San Carlos Lwanga; mártir en manos de los sodomitas en el mes del orgullo LGBTQ
Foto: Misión de Bukumbi en Tanganica (Mwanza), en septiembre u octubre de 1885
África ha sido desde antiguo tierra de mártires y santos. Se contaban antiguamente de a miles: San Agustín, San Atanasio, San Cirilo, San Cipriano, Santa Perpetua y Santa Felicidad, etc, entre otros. Pero son pocos los que conocen hoy a los mártires que enfrentaron la homosexualidad en el siglo XIX, los mártires ugandeses con San Carlos Lwanga a la cabeza junto con sus doce compañeros.
Evangelizados por los sacerdotes de las misiones africanas del gran San Daniel Comboni, Carlos Lwanga y sus compañeros eran jóvenes de entre catorce y treinta años que pertenecían a la corte real del rey Mwanga, nefasto rey sodomita que, al conocer la conversión de sus siervos al catolicismo se enfureció al ver que no querrían tener relaciones homosexuales con él, por lo que inició una persecución contra “aquellos que rezan” (el nombre con el que designaba a los cristianos) ordenándoles que aceptaran practicar la sodomía con él renegando de su Fe.
San Carlos Lwanga fue el primero en dar un paso al frente negándose a esas costumbres contrarias a la naturaleza; los demás lo siguieron.
San Carlos Lwanga
– “¿Aún queréis ser cristianos?” – preguntó el rey- ¡los mandaré quemar!»
Los jóvenes respondieron valientemente:
– “Sí, seremos cristianos hasta la muerte – a lo que agregó San Carlos Lwanga- ¡Puedes quemar nuestros cuerpos pero no nuestras almas”.
En prisión, Lwanga bautizó a los que aún no habían recibido el primero y principal de los sacramentos.
Fueron quemados en la colina de Namugongo. Ante el martirio, sus bocas no emitían quejas ni gritos, sino oraciones.
Carlos Lwanga y sus compañeros fueron beatificados en 1920 y canonizados en 1964.
En el mes en que algunos festejan el «orgullo» gay y ante esta nueva «colonización ideológica» (Papa Francisco dixit), la Iglesia recuerda a estos heroicos mártires africanos que se opusieron al lobby gay africano dirigido desde el poder. Que su testimonio siga iluminando al África negra que aún mantiene el sentido común natural y sobrenatural.
San Carlos Lwanga y compañeros mártires anti-sodomíticos, orate pro nobis.
Que no te la cuenten
P. Javier Olivera Ravasi, SE
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Nose olviden de San Pelayo el día 26
Pingback:La parábola de la viña es una advertencia para todos los tiempos, y para todos aquellos que tienen autoridad sobre una Nación, grupo o comunidad. – AleMaraGomezCejas
Eso es coraje y amor a Dios.
A pedir por todas las personas que padecen este problema, especialmente mediante el Rosario diario.
Que valor, que coraje ,que Fe firme !!! Me preguntó si hoy seriamos capaces de enfrentar el martirio.
Hay que decir también que ese rey era musulman, y que había adquirido esas costumbres en su contacto con los misioneros árabes ,con los que había aprendido no solo el Islam,sino también esas cosas.