«No tenemos que tener miedo de dar la vida, tanto física como espiritualmente»

En el día de San Francisco Javier, patrono de las misiones, publicamos esta hermosa entrevista que le hiciera el portal Infovaticana al seminarista Jeremías Villalba, misionero en el África subsahariana y miembro de la Orden San Elías.

¡Viva San Francisco Javier!

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 


«No tenemos que tener miedo de dar la vida, tanto física como espiritualmente»

Por Javier Arias | 03 diciembre, 2021

Fuente: https://infovaticana.com/2021/12/03/jeremias-villalba-misionero-en-malawi-no-tenemos-que-tener-miedo-de-dar-la-vida-tanto-fisica-como-espiritualmente/

A los 15 años Jeremías Villalba ya notaba que Dios le pedía hacer algo grande con su vida. Este joven argentino, siguió rezándolo durante estos años. Jeremías es un gran amante del deporte, en especial del fútbol y del atletismo. Hizo la carrera de Derecho en Argentina y al terminarla decidió irse de misión a Malawi con la Orden San Elías. De toda su labor estos meses, ha dado cuenta a través de su perfil de twitter, donde ha ido contando su intensa labor pastoral.

P-Hace poco que fue ordenado novicio de la Orden San Elías, ¿Cómo afronta esta nueva etapa?

R-Comenzar esta nueva etapa es verdaderamente un regalo de Dios. Uno siempre tiene planes y deseos, pero los que Dios tiene preparado para nosotros siempre son mejores y superadores de toda expectativa que podamos tener. Mi camino vocacional comenzó cuando tenía unos quince años, es decir, unos diez años atrás. Fue un tiempo de mucho crecimiento, de oración, de intentar escuchar la voluntad de Dios. No tengo dudas de que ahora comenzó la etapa más importante de mi vida, donde estaré preparándome para llevar a cabo el llamado que Dios me hace desde toda la eternidad. No tengo dudas de que habrá momentos de dificultad, pero los afrontaré con mucha paz y confiado en Dios, que en definitiva me dará las fuerzas y los medios para llevar a cabo este llamado, que supera ampliamente las fuerzas de cualquier ser humano.

P- ¿Cuál es la misión de la Orden San Elías?

R-La misión de la Orden San Elías se desarrolla en dos campos específicos. Por un lado, se dedica a llevar a cabo la misión ad gentes, esto es, llevar el Evangelio a donde jamás fue anunciado, a aquellos lugares más remotos y periféricos del mundo en donde no se conozca el nombre de Jesús, de acuerdo al mandato misionero de Marcos 16, 15. Esto implica viajar muy lejos, donde la Iglesia Católica no existe, donde el terreno es desconocido e inexplorado. Por otro lado, también se encarga de llevar a cabo la contra revolución cultural, a través de conferencias, artículos, libros, etcétera. Esta lucha se da contra los grandes males y amenazas de nuestro tiempo, como el aborto, la ideología de género, el ataque contra la familia, y demás temas que contaminan nuestra cultura.

P– ¿Cómo decidiste abandonar todo para irte de misionero a África?

R-Mientras finalizaba mi carrera de derecho en la Universidad de Buenos Aires, me encontraba dispuesto a irme donde sea para poder llevar a cabo mi vocación. Charlando con el Padre Federico Highton de la Orden San Elías, me invitó a discernir la vocación en Malawi, uno de los países más pobres del mundo, mientras realizábamos misión ad gentes. Luego de rezar y hablarlo cara a cara con Dios, decidí comenzar todos los preparativos para poder ir una vez me graduara de la universidad, y así ir en busca de lo que más anhelaba mi corazón, hacer su voluntad a pesar de todas mis limitaciones.

P- ¿Qué te dijeron tus amigos y familiares cuando les dijiste que te querías ir de misionero?

R-Obviamente muchos de mis amigos se sorprendieron y al principio pensaron que les estaba haciendo una broma. Varios intentaron disuadirme de que me quedara en Argentina, aprovechando que me acababa de graduar de la universidad, y esperar unos años para irme. Otros amigos me apoyaron totalmente en mi decisión, estando contentos por ello. Mis familiares, gracias a Dios, me mostraron su apoyo total y comenzaron a rezar con mucho fervor para que pueda llevar a cabo el viaje si así era la voluntad de Dios.

P- ¿Qué es lo que más te impactó a tu llegada a África?

R-África es un continente maravilloso. La primera impresión la tuvimos al llegar al aeropuerto de Adis Adebba, en Etiopía, donde pasamos una noche mientras hacíamos la escala. Al llegar a Malawi, uno comienza a impresionarse por todas las cosas que ve ya que son verdaderamente muy diferentes a lo que estamos acostumbrados en Occidente. Más allá de las carencias materiales que uno observa en África, también uno comienza a ver las diferencias culturales en la manera de vivir. Lo más impactante fue ver la forma de vida. Al desplazarnos por la carretera en vehículo, incluso de noche, se observaban cientos de personas caminando horas y horas para llegar a su destino, cargando y llevando cosas sobre su cabeza. Un gran porcentaje de personas lucha contra enfermedades que en Occidente se encuentran erradicadas, como la sarna. La falta del acceso al agua también es uno de los grandes temas de África, ya que muchas personas caminan grandes distancias para volver a su casa con un balde de agua en la cabeza.

P- ¿Cómo es el día a día de un misionero en Malawi?

R-El día a día del misionero es impredecible, más cuando se trata de un terreno desconocido. Dios es el único que puede saber cuales son los acontecimientos que uno tendrá que afrontar. Más allá de que podemos tener un horario tentativo (oraciones de la mañana, Santa Misa, ciertas actividades) lo cierto es que todos los días surgen imprevistos y diversas situaciones que nos obligan a cambiar el programa. Las distancias son además muy largas entre las diversas aldeas que visitamos, por lo cual tenemos que dedicar un día entero por actividad, de otra manera, se hace imposible. El Obispo de la diócesis nos encomendó la evangelización primaria de más de 80 aldeas, por lo cual ideamos un cronograma para poder visitarlas poco a poco. Así es que comenzamos a visitar a los jefes tradicionales de cada aldea y realizar la primera predicación en esos lugares. En general, sucede que muchas personas se convierten y se anotan para iniciar el catecumenado y recibir los Sacramentos, comenzando por el Bautismo. Los domingos son quizá los días más intensos de misión, ya que tenemos muchos lugares y aldeas donde celebrar la Misa. El día comienza a las 7:30 de la mañana, y termina aproximadamente a las 18:00 luego de volver de la última aldea. El día a día de un misionero es intenso, frenético, pero guiado por Dios. Él es quien manda las personas que llegan delante nuestro, y quien termina planeando las cosas de manera distinta a como uno las pensó en un inicio.

P- Europa y Occidente no pasan por sus mejores momentos en cuanto al fortalecimiento de la fe, ¿Por qué decidiste ir a África en vez de quedarte en tu zona?

R-No fue una iniciativa mía irme a África, más bien fue Dios quien me invitó. Jamás en mi vida hubiera imaginado estar viviendo en el continente africano, más allá de que en algún momento uno pueda llegar a anhelarlo, pero nunca había dejado de ser algo lejano. Luego de haber rezado durante cierto tiempo, se me hizo muy claro que Dios me estaba pidiendo que dejara mi país, mi familia y mis amigos para seguir su voluntad. Fue una invitación cargada de adrenalina, pero al mismo tiempo de muchísima paz. A su vez, esto me ha hecho presenciar una fe viva y gozosa en las personas que abrazaban la Fe Católica. He pasado muchísimos momentos de emoción interior al ver el fervor con que las personas viven su fe, recorriendo grandes distancias para asistir a la Santa Misa, o durmiendo donde sea con tal de asistir a las actividades. Recuerdo las primeras Misas en Malawi, en donde observaba a cientos de personas comulgar de rodillas y en la boca, lo que estremeció mi corazón.

P- ¿Notas que se vive la fe de distinta manera entre los nuevos pueblos evangelizados que en aquellos que ya conocen el cristianismo?

R-África es un continente creyente por naturaleza. Es decir, es casi imposible encontrar una persona que le parezca “ridícula” la idea de creer en Dios, tal como muchas veces sucede en Occidente. Sin embargo, las creencias de muchas personas están influenciadas por sectas o iglesias protestantes que enseñan mentiras y desvían a las personas de la Verdad y de la verdadera doctrina. Los nuevos pueblos evangelizados reciben la Fe Católica con muchísimo entusiasmo, y escuchan las enseñanzas de la Iglesia Católica con su mayor dedicación y atención. Al ser algo nuevo para ellos, un fuego se enciende dentro de ellos que los predispone a hacer lo que sea para comenzar a vivir la fe que recibieron. Están dispuestos a recorrer las distancias que haya que caminar para ir a la Santa Misa, sin importar a que hora tengan que salir de su casa para llegar a tiempo. Sin duda que encuentro un contraste grande entre el Occidente adormecido y semi avergonzado de su fe, y los recientes conversos llenos de fuego del Espíritu Santo que están dispuestos a cualquier cosa para abrazar la Fe Católica.

P- ¿Cuáles crees que son los grandes problemas a los que se enfrenta a día de hoy el mundo occidental?

R-Vivimos en un Occidente acelerado, que está perdiendo sus raíces y reniega del pasado. Gran parte de Europa ha apostatado, y Sudamérica sigue por el mismo camino. En vistas al progreso y al desarrollo estamos perdiendo muchísimas cosas fundamentales de la vida. Las redes sociales inundan nuestra vida diaria y nos hemos convertido en una sociedad superficial, en busca del placer y de lo efímero. Estamos atravesando infinidad de problemas, pero creo que el mayor ataque que continuaremos presenciando y sufriendo será aquel contra la familia. Poco a poco “todo” pasa a ser familia, con lo que la familia termina siendo “nada”. Esto traerá consecuencias desastrosas para la sociedad, ya que los niños que crecen sin un entorno familiar adecuado, como Dios lo planeó, tendrán muchos problemas para desarrollarse a futuro. Por otro lado, como mencionamos al comienzo, la sociedad reniega de sus raíces cristianas y quiere construir una civilización en torno a otros valores que nada tienen que ver con Dios, lo que poco a poco llevará a la destrucción del ser humano.

P- ¿Qué diagnóstico haces de la situación actual de la Iglesia?

R-Me gustaría comenzar citando al Cardenal Robert Sarah, que siempre ha hecho un diagnóstico muy certero sobre la situación de la Iglesia. “La Iglesia sufre, ha sido deshonrada y sus enemigos están dentro de ella. No la abandonemos. Todos los pastores son hombres pecadores, pero son portadores del misterio de Cristo” (Se hace tarde y anochece, p 13. Ed. Palabra) Sin dudas que vivimos en una época turbulenta para nuestra Iglesia Católica, sin embargo, cada tramo de la historia trajo consigo su crisis y también su salvación. A pesar de esto, es notorio la crisis de fe que estamos atravesando, particularmente en relación con los sacramentos, como lo son la Eucaristía y el Orden Sagrado. Por un lado, con la pandemia mundial que estamos atravesando se ha relativizado el valor de la Eucaristía, siendo que ahora los fieles han perdido el interés en asistir presencialmente al Sacrificio de la Misa, y, por otro lado, una pérdida total de reverencia al recibir al Señor. ¿Cómo podemos recibir al Señor, el Camino, la Verdad, y la Vida, con miedo? Hemos puesto por encima nuestro bienestar físico que nuestra salud espiritual.

Importa más cuidar nuestra salud que nuestra vida eterna. Si como fieles hemos perdido el rumbo de cuál es la vida (debería ser la vida eterna) que anhelamos, ¿qué le quedará a nuestra vida sacramental? Por otro lado, el sacerdocio está en una fuerte crisis. Cuesta a los fieles encontrar sacerdotes que celebren el Sacrificio de la Misa con la debida dignidad y reverencia, y que además se vistan como tales, no renegando de su condición y vocación. La crisis de Occidente también ha hecho hueco en la Iglesia Católica, ya que ahora es más importante para algunos religiosos tener muchos seguidores en las redes sociales gracias a los bailes en Tik Tok, que predicar la verdad con firmeza y sin tapujos, sabiendo que no le debemos nada al mundo, y que no tenemos por qué negociar con la mundanidad.

P-Supongo que al estar allí tan apartado, no faltarán momentos de dificultad, ¿A qué recurres para mantenerte firme en tu fe y en tu misión?

R-La mayor dificultad que uno puede sufrir estando en la misión y apartado, es la falta de fe. A veces uno suele confiar más en sus fuerzas que en las de Dios, y como consecuencia deviene un debilitamiento. Por eso, es fundamental la oración diaria, que nos mantiene firmes en el campo de batalla. Por otro lado, el estar tan lejos de casa también es un recordatorio amigable del por qué he venido. Si no creyera que la Santa Iglesia Católica es la verdadera Iglesia fundada por Jesucristo, no habría emprendido tal viaje y dejando cosas en mi patria. Por lo cual, en muchas ocasiones, es Dios mismo quien en el medio de la misión nos da un consuelo o gozo muy grande, para recordarnos que vale la pena dar la vida a los demás para llevar el Evangelio a los confines de la Tierra.

P- ¿Qué mensaje lanzarías a la juventud, a veces adormecida, que vive su fe a medio gas?

R-Como jóvenes nos encontramos en búsqueda de ese algo que le dé sentido a nuestra vida, un ideal por el cual vivir y morir. Sin embargo, en muchas ocasiones buscamos en el lugar equivocado. Pensamos que está en una relación amorosa mal llevada, en el ser famoso a través de las redes sociales, o del estar disfrutando de la comodidad diaria. Sin embargo, a fin de cuentas, llegamos a ser conscientes de que todas estas cosas nos dejan con las manos vacías. Esto no es casualidad, porque el tiempo que vivimos hoy es el ideal para ser valientes, para ir contracorriente contra el mundo y el estar dispuestos a morir por Jesucristo. No morir solo físicamente, si no a través de la humillación que nos mostrará el mundo por responder al llamado de Dios. Esa denigración que nos hará el mundo por responder al llamado de Jesucristo puede ser nuestra corona triunfal en el Cielo, y nuestro camino para llegar a la Santa Cruz. No tenemos que tener miedo de dar la vida, tanto física como espiritualmente. Dios no nos deja solos en ningún momento, y sus planes siempre superarán todo tipo de anhelo y expectativa juvenil que tengamos. “Y me acercaré al altar de Dios, al Dios que llena de alegría mi juventud.” (Salmos 43:4).

 


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Un comentario sobre “«No tenemos que tener miedo de dar la vida, tanto física como espiritualmente»

  • el diciembre 4, 2021 a las 12:05 am
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    Qué maravilla

Comentarios cerrados.

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