enfrentar este aspecto de la realidad eclesial: no hay ninguna “eclesiología” del trolaje que yo conozca, ni la sodomía desempeña gran papel en las novelas, ensayos o exégesis apocalípticas. Solemos mirar para otro lado y evitar el análisis, incluso cuando se produce algún escándalo.

            En cambio nos gana una mujer valiente y digna de haberse casado con un Papa, a lo San Pedro, y quizá en cuanto papisa  de hecho hubiera impedido  los actuales  desenfrenos: Mary Jo Anderson es una mujer de negocios y madre de familia, notable especialista de la revolución eclesial; consígase este libro con título hoy de valor universal: Obispos Traidores a la Iglesia Católica, (Bishops Betraying The Catholic Church, World Net Daily, (Posted: June 14, 2002), donde sin aludir a la política exterior de USA, lo que es comprensible y hasta perdonable, pone bien en claro que la homosexualidad es sólo un medio para dominar “las llaves de San Pedro”, la cultura y la moral del mundo: ”Una guerra invisible se desarrolla por la vida de la Iglesia Católica en USA – y es una guerra a muerte…, por un ‘coup d’état’ dentro de la Iglesia Católica…”, etc.

            El objetivo de esta táctica es conseguir la implosión de la Iglesia que, parangonando a San Agustín, un día despertó no ya arriana sino sodomita convencida y asumida, lo que de hecho ocurre en sectores importantes.

            La política y la moral que estamos exponiendo no responde sólo, quizá ni siquiera principalmente, a la decisión de los obispos norteamericanos; antes bien, ellos fueron elegidos para esa política y en política se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias, dicen los estudiosos. Consecuentemente en estos momentos  las papas y los Papas queman, hasta las católicas conservadoras se tiraron a la pileta, como  A. Sinke Guimarâes y las 300 páginas de su  Vatican II, Homosexuality and  Pedophilia, Tradition in Action, Collection  Eli, Eli, Lamma Sabacthani.

Sinteticemos: 1)  la Iglesia  introdujo una nueva moral para adaptarse a la psicología de la anti-represión liberadora, o  sea  de la   juerga y la orgía final. 2) permitió la infiltración de depravados en la jerarquía y burocracia superior. Hasta Pablo VI tuvo que defenderse en público por acusaciones fundadas en  amigos  “estetas”.

             Resultado: dar hoy marcha atrás -en el mejor sentido de  la expresión- dañaría brutalmente  a la  Iglesia. Lo veremos pronto, pues Benedicto XVI  está obligado  a hacer el trabajo sucio que evitaron sus predecesores, a pesar de que él mismo está siendo atacado en USA por las supuestas “víctimas”: Clarín del 21 de septiembre informa que en Texas Ratzinger fue acusado de ocultar pruebas, encubrimiento, contra un  religioso sodomita; antes hubo una acusación similar contra Juan Pablo II. El Subsecretario de Justicia de USA,  Peter Keisler, actuó de acuerdo con el compromiso entre Condoleeza Rice y el Cardenal Sodano – esto no  lo dice  Clarín – sobre lo que oportunamente informaran los periódicos  europeos; Keisler aseguró que hacer lugar a la demanda resulta “incompatible con los intereses de la  política exterior de Estados Unidos”.

             O sea que el dique diplomático  logrado por Sodano  es la última barrera antes de atacar las finanzas y la persona del Papa.

            El ejecutor de semejantes manejos y estrategias fue el arzobispo Jean Jadot, famosísimo diplomático multimillonario y delegado apostólico en EEUU desde 1973 a 1980, cuando Juan Pablo II lo rajó sin contemplaciones y le cortó la carrera al cardenalato.

            Una de las tantas joyitas promovidas como “hombres del pueblo” fue el arzobispo Rembert Weakland de Milwaukee, similar a nuestro caso. En síntesis dice un observador:

“Cada uno de estos prelados (los apadrinados por Jadot) fue un firme abogado de la agenda pro homosexual en la Iglesia de USA, ordenando homosexuales, dando rienda suelta a homosexuales y lesbianas en las órdenes religiosas que administraban escuelas, universidades, parroquias, seminarios y casas de retiro en sus diócesis y arquidiócesis”[1]. Así en el cielo como en la tierra y en el infierno, la cabeza es el responsable principal. Hoy el negocio jurídico de los abogados norteamericanos sigue próspero según Catholic News Agency, September 23, 2005 (http://www.catholicnewsagency.com/new.php?n=4741).    

Veamos en ese espejo lo que Verbistky puede estar preparando aquí:        

La Associated Press informa, en Aug. 29, 2005 (CNA), que por una escandalosa decisión de la semana última la diócesis de Spokane podría ser liquidada pues todas sus propiedades, incluidas escuelas, a pesar de ser personas jurídicas independientes, serían para pagar a 58 víctimas de los abusos sexuales del clero. Las propiedades por valor de 10 millones de dólares ofrecidas por el obispo no alcanzarán a pagar los 80 millones calculados por el juez. Los American’s Maccarones además, para defenderse tendrán que pagar 500 dólares la hora de un buen abogado. Saque cuentas.

            Más allá de esa y mil otras decisiones arbitrarias e interesadas, evidentemente providenciales para sanear la corrupción da la Iglesia Americana (Am. Church), sin duda se trata de una persecución, pero una persecución merecida, amén de previsible y no se me ocurre otro recurso mejor para provocar la reacción de la inteligencia católica bienpensante: Dios llega a la mente y a la voluntad limpiando los bolsillos.

El César

            Maccarone era el hombre de Kirchner y Kirchner es el peón inmediato de un anhelo connatural a la relación entre el César y Cristo, entre la Iglesia y el Estado, a saber: la pretensión de convertir a la Iglesia en un ministerio del gobierno, en un instrumento de la propaganda política. Más específicamente, Kirchner sigue la línea de López Rega, con el cual estuvo vinculado, y de otros tantos jerarcas superiores que intentan, más allá de la ya anacrónica Iglesia Clandestina de Saccheri, crear la Iglesia Argentina para dividir la Iglesia Católica residual a la que pertenecemos.

            No es esto es producto de una imaginación fundamentalista: lea la sección Enfoques en  La Nación del  25 de setiembre de 2005, destinada a bajar línea a los  católicos liberales; allí la Sra. Ana Gerschenson tiene delicadezas preferenciales para la degradación de Maccarone, de modo que trata con ternura su “renuncia luego de un episodio personal, relacionado con su intimidad”. Gerschenson no es Quevedo, pero  sabe lo que tiene que decir en materia política:”La realidad es que con la renuncia forzosa de Maccarone la administración de Kirchner se quedó sin su interlocutor preferido en la Iglesia argentina.”

            No preocuparse mucho, pues sobrarán “interlocutores” tan válidos y chantajeables como éste. La Nación  tiene su propuesta, compartida por la dirigencia  nacional: Bergoglio y Kirchner  se distanciaron “tanto como para que hasta ahora no se haya producido un encuentro a solas entre el cardenal y el presidente”.  ¡Dios  nos libre de la filmación!.

Sin embargo el mensaje “profundo” de La Nación, y de Clarín que propuso lo mismo, no es el acuerdo  entre Cristo (Bergoglio, mutatis mutandis)  y el César  Kirchner, sino una desinformación adormecedora dirigida a la conciencia de la clientela católica bienpensante. Veamos. Dice la Gerschenson citando a Jorge Oesterheld, secretario del  Episcopado: “Desde hace ya muchos años las decisiones importantes se han tomado por unanimidad. Sí, hay posturas diferentes frente a  cosas coyunturales pero en lo esencial no hay diferencias”. Luego de la cita, el comentario: las diferencias en la interna no tienen una carga ideológica(nótese la  reducción de la doctrina y los dogmas a mera ideología, de por sí todo un cisma lingüístico). Se trata sólo de las relaciones  con el Estado “sin perder la ortodoxia”… “Los dos (Aguer y Bergoglio) son considerados ortodoxos, aunque con estilos diferentes”.  

            Bartolomé de Vedia también recalca que Benedicto XVI necesita “rodearse hoy  de colaboradores identificados con los conceptos y postulados sobre los cuales reposa la inmutabilidad de la doctrina cristiana (Bergoglio), pero no de personalidades de impetuoso perfil político” (Aguer). Pues bien, “sin duda” Mons. Bergoglio pertenece “a esa estirpe”  de hombres necesarios para el Papa.  Los paréntesis nos pertenecen y también el asombro por  esta selección racial en el Vaticano. De todos modos el mensaje es claro: no hay problemas doctrinales ni cismáticos, somos todos católicos ortodoxos -eso sí. con diversos temperamentos- y  la Tribuna de Doctrina se inclina por los más sensatos y menos indómitos. Voten en buena conciencia por  Kirchner-Bergoglio y no pasa nada.

            La realidad no es tan simple como la pintan éste y otros muchos comentarios interesados y en tiempos electorales: basta  escuchar las homilías y leer las publicaciones “católicas”. Si Benedicto no se muere pronto o los  evidentes enfrentamientos internos se agravan, el cisma informal se “institucionalizará”; en Suiza espera a “los buenos” un Consejo Mundial de Iglesias que exige como condición para afiliarse precisamente constituir una iglesia nacional. El señor Presidente tiene timing, sea dicho en el lenguaje del Imperio y del fútbol, o sea sentido de la oportunidad, pues el Papa Ratzinger está débil, carece de consenso en la clerecía y resulta atacado además por jerarquías poderosas, entre ellas las de Francia y Alemania.

            El New York Times,  periódico de los mejores intereses  anti-Iglesia, debate a diario este tema de especial interés nacional por los derechos humanos y de las minorías,  condimentado por circunstancias específicas tales como la sodomía pública del capellán de los  bomberos, Michael Judge, muerto en el ataque a las Torres Gemelas.  La escritora  católica  Amy Welborn acaba de explicar que los seminarios necesitan  purgas o limpiezas  “dramáticamente necesarias” (28 de septiembre de 2005). Más allá de la sodomía (“homosexualidad” dice ella con  calculado pudor),  cuenta aventuras  goliárdicas y según un comentarista “el binomio sexo-catolicismo posee la potencia destructora de una carga de nitroglicerina”, lo que de por sí justifica el  título de esta nota.  El mensaje es  evitar la anunciada prohibición formal de seminaristas contra natura, dejando la decisión a la prudencia de los obispos, pues los hombres no son ángeles y las leyes sólo un ideal más o menos irrealizable. Todo eso dicho en  el país donde “the Law” es supuestamente  palabra sacra. En conclusión (optimista): los sodomitas ordenandos seguirán en los seminarios, pero en silencio.

            Por muchos motivos la Iglesia está para la gran bofetada. Los servicios han documentado desde tiempos inmemoriales las miserias sexuales, económicas y personales del clero, que por algo es tan comprensivo; en el caso Maccarone, las filmaciones alcanzarían proporciones industriales previas a su obispado en Chascomús, pero todo a su tiempo y armoniosamente, diría el General: como no conviene ya sostener a este aliado natural y forzado, lo hace salir a toda orquesta por la puerta grande del escándalo y, según el modelo Jerónimo Podestá; tal vez lo convierta en figura para la Iglesia universal de los derechos humanos y del orgullo sexual cristiano. 

La nueva liturgia

             Toda iglesia necesita de un culto. El meticuloso desguace de la liturgia “tradicional” no se detiene en la grosería o la estupidez de la que el fiel supuestamente piadoso puede participar en la Basílica de Luján a la manera nacional y popular. Para los liturgos de vanguardia y los teólogos progre en cambio el modelo está en las primeras páginas de El Último Papa de Malachi Martin, donde este distinguido jesuita detalla el culto transcontinental y coordinado de misas negras, con cierta semejanza a la ceremonia porno pastoral filmada en nuestro caso. No se lo pierda, aunque sea por la lujuria que produce el conocimiento de los sucesos actuales ocultados por los dominadores del mundo y la Iglesia. Recuerde que en nuestro país hay un mercado de hostias consagradas para este ceremonial.

            En fin, creemos que tampoco éste es el objetivo final, sino imponer un culto despojado, ambiguo y democrático directamente funcional a los poderes globales en estricta obediencia a algunos importantes hermanos mayores en la Infidelidad. Esa será, parece, la restauración litúrgica que se está cocinando para el “Pueblo de Dios”.

 Cisma en puerta

            Por más materialistas o evolucionistas que seamos, a no equivocarse: los cismas no provienen de la materia física, ni siquiera de la fecal, sino de la destrucción de la “materia” y del contenido de la Fe que es -como todos saben, en especial el enemigo- la base de la unidad. Aquí, y no en el sexo, mero pretexto, instrumento u ocasión, está la causa material, eficiente, formal y sobre todo final del cisma. Un segundo elemento indispensable al cisma es la existencia de un estado poderoso que agremie al clero “rebelde”. Ese Estado no puede ser la Argentina, sino el Estado Mundial en funciones.

            Los obispos y los fieles nos encontramos ante el misterio y la duda profunda: ¿Aguantará Ratzinger? ¿A quién apostar en esta quiniela? El cálculo humano está a favor del cisma o en contra del Papado tal cual lo conocemos, pues no es cuestión de quedarse sin prebendas.

            Ahora según informa el New York Times del jueves 22 de septiembre 2005 en primera página, Benedicto XVI prohibirá la ordenación sacerdotal de los seminaristas “homosexuales” o sea sodomitas, aunque no hayan ejercido durante diez años. Una comisión (¿servirá para algo?) analizará cada uno de los 229 seminarios católicos de USA. Será un buen sondeo para medir fuerzas pues “en el interior de la Jerarquía de USA prevalece un fuerte disenso, con muchos influyentes líderes que están tratando de convencer a la Santa Sede de cajonear al expediente, porque su publicación podría hacer más mal que bien”, nos dice el Corrière della Sera del 23 de septiembre (p. 18).

            Mientras se resuelve el partido finjamos un poco de fineza y recurramos a la estética. Dice Hölderlin: was bleibet aber, stiften die Dichter (“Andenken”) : lo que permanece, sin embargo, lo fundan los poetas. Como uno de los mayores poetas de la interioridad cristiana es don Francisco de Quevedo, inasimilable por la cloaca curial, recitemos una y otra vez sus versos fundacionales e imborrables de la conciencia moral. Quevedo es superior a San Juan de la Cruz y Santa Teresa en cuanto a desenmascarar la hipocresía con humor corrosivo: allí es poeta absoluto, ya que nombra el horror sin abstracciones, pues horror con horror se paga y asco con asco a precio de carcajadas  descomunales y expiatorias. Sus imágenes quedan grabadas en nuestro espíritu; de eso se trata, no de razonamientos en estos casos tan piadosos como nulos. El lector sabrá discriminar algunas aparentes interpolaciones recurriendo a una buena edición como la de J.O.Crosby (Madrid, Cátedra, 1994) con notas explicativas indispensables

……………………

Yace en este llano

Juanca el italiano

….………………………………

Tú, que caminas la campaña rasa,

cósete el culo, viandante, y pasa.

Murióse el triste mozo malogrado

de enfermedad de mula de alquileres,

que es decir que murió de cabalgado.

Con palma le enterraron las mujeres;

y si el caso se advierte,

como es hembra la Muerte,

celosa y ofendida,

siempre a los putos deja corta vida.

 

            En este epitafio, profundamente feminista, científico y poético a la vez, es notable la vinculación entre la sodomía y el sida, pese a que el autor se burlaba de los médicos. ¿Conoce Ud. otro poema hispanoamericano o multinacional más digno de figurar en un congreso pro vida?

            Quevedo, además de todo lo demás, fue el gran profeta, el más trágico y serio, de la actual situación de la Iglesia y la “posmodernidad”. Los hipócritas no entienden ni aceptan su ironía desgarradora, su ritmo cautivante y aferrado al tema y las rimas explosivas que lo convierten en el poeta más adecuado para liberar en nosotros una lengua indomable a las represiones de una espiritualidad políticamente correcta. Quevedo no puede espiritualizarse y menos idealizarse al modo gnóstico: es verbo español encarnado y ultramoderno. Sigamos leyendo este retrato con la descripción de una siembra muerta y sus frutos tan vivos como mortíferos:

Luego que le enterraron,

del cuerpo corrompido

gusanos se criaron

a él tan parecidos,

que en diversos montones

eran, unos con otros, bujarrones.

(“Epitafio a un bujarrón”)

            En la siguiente poesía nos ofrece otra solución, menos cruenta que la del primer ejemplo, para la juventud católica -sobre todo la progresista-, que al parecer sufrirá mayores acosos, ya que se andan paseando por mesas, cátedras, alcobas y teologías más peligrosas que las sepulturas quevedianas. El único intelectual que previó la resurrección de los bujarrones actuales y la posibilidad de que sean soltados en nuestra Iglesia. Por eso, un cuerpo episcopal recompuesto debería ordenar ponerle música y hacerlo cantar en las misas solemnes y tedeums en lugar de las groseras estupideces con que son agredidos los fieles.

……………………………………

¡Oh tú, cualquiera cosa que te seas,

pues por su sepultura te paseas,

o niño o sabandija,

o perro o lagartija,

o mico o gallo o mulo,

o pendex progresista

o joven catequista

o sierpe o animal que tenga cosa

que de mil leguas se parezca a culo,

guárdate del varón que aquí reposa;

que tras un rabo, bujarrón profundo,

si lo dejan, vendrá del otro mundo.

(otro Epitafio “A un bujarrón”)

Andreas Kinomisos

Seudónimo de Octavio Agustín Sequeiros[2].

 

 


[1] Paul Licoudis, Archbishop Jadot at 93… ‘Still Proud of Bishops He Gave U.S.’, The Wanderer, september 26, 2002.

[2] Subido el 23-9-2005 a http://www.oocities.org/aquinante/Actualidad/CismaS.htm

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