La homosexualidad en el reino animal
¿El comportamiento homosexual en los animales
significa que es natural en los humanos?
Por Alan Shlemon (artículo original AQUÍ)
En 2006, en la Universidad de Oslo (Noruega) se inauguró el primer “museo dedicado a los animales homosexuales”. Se titulaba ¿Contra la naturaleza? Una exposición sobre la homosexualidad animal y pretendía demostrar que los animales desarrollan “relaciones [homosexuales] duraderas”. Los creadores esperan “desmitificar la homosexualidad entre las personas” y desacreditar la creencia de que el sexo homosexual es un “crimen contra la naturaleza” [1].
La estrella lesbiana Rosie O’Donnell hace una afirmación similar: “En cada reino animal y en cada especie, el 10 por ciento de la población es homosexual”, y eso es “un hecho de la naturaleza”[2].
El argumento es que, dado que los animales tienen un comportamiento homosexual que es instintivo, debe ser natural para ellos y, en consecuencia, natural y moral para los humanos, ya que también son animales.
Hay algo erróneo en esta línea de razonamiento. De hecho, una pregunta simple compuesta por una palabra de dos letras llega directamente al corazón del problema: ¿Entonces ? Incluso si los animales exhiben un comportamiento homosexual, ¿entonces qué ? ¿Qué prueba eso? No prueba nada. ¿Los defensores de esta perspectiva realmente quieren decir: Debido a que los animales se involucran en X comportamiento, por lo tanto X es natural/moral para los humanos? Esta afirmación es absurda. He aquí por qué.
En lógica, existe un término latino llamado reductio ad absurdum que significa “reducción al absurdo”. En Stand to Reason lo llamamos “quitar el techo”. Es una forma sencilla de refutar una afirmación demostrando que conduce a una conclusión absurda. De hecho, estoy seguro de que ya conoces esta táctica.
Imaginemos que un padre le pregunta a su hija: “¿Por qué empezaste a fumar?”. Ella responde: “Porque todas mis amigas lo hacían”. La respuesta del padre sería obvia: “Si todas tus amigas se lanzaran de un acantilado, ¿lo harías tú también?”. Observemos el razonamiento del padre. Acepta el razonamiento de su hija, por el bien del argumento, y luego se hace una pregunta: si aplico el razonamiento de mi hija al hecho de saltar de un acantilado, eso significaría que ella también saltaría de un acantilado. ¡Pero eso es absurdo! Eso significa que su razonamiento también es absurdo. Y luego hace una pregunta que expone lo absurdo de su pensamiento. Eso es reductio ad absurdum .
Con la afirmación sobre la homosexualidad animal, esta táctica funciona igualmente bien. La lógica del argumento es que si los animales participan en una conducta, debe ser natural y moral que los humanos también lo hagan. Apliquemos esa lógica a otra conducta animal: el canibalismo (o el incesto, o la violación, nota del tr.). Se ha observado que los animales comen a sus propias congéneres en más de mil especies animales. Seguir la lógica de este punto de vista significaría que el canibalismo es natural y moral para los humanos. ¡Pero eso es absurdo! Y también lo es la lógica que llevó a esa conclusión absurda.
De hecho, los animales se comportan de diversas maneras, egoístas, violentas y primitivas, que los humanos clasificarían casi universalmente como inmorales. Por eso es absurdo tomar como referencia moral el reino animal. Sí, los humanos somos una especie de animales, pero somos más que eso. Somos seres racionales con capacidad de libre albedrío y una rica vida intelectual. Reducir nuestro comportamiento y nuestras relaciones a instintos, estímulos e impulsos es ignorar un componente importante de la naturaleza humana. Me gusta cómo lo expresa Richard Umbers:
“ El Homo sapiens es un animal, pero no sólo un animal. Tenemos mucho en común con los gusanos parásitos, pero también tenemos algunas diferencias. Nuestra naturaleza corporal está sujeta a la dirección intelectual. El ser humano une lo intelectual y lo corpóreo, lo racional y lo animal. Obtenemos una imagen distorsionada del hombre cuando nos centramos en un aspecto y excluimos el otro. Nunca pueden separarse”[3].
NOTAS DEL TR.:
– “En los animales, no hay pecado porque carecen de libre albedrío.” (San Agustín, De Libero Arbitrio, Libro I, cap. 13).
– “El hecho de que algo exista en la naturaleza no significa que sea moralmente aceptable en el ámbito humano.” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 2003).
– «La ley natural no es simplemente lo que ocurre en la naturaleza, sino lo que corresponde al orden moral querido por Dios.» (Pío XII, Discurso a los Participantes en el Congreso de Histopatología, 1952).
– «El hombre no debe justificarse a sí mismo apelando a la naturaleza animal, sino mirar a Cristo como modelo de perfección» (San Alfonso María de Ligorio, Teología Moral, Libro III, cap. 2).
Cuando los seres humanos tenemos reacciones instintivas contradictorias, nuestro intelecto puede razonar entre ellas y determinar el curso de acción más conveniente o moral. Los animales, en cambio, se comportan según su instinto más fuerte en función de lo que ven, huelen, oyen, prueban y perciben. Estos impulsos naturales contribuyen a su protección, supervivencia y reproducción.
Pero los estímulos internos o externos pueden hacer que sus instintos entren en conflicto o se confundan, lo que lleva a un comportamiento inusual. A veces, un gato mata a sus gatitos. A diferencia de las hembras, cuyo fuerte instinto maternal protege a sus bebés, el instinto depredador de un gato macho puede confundir a sus crías con una presa. ¿Son naturales sus impulsos de caza? Sí. ¿Pueden estar mal dirigidos? Seguro. ¿Debemos declarar el filicidio o el canibalismo como algo natural o moral para los humanos? No.
Lo mismo ocurre con los actos supuestamente homosexuales entre animales. Su impulso sexual y su instinto de apareamiento son extremadamente fuertes y pueden confundirse. Cuando los animales están en celo, liberan feromonas que desencadenan un comportamiento instintivo en los machos. Según un experto en la materia, este impulso innato es tan fuerte que puede “provocar un frenesí de comportamientos de monta. Incluso otras hembras que no están en celo montarán a las que sí lo están. Los machos montarán a los machos que acaban de estar con hembras [en celo] si aún conservan su olor… Y los machos que se dan cuenta del olor del celo pueden montar a la primera cosa (o persona desafortunada) con la que entren en contacto”[4]. Incluso he visto a un perro montarse sobre un sofá. Uno puede tener buen gusto en cuanto a sofás, pero dudo que sea tan bueno como para que su perro se sienta sexualmente atraído por él. El pobre perro está confundido.
Además, se sabe que la actividad sexual entre animales se utiliza con fines distintos a la reproducción. Aunque los humanos pueden expresarse hablando, escribiendo, gesticulando y de muchas otras maneras, los animales están limitados. En consecuencia, se sabe que utilizan la conducta sexual para expresar una variedad de sentimientos: dominio social, agresión, evitación de conflictos y muchas otras emociones. Por eso, muchos investigadores piensan que es ingenuo imponer una comprensión humana de la homosexualidad a la conducta animal.
“En los animales, la homosexualidad no existe propiamente… Por razones de supervivencia, el instinto reproductivo de los animales siempre se dirige hacia un individuo del sexo opuesto. Por lo tanto, un animal nunca puede ser homosexual como tal. Sin embargo, la interacción de otros instintos (en particular el de dominación) puede dar lugar a un comportamiento que parezca homosexual. Este comportamiento no puede equipararse a la homosexualidad animal. Todo lo que significa es que el comportamiento sexual animal abarca aspectos que van más allá del de la reproducción”[5].
Así que no podemos inferir homosexualidad cuando un chimpancé macho monta a otro macho, así como tampoco podemos inferir sofafilia cuando un perro monta tu sofá. Sí, yo inventé la palabra “sofafilia”.
Los animales se comportan según sus instintos, y eso es apropiado. Cuando los humanos hacemos lo mismo, no los aplaudimos, sino que, a menudo, los encarcelamos. Esto se debe a que los humanos tenemos la capacidad, y por lo tanto la responsabilidad, de ejercer la autocontención basada en principios cuando nuestra respuesta instintiva es actuar como un animal.
Fuente: https://www.str.org/w/does-homosexual-behavior-in-animals-mean-it-s-natural-for-humans-?p_l_back_url
[1] http://www.nhm.uio.no/besok-oss/utstillinger/skiftende/againstnature/index-eng.html
[2] http://www.foxnews.com/story/0,2933,48821,00.html
[3] http://www.mercatornet.com/articles/view/a_gay_old_time_in_the_animal_kingdom/
[4] Jacque Lynn Schultz, CPDT en http://www.petfinder.com/pet-training/stopping-dog-humping.html?page-index=3&. Puede encontrar una breve biografía de Jacque Lynn Schultz aquí: http://www.avianwelfare.org/aboutus/schultz_jacque.html
[5] Antonio Pardo, «Aspectos médicos de la homosexualidad», Nuestro Tiempo, julio-agosto. 1995, págs. 82-89; citado en Luiz Sérgio Solimeo, “The Animal Homosexuality Myth”, en http://narth.com/2010/09/the-animal-homosexuality-myth/