Kreeft, Peter. CRISTIANISMO PARA PAGANOS MODERNOS – Los pensamientos de Pascal. Esquema y Comentario. Universidad Católica de La Plata, 2002, 361 pp.
Por Octavio A. Sequeiros.
Hemos comentado en la revista Gladius el libro Tres Filosofías de la Vida. Para las excelencias técnicas de la edición y la traducción, esta vez del profesor Jorge Ferro, así como las características del autor, me remito ese comentario.
Este libro debe ubicarse dentro de una corriente pedagógica norteamericana, que intenta relacionar directamente al alumno con las grandes pensadores de la humanidad, desaconsejando los manuales y las explicaciones de segunda mano, o por lo menos compensando el llamado “método manualístico” que predomina entre nosotros. El problema es descubrir quiénes son esos grandes pensadores y cómo los selecciono, tema en el que no entraremos, pero en fin estos pedagogos consideran que leyendo y comentando en clase una selección de obras famosas en su campo, literatura, filosofía, ciencias, religión, el alumno tiene un panorama cultural adecuado y sobre todo la capacidad y el hábito de consultar las fuentes para obtener una información de primera mano.
En este caso se seleccionaron y ordenaron temáticamente los más relevantes Pensamientos de Pascal, siguiendo su ritmo o estrategia religiosa, una especie de retiro espiritual – jesuítico a pesar de todo – “para escépticos”, a diferencia de la Summa de S.T. y tantos otros católicos que se dirigen al creyente. Kreeft hizo su trabajo con gran acierto y piedad para el lector moderno ahorrándonos una mitad de la obra consistente en aspectos redundantes, anticuados, oscuros y en general insufribles. Cada grupo de textos seleccionados, ej. la miseria humana, el “corazón”, o la apuesta, va acompañada de comentarios basados en Kierkegaard, san Agustín , C. S Lewis, Chesterton, etc., realizados con gran amenidad, en síntesis es como si Ud. asistiera gratis a un curso del aristocrático Boston College, donde enseña filosofía nuestro autor. Más no se puede pedir.
La única diferencia es que no podemos discutir, acotar o dialogar con Kreeft sino sólo imaginativamente y como los temas son infinitos tendremos muchas observaciones que hacerle a sus comentarios que precisamente para eso están , para suscitar el interés del joven o viejo de nuestra época por un genio fuera de su alcance, pues no suele ser invitado a los programas de Moria o al canal Venus.
Va un ejemplo: Se deben tener razones profundas y juzgarlo todo según ellas, pero se debe seguir hablando como una persona ordinaria” (336, cito siempre según la ed. Francesa de Brunschvigc). A Kreeft le viene bien este pensamiento, tanto que ha adecuado su estilo a este principio: “Es precisamente lo que aconsejaba San Pablo ‘Sea vuestro hablar siempre gracioso, sazonado con sal, de modo que sepáis cómo responder a cada uno’ (Co. 4:6). Pascal es sabroso como Pablo, como Jesús” (p. 44) o sea, digamos metiéndonos en la cátedra de Kreeft, lo más alejado posible a los sermones que escuchamos en la curiosamente denominada “ liturgia de la palabra”, ex misa. Y agrega “Especialmente hoy el apologeta cristiano precisa ser un espía y trabajar en las catacumbas…. Debemos hacer el mismo trabajo de espías en el mundo como el mundo lo está haciendo ahora en la Iglesia…Kierkegaard parece haber aprendido su método, al que llama “comunicación indirecta”, de Pascal. Pascal usa el equivalente de los pseudónimos de Kierkegaard para el mismo fin, es decir, hablar desde adentro del punto de vista opuesto, el del alienado, escéptico hombre moderno, más que solamente desde el punto de vista apasionado y comprometido creyente cristiano. Esto es su “cobertura” (p. 45).
Pascal, si no creó, por lo menos divulgó de manera contundente una apologética muy adecuada a la mentalidad con metafísica cero de estos últimos siglos, apologética que comienza con un gran golpe de efecto sentimental mostrando la miseria humana y en particular la del posible converso. Para colmo después de todo el desarrollo nos presenta la solución cristocéntrica sin anestesia y siempre con su estilo sangriento: “De no ser por Cristo el mundo no seguiría existiendo, pues o habría sido destruido o sería una suerte de infierno”, nº 556. Fukuyama sin preocuparse por Cristo llega a la misma conclusión: al final de su historia se viene un mundo “deshumano”. Lógicamente el cura aggiornado, sea moderno, post moderno, modernista e tutti quanti no puede empezar así, se le acaba la fiesta antes del comienzo por falta de candidatos. En nuestro tiempo la apologética se inicia también con un golpe de efecto sentimental – éste es el común denominador –, pero alegremente optimista: Cristo y el buen mundo coinciden, hay muchos dioses más o menos iguales para llevar al hombre a la felicidad del tercer milenio y los futuros, si no tiramos las bombitas que tenemos guardadas, lo que no ocurrirá porque estamos predestinados a la paz ecuménica.
Este enfrentamiento espiritual entre Pascal y las Iglesias Católicas Disidentes en el seno de la estructura política del Estado Vaticano y la Jerarquía católica, es evidente también a un nivel más elevado. Así, para profundizar “la condición humana” Pascal considera indispensable aceptar el pecado original “… porque quién no ve que, a menos de advertir la dualidad de la naturaleza humana, quedamos invenciblemente ignorantes de la verdad sobre nosotros mismos? Es no obstante algo sorprendente que el misterio más alejado de nuestra percepción, el de la transmisión del pecado, constituya algo sin lo cual no podemos tener conocimiento de nosotros mismos….” (434) Transcribo uno de los tantos comentarios de Kreeft: “No necesitamos saber cómo se hundió nuestro Titanic, sino cómo podemos ser salvados. Dios por lo tanto nos habla sobre lo primero solamente en mito, misterio y símbolo, pero sobre lo segundo con claras repeticiones y exhortaciones. Nadie que lea el Nuevo testamento con una mente abierta y despierta puede no ver esto. Juan3:16 y Romanos 6:23 son tan simples que cualquiera salvo un teólogo puede entenderlos” (p. 179) Así le pasó, agreguemos, al super-filósofo católico y teólogo, Jean Guitton, el único laico autorizado a participar en el Concilio “Este tema se repite sin cesar en mis escritos. “Pienso como católico, que el pecado original es el lado más extravagante, más imposible, más increíble de la doctrina católica…uno de los mayores y más falsos mitos de la humanidad. Casi se podría creer que el pecado original es lo analógico a un mito mistificador” (Cosas del Cielo Cosas de la Tierra, Sudamericana, B. Aires, 1998, p. 77)
La personalidad y la doctrina de este hombre superior que fue Pascal, ha sido motivo de múltiples controversias sobre todo por el ataque a la Compañía de Jesús con sus Provinciales que constituyen uno de los panfletos anticlericales más divertidos, malévolos, eficaces y “espirituales” que pueda imaginarse. Incluso esta obra es recomendable hoy para una relectura de la homosexualidad católica en USA ( cf. la investigación de Peter McDonough and Eugene C. Bianchi, Jesuits in Disarray, New York Review of Books, 380 p. de chismes sabrosísimos por sólo $ 29,95). Según dicen hicieron mucho daño, pero el se las llevó como mérito ante el Tribunal Supremo, sin arrepentirse jamás.
No abusaré de la paciencia del lector, lo dicho basta y sobra para recomendar la lectura de estos Pensamientos seleccionados y esta parcela de la pedagogía norteamericana aludida al comienzo. El Imperio se viene con todo, como dice un amigo, y también con cosas buenas. En cuanto a nuestro autor, hay que agradecerle nuevamente esta imitación de Cristo y su esfuerzo por resucitar al difunto Blaise Pascal quien en la Argentina universitaria -con las debidas excepciones- desapareció como el Alquimista de Borges, convertido por el buen Dios, en polvo, en sombra, en nada y en olvido. Ojalá Kreeft lo rescate de esa nada ayudando, de paso, a la Universidad Católica de la Plata que, digan lo que quieran los jansenistas, acumuló algún mérito con su esfuerzo editorial.
Octavio A. Sequeiros