2da Peregrinación Nuestra Señora del Rosario (San Luis, AR)
Por Lucas Gómez Balmaceda
«Dominus custodit advenas» (El Señor guarda a los peregrinos) Salmo 145,9
Los días 14 y 15 de agosto, en vísperas de la asunción de la Inmaculada a los Cielos, se realizó en el norte de la provincia de San Luis la “II Peregrinación a Nuestra Señora del Rosario”. Los campos de la provincia puntana fueron testigos de ciento veinticinco peregrinos que marcharon desgranando Rosarios, meditando los misterios de nuestra fe y cantando marchas e himnos en loor a Nuestra Señora bajo el lema de “Instaurar todas las cosas en Cristo”.
Las intenciones generales de este acto de devoción fueron reparar las ofensas cometidas contra el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, encomendar nuestra amada Patria Argentina, para que vuelva a ser católica y mariana, pedir la protección para las familias y el fin del aborto.
Nuestra Señora del Rosario encabezó la peregrinación. Ella, la Defensora de la Cristiandad en Lepanto, la proclamada Defensora de la Familia por San Juan Pablo II, la que se hizo presente en la Provincia de San Luis desde los primeros años de su fundación -fue entronizada por los dominicos en el templo de Santo Domingo en el año 1603-, Patrona del norte puntano y de la mayoría de los pueblos atravesados por los 65 kilómetros recorridos desde San Francisco del Monte de Oro hasta la ciudad de Quines.
En el marco del providencial año de San José, los peregrinos meditaron en torno a la figura del santo Patriarca Universal, peregrino también él. San José fue el primero que peregrinó con La Virgen y Cristo. Hasta Belén, primero, en su huida a Egipto y de regreso, después. Él, custodio de nuestra fe, fue quien recibió a la Virgen y los peregrinos, de la mano de un grupo de fieles de la ciudad donde culminaba la marcha y los escoltó hasta el lugar de destino.
Realizar una crónica, tal como nos ha pedido muy amablemente el padre Javier, resulta algo extremadamente difícil. Primero, porque sin dudas cada peregrino podría realizar una versión diferente y más enriquecedora que esta, pues cada alma sabe de los sacrificios reparadores, de los actos de caridad, fe y fortaleza que se realizaron a cada paso -y que seguramente Dios los tiene más que presentes y los recompensará-. Segundo, porque cada aspecto de la organización y realización es un acto manifiesto de la Providencia, imposible de dimensionar en pocas palabras.
Para no pecar de abstracto pondré solo un ejemplo.
Durante la organización, los organizadores -sin experiencia alguna-, creímos conveniente no llamar demasiado la atención en cada uno de los cuatro pueblos que atravesamos peregrinando, por cuestiones protocolares y otros asuntos que cualquiera puede imaginarse en este contexto. Evidentemente Nuestra Señora quería otra cosa.
Al entrar a cada pueblo sucedió algo diferente que nos hizo descartar nuestras intenciones de sigilo. Ya contamos lo de Quines y San José, pero donde esto se vió de manera más clara fue en la localidad de Luján. La Inmaculada, que siempre fue adelante conquistando, quiso entrar a la ciudad nombrada en su honor como verdadera Reina y Señora.
Cuando la peregrinación se encontraba aproximadamente a 10 kilómetros de esta ciudad, un vecino avisó a los bomberos voluntarios de nuestra marcha. Ellos, con la sincera devoción mariana que aún se conserva en el corazón de los argentinos, se alistaron y salieron a nuestro encuentro. Escoltaron a Nuestra Señora y los peregrinos hasta el lugar donde se pernoctaría en Luján. Entramos en la ciudad con el estridente sonido de las sirenas, secundadas por himnos a la Virgen.
A cada paso cansado de los peregrinos, salieron al encuentro cada uno de los vecinos por donde pasó la Virgen y se unieron en oración a los que caminaban., ni uno sólo fue indiferente al paso de Nuestra Señora. Ancianos y niños se deshicieron en muestras de piedad hacia la Madre que enternecieron nuestros corazones.
La peregrinación es un acto de piedad que se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia. Este acto, de peregrinar con espíritu de recogimiento y oración a los lugares sagrados, que siguen realizándose hasta nuestros días en todo el mundo, es imagen plástica de la Iglesia Militante y manifestación pública de nuestra santa fe católica.
Nos fue muy grato enterarnos al finalizar la Peregrinación que este año se realizaría Nuestra Señora de la Cristiandad, de quien esta iniciativa puntana ha nacido, y que además surgieron en nuestra Patria otras Peregrinaciones con el mismo espíritu. Somos cada vez más conscientes que a los grandes males sobrenaturales debemos anteponer remedios sobrenaturales. Como Iglesia Peregrina y Militante nos encomendamos a viva voz a Nuestra Madre del Rosario diciendo:
¡Oh, María, Virgen poderosa,
grande e ilustre defensora de la Iglesia,
singular auxilio de los cristianos,
terrible como un ejército ordenado para la batalla,
Tú sola has triunfado de todas las herejías del mundo.
Oh Madre, en nuestras angustias,
en nuestras luchas, en nuestros apuros,
líbranos del enemigo y en la hora de la muerte
llévanos al Cielo. Amén.
Lucas Gómez Balmaceda – NSDR
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Que hermosa es la devoción pura y sincera. Que poderoso el Poder del Altísimo. Dios nos ampare y guarde a todos, Amén. Aleluya.
Ella como siempre….reune a los hijos y los cobija.