Reproducimos aquí la excelente entrevista realizada por nuestros amigos de la Posada errante a Natalia Sanmartín Fenollera, la autora de «El despertar de la Señorita Prim» para,
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
– CEUPLC: Hola Natalia. Es un gusto y un honor que nos concedas al Centro de Estudios Universitarios P. Leonardo Castellani, esta entrevista que con ansias esperábamos tener contigo.
Hace unos años, leímos en formato digital, tu primera novela, El despertar de la señorita Prim. Cuando terminábamos su lectura, pensamos: ¡este es un libro que hay que tener en papel! Así fue que, quienes tuvimos la oportunidad, le encargamos a familiares que casualmente estaban de paso por Madrid, que nos consiguieran un ejemplar para volver a leerlo como verdaderamente deben leerse los libros. Al poco tiempo, llegó a la Argentina la edición impresa, y mucha gente se lanzó a las librerías para conseguir uno, o varios (porque resultó ser un hermoso regalo para hacer a los parientes y amigos)
Si tuvieras que hacer una descripción breve del libro para aquellos que aún no lo han leído, ¿qué podrías decirles?
– Natalia: Antes de nada, muchísimas gracias por esas palabras tan cálidas y tan amables y por la oportunidad de hablar (¡de escribir!) con ustedes. Tengo mucho cariño a Argentina porque tengo muy buenos amigos argentinos, y porque he estado dos veces en el país (antes de escribir la Señorita Prim). Bueno, qué les diría. Supongo que les diría que es la historia de una mujer moderna y autosuficiente, llamada Prudencia Prim, y de un pequeño lugar llamado San Ireneo de Arnois, un pueblecito habitado por rebeldes que viven en guerra contra la modernidad. Pero también les contaría que es un cuento, un cuento sobre la búsqueda del paraíso perdido, sobre la añoranza del amor con mayúscula, sobre la nostalgia que todos sentimos antes o después en el corazón, y que no es otra cosa que el anhelo de Dios. Les diría que es una novela que habla de muchas cosas, de educación, de matrimonio, de arte, de la razón y el sentimiento, la tradición y la modernidad, de libros, de amistad, de sencillez y rebeldía, pero sobre todo les contaría que es una historia sobre la fe y la conversión, y sobre cómo a veces, muchas veces, hay que detenerse y mirar atrás para descubrir si uno ha tomado el rumbo correcto.
– CEUPLC: ¿Qué inspiración ha tenido esta novela? ¿Surgió como una visión instantánea o la has ido desarrollando a medida que escribías la obra?
– Natalia: No recuerdo cómo surgió, pero sí cuándo y por qué surgió. Fue después de regresar a la fe y a la Iglesia, tras años de alejamiento, y de descubrir la liturgia tradicional, que para mí fue como una segunda conversión. Ese regreso cambió absolutamente mis puntos de vista sobre las cosas, no solo cambió mi corazón, sino también mi inteligencia, por decirlo así. Parte de ese proceso fueron las lecturas, buenas lecturas, lecturas religiosas, la Escritura, por supuesto, y algunos textos de patrística, no sistemáticos, sino sueltos y desordenados, pero que me fascinaron, y también ensayos contemporáneos -autores como Chesterton y Lewis fueron muy importantes- y, sobre todo, Newman, que fue y sigue siendo capital para mí (También leí a Castellani, aunque me queda mucho por profundizar. Pero a él le debo, por ejemplo, el haber descubierto a Kierkegaard, a Kirkegor, como él escribía). En ese tiempo, que no fueron meses, sino unos años, comencé a sentir la necesidad de hablar de todas las cosas que me parecían importantes y de hacerlo de forma que pudiesen escucharlas incluso aquellos que no quieren escuchar. Quería hablar de cristianismo, escribir para cristianos, pero también para los que no lo son, para los que no conocen ya el cristianismo porque han nacido en un mundo mayoritariamente ateo, y para los que creen conocerlo, aunque muchas veces no sea realmente así. Quería destacar las contradicciones profundas de la modernidad y mostrar la belleza deslumbrante de la fe cristiana. Y para hacer eso escribí esta pequeña historia costumbrista, este cuento sobre un pueblecito de rebeldes tradicionales, y después lo llené de bizcochos y de chocolate para endulzar los cañones, es decir, las verdades fuertes. Al principio muy pocos vieron lo que había debajo del azúcar; pero poco a poco, con el boca a boca, el libro empezó a crecer.
– CEUPLC: Al libro lo leyeron muchísimas personas. De hecho, se encuentra traducido en varios idiomas. ¿Por qué crees que éste se ha transformado un best seller?
– Natalia: No podría decirlo, porque yo no esperaba que ocurriese lo que ocurrió. Sabía que consolaría y animaría a alguna gente que vive su fe, incluso dentro de la iglesia, (especialmente dentro de la Iglesia) con dificultades e incomprensión, fundamentalmente los católicos tradicionales, fieles a la liturgia antigua, que es la que se celebra en la abadía de San Ireneo, y la que inspira toda la novela. Pero no imaginé que llegase a tantas personas y mucho menos que se publicase en tantos países. Creo que parte de lo que sucedió se debe a que cada vez hay más gente que añora un modo de vida que ha desaparecido casi por completo, más sencillo y más humano, pero también a esa nostalgia profunda que casi todos tenemos en el corazón de la que hablaba antes, que es inherente al ser humano y que tiene que ver con la búsqueda de Dios.
– CEUPLC: Un personaje esencial de la novela es El hombre del sillón. Podríamos decir que es él, aunque no el único, quien va llevando a Prim desde la oscuridad hacia la luz. ¿Por qué no le has puesto un nombre a este gran protagonista? ¿En la realidad, tiene nombre?
– Natalia: No tiene nombre, no, y la verdad es que no sé cómo se llama, por extraño que parezca (risas). Pero no hay un gran misterio en esa decisión, sino más bien un guiño personal. El libro está lleno de pistas y detalles sobre cosas que son importantes para mí, ya sean lecturas, pinturas o lugares, y esta es una de esas cosas. Hay una pequeña novela, escrita en 1901, que se llama Elizabeth y su jardín alemán, de Elizabeth Von Arnim, que releo cada verano porque tiene mucho encanto, especialmente para mujeres a las que les gustan las flores y los libros, como me ocurre a mí. La protagonista de la novela, que es la propia Von Arnim porque es semiautobiográfica, esta casada con un hombre al que llama El Hombre Airado…y no sabemos cómo se llama en realidad. Así que mi Hombre del Sillón es un homenaje personal a mis veranos con Elizabeth y su jardín alemán.
– CEUPLC: Se la puede caracterizar a la Señorita Prim como una nostálgica de una belleza que no conoció, inconsciente de su propia alma repleta de cosas buenas, pero que no satisfacen esa belleza anhelada. ¿Cómo podrías describir ese anhelo profundo del alma por la belleza? Ser consciente de la belleza, ¿significa, de algún modo, alcanzar cierto grado de felicidad?
– Natalia: Yo diría que sí y que no, exactamente por este orden. La belleza es uno de los atributos de Dios y las cosas bellas son bellas porque son un reflejo de Dios. Creo que fue Chesterton, que dice siempre las cosas de un modo incomparable, el que decía que mirar este mundo es como ver la espalda de Dios, no podemos verle cara a cara, pero le vemos reflejado en toda la belleza de la creación. Nuestra felicidad está en Dios, hemos sido hechos para él, por eso descubrir la belleza nos produce felicidad, porque nos lleva a Él, nos habla de Él. Pero no es una felicidad completa, siempre va a acompañada de nostalgia, porque a todos nos ocurre lo que cuenta San Agustín en sus Confesiones, que las cosas bellas nos hablan de Dios, pero también nos dicen que no son Dios. La felicidad que nos da la belleza en este mundo es incompleta, y así debe ser, porque si nos dejara satisfechos nos quedaríamos aquí, en la posada del camino; creeríamos que este es nuestro hogar, en lugar de ver el mundo como lo que es, una posada errante, un lugar para descansar y seguir caminando hacia donde debemos ir: hacia Dios.
– CEUPLC: ¿Por qué el pueblo, donde vive la gente que ha escapado a la modernidad, lleva por nombre San Ireneo de Arnois? Hay allí un monasterio, una abadía, ¿qué importancia tiene la religión católica en el rescate de lo bello?
– Natalia: El pueblo se llama San Ireneo por San Ireneo de Lyon, que luchó contra las herejías, y fue un gran defensor de la verdad. Y Arnois porque es el nombre de una casa familiar de mis abuelos, en el campo, donde pasé muchos veranos de niña. Y sí, hay una abadía, que es el corazón espiritual del pueblo, y que pertenece a la orden de San Benito, que es una figura que tiene mucho que decirnos en este tiempo que estamos viviendo y que expresa muy bien el espíritu de la novela, que es el alejarse del ruido y del mundo para conservar la fe. No es una casualidad que en la época en que vivimos, de rechazo creciente a Dios y de una secularización tan agresiva, sea un tiempo especialmente estéril en cuanto a belleza se refiere. Todo el siglo XX y lo que llevamos de XXI expresa en su arte y su arquitectura lo que ocurre cuando el hombre se aleja de Dios. En ese sentido, el papel de los monasterios, de abadías como las de Le Barroux, Clear Creek, Norcia, fieles a su regla y a la liturgia tradicional, es seguir conservando esa belleza en este mundo cada vez más oscuro como una señal para caminar hacia Dios.
– CEUPLC: ¿Qué es la modernidad en su aspecto más negativo de las relaciones humanas y en relación con Dios?
-Natalia: Yo diría que es la ilusión de que el hombre es una criatura autosuficiente, de que no necesita a Dios, de que la felicidad depende de uno mismo y consiste en una búsqueda creciente de autodeterminación, desarrollo técnico y satisfacción material. La creencia de que todo gira en torno al hombre, de que la felicidad es una cuestión de progreso y voluntad, y de que la humanidad avanza hacia una perfección material y moral cada vez mayor. Por supuesto es absolutamente falso, por eso hay tantas personas vacías y rotas, personas heridas que no encuentran sentido a sus vidas y cuyo dolor no se calma con la comodidad o la técnica, y por eso el mundo es cada vez más oscuro y más duro. Porque el hombre no está hecho para sí mismo ni para el mundo, está hecho para Dios, y solo puede encontrar su felicidad en Dios.
– CEUPLC: La Iglesia no escapa a este mal de la modernidad. Sin entrar en temas teológicos de fondo, ¿qué relación se podría hacer entre el rescate de la Belleza y la Liturgia Tradicional?
– Natalia: Sí, la iglesia está viviendo un proceso de secularización muy fuerte, paralelo al que vive el mundo y la cultura occidental, y mucho más grave. Vivimos una crisis profunda, inmersos en un mundo y una cultura que mayoritariamente ya no son cristianos y que rechazan explícitamente lo cristiano, una crisis que no es nueva, aunque ahora parezca acelerarse. Esa crisis ha abierto fugas de agua en la Iglesia y ha generado diferencias profundas y cada vez más explícitas, no solo en la doctrina, sino también en la liturgia, en el culto. Hay una parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana y el culto deben cambiar con los tiempos, deben adaptarse poco a poco a esos cambios, abrirse, por decirlo así, al mundo. Y hay otra que sigue a la regla de San Vicente de Lerins, que enseñaba que los cristianos deben aferrarse a lo que siempre, en todas partes y por todos ha sido creído, a la fe de los apóstoles, que no cambia del mismo modo que no cambia Dios. El cardenal Newman advertía hace más de un siglo sobre ese fenómeno, sobre la capacidad del modernismo religioso, que es como él denominaba a esa infiltración, para adulterar y destruir progresivamente la fe. Yo creo que en la lucha contra ese proceso destructivo, la misa tradicional, con su enorme profundidad, su reverencia y su belleza, tiene un papel central, y creo que la restauración, si llega, llegará por y a través de ella.
– CEUPLC: ¿Por qué Prudencia Prim decide viajar a Italia? Hay otros lugares bellísimos a donde podría haber viajado, sin embargo eligió Italia. ¿Tiene alguna connotación especial?
– Natalia: A mí me gusta mucho Italia, creo que es un país extraordinariamente lleno de belleza, no solo belleza natural, sino también de arte, de arte clásico y pagano tremendamente hermoso y, por supuesto, de arte cristiano; hay belleza por todas partes. Pero existe también una razón más profunda: San Benito y la vida monástica, ese tesoro que esconde la abadía de san Ireneo y que Prudencia solo comprende cuando se aleja de allí. Fui a Norcia, la cuna de San Benito, a escribir el final del libro; me senté en el mismo café en que la señorita Prim se sienta a desayunar; me alojé en el mismo hotel en que ella se alojó y bajé, como ella, a la cripta del monasterio de san Benedetto. Admiro la regla benedictina profundamente, admiro su sabiduría, su austeridad y su belleza, y tengo una relación muy especial con dos abadías benedictinas, tres en realidad, Clear Creek, en Oklahoma, fundada por discípulos de John Senior, y Le Barroux, con sus dos abadías, femenina y masculina, en el sur de Francia.
-CEUPLC: ¿Qué lecturas le recomendarías a aquellos que, a partir de tu novela, sienten la necesidad de volver a lo simplemente esencial, a lo Eterno? ¿Crees posible la construcción material de un San Ireneo de Arnois, o piensas que es nada más (y nada menos) que un estado del alma?
Natalia: Son dos preguntas muy diferentes… Respecto a la primera, creo que hay muchos autores para volver a lo esencial, cada uno tiene los suyos, porque lo importante es encontrar una voz que hable de corazón al corazón, cor ad cor loquitur. A mí me ocurre con los anglosajones, ya mencioné antes a Newman, Chesterton y Lewis, pero también podría añadir a Ronald Knox, a Hilaire Belloc, a Robert Hugh Benson y a Frank Sheed, que me resultó muy útil para hacerme una idea completa de la doctrina cristiana, recordarla y ordenarla. También tendría que añadir a dos franceses, Bruckberger y Péguy, y un danés, Kierkegaard. A todo eso me parece que hay que unir la literatura; eso lo traía, por decirlo así, ya de casa, porque siempre he leído mucho, muchos cuentos de hadas en mi infancia, y mucha literatura y poesía después. Tolkien, por ejemplo, es un consuelo muy grande en este tiempo. Y ya más tarde, a mí me ha ayudado mucho comenzar a rezar el breviario, cuando puedo, el breviario tradicional, con esos salmos terribles y hermosos que hablan del Señor de los Ejércitos y que la reforma eliminó por considerarlos demasiado intensos para el alma moderna…(no lo son para mí). Y respecto a la segunda pregunta, me parece que lo importante es vivir con espíritu de irenitas allá donde uno pueda o deba estar. Hay cristianos que tienen que estar en el mundo, la mayoría, y cristianos que pueden y deben alearse de él. Es una vieja decisión prudencial, y siempre ha sido así en la historia de la Iglesia. Para esos cristianos que no pueden irse del mundo, San Ireneo será efectivamente un estado del alma, mientras que para los otros, los que tienen la fortuna de poder irse a vivir a lugares más pequeños o agruparse en torno a abadías, como ocurre en Clear Creek, por ejemplo, puede ser una realidad. Pero para todos es una tarea hermosa y heroica, que solo puede hacerse con la gracia de Dios.
– CEUPLC: El P. Castellani en sus últimos tiempos firmaba sus artículos como “ermitaño urbano”. Nosotros, haciendo cierta analogía, podríamos decir que somos unos “irenitas urbanos”. ¿Tendrías algunas palabras finales para decirles a quienes nos sentimos de este modo?
Natalia: Me parece que sentirse así es un signo de esperanza, de tener un corazón despierto y un alma cristiana. Es en realidad el estado de vida de todo cristiano, pero especialmente cuando vive en un mundo que le ha dado totalmente la espalda a Dios. Creo que es una buena señal sentirse extranjero, aunque no sea fácil, porque no lo es. Yo les diría que no están solos, queridos amigos de la Posada Errante, que hay mucha gente que vive su fe cristiana y la defiende contra el mundo, tal vez poca en relación a las multitudes, pero la suficiente como para sentirse acompañado. Hay muchas hogueras en el mundo encendidas por cristianos que se sienten así, que comparten la misma fe y los mismos anhelos e inquietudes que todos nosotros, y son hogueras que crecen. Newman dice en uno de sus sermones, o quizá en sus diarios, que Nuestra Señora está reclutando un ejército de almas para afrontar un ataque a la fe como no se ha visto nunca, y que de alguna forma Ella conecta esas almas. Es una idea profundamente hermosa y esperanzadora.
– CEUPLC: Antes de concluir la entrevista, queremos destacar que hace pocos días has publicado un nuevo cuento llamado Un cuento de Navidad para Le Barroux, ¿de qué se trata tu nueva obra?
– Natalia: Esta vez es realmente un cuento, y lo es también por la extensión, porque es muy breve, y porque lo escribí a petición de las benedictinas de Le Barroux, que me lo pidieron para leer en las dos abadías durante la fiesta de la Natividad. Es la historia de un niño que pide una señal a Dios durante tres largos años para saber si lo que su madre, que falleció entonces, le contó sobre la Navidad, el Cielo y Dios mismo es verdad. Y las señales comienzan a aparecer poco a poco, aunque él no puede verlas, porque están, por así decirlo, entretejidas con su propia vida, hasta que… ¡no digo más! Lo que traté de hacer con el cuento fue hablar, dentro de lo imposible que es hacerlo, sobre el lenguaje de Dios, sobre la sacramentalidad del mundo, sobre la idea de que Dios nos habla también a través de las cosas y de la realidad material.
– CEUPLC: Bueno Natalia, hasta aquí llega nuestro interrogatorio: ¡Jaja! Esperamos poder encontrarnos contigo alguna vez aquí, en Argentina, o allá, en nuestra querida Madre Patria.
No queremos dejar pasar esta oportunidad para decirte lo mucho que nos ha ayudado la lectura de El despertar de la señorita Prim. Ha sido un oasis en medio de un desierto, una sonrisa en este valle de lágrimas, una brújula que vuelve a marcarnos el norte, un barajar y dar de nuevo.
Gracias por tu generosa y desinteresada predisposición hacia nosotros. Esta Posada Errante está siempre abierta para conversar con amigos. Dios quiera que en el futuro podamos tener muchas charlas como estas, pero especialmente que podamos beber juntos de los grandes jarros de la Posada del Fin del Mundo.
-Natalia: Muchísimas gracias, de todo corazón, y quiera Dios que sea así. Un abrazo muy fuerte para todos.
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