Marie-Louise Regrenil, “La húsar”
Una novicia rebelde
Marie-Louise Regrenil fue otra viril vendeana que dejó los hábitos para unirse como soldado al ejército contrarrevolucionario. Hija de un matrimonio de granjeros, Jacques Regrenil y Jeanne Papaillon, nació en Saint-Florence el 8 de diciembre de 1755, siendo la segunda de seis hijos.
Desde muy pequeña había manifestado deseos de consagrarse a Dios, y en cuanto pudo concretar su vocación, entró al convento de las Ursulinas de Luçon donde su hermana mayor ya era religiosa. Sin embargo, cuando estalló el levantamiento y se precipitó la persecución religiosa, la simple novicia, no habiendo hecho todavía ningún voto, pidió permiso para dejar la clausura… mientras sus hermanas se exiliaban a otro convento más seguro.
La bella húsar
En marzo de 1793, se vio llegar al improvisado ejército vendeano, cerca de Quatre-Chemins-de-l’Oie, a un apuesto joven de gran distinción y bien armado: fusil, pistola y sable envainado. Algunos campesinos que conocían perfectamente su identidad y procedencia, prefirieron silenciar su origen con un cómplice guiño de ojos.
La complicidad tuvo patas cortas, inmediatamente después del primer enfrentamiento, se la denunció ad intra como “mujer”, aunque ya era demasiado tarde para echarla. En efecto, los jefes vendeanos hicieron la vista gorda concediéndole su permanencia bajo condiciones bien precisas que ella supo respetar. Además, su presencia corrió como reguero de pólvora en el campamento monárquico, cuando se supo que la Señorita Regrenil, procedente de la parroquia de Sainte-Florence, había dejado las rejas para ofrecerse como soldado en el frente. Al menos, ya tenía pelo corto…
Alta, de cabello castaño y encanto natural, sus cualidades físicas pronto impresionaron a los rudos paisanos del Gral. Sapinaud de la Verrie, que comenzaron a considerarla como una nueva Juana de Arco. Rápida para replicar a las pesadas bromas de algún compañero o frenar a tiempo la mano de otro…, marchó a paso ligero en la tropa que se le asignó, hasta que en una batalla logró matar un húsar republicando, quedándose con su caballo. Por lo cual, a partir de ese momento pasó a prestar servicios en la caballería, con el sobrenombre de “La Húsar”.
Se sabe que luego de la derrota de Cholet, Marie-Louise cruzó el Loire y siguió al ejército en marcha hasta la punta de Granville, participando también del doloroso regreso. En la batalla de Dol estuvo entre las mujeres que, animadas de una fuerza ejemplar, dejaron en evidencia a los temerosos vendeanos. Solo dejó las armas cuando se firmó la última pacificación.
Y pese a que los altares fueron restaurados y las ursulinas de Luçon volvieron a su antiguo convento luego del prolongado exilio, la ex novicia no quiso regresar a la calma monástica. Era mposible atar de nuevo a una vida de clausura a aquella que había atravesado la Vendée a capa y espada… Tampoco se casó. Simplemente retomó en La Tanchère el sacrificado y silencioso trabajo del campo junto a sus padres.
De armas llevar
En 1808, Napoleón, volviendo de Bayona, atravesó la Vendée para descubrir esta región teñida de heroísmo y sacrificio. La Señorita Marie-Louise, corrió a saludarlo en Quatre-Chemins de l´Oie, donde 15 años antes había dejado el convento para unirse a las filas rebeldes. La húsar saludó con una reverencia al emperador, quien le hizo contar sus hazañas de primera mano y luego de felicitarla, la abrazó emocionado. abrazo.
En ese preciso momento, un joven se adelantó al emperador, presentándose solo: “Soy el hermano de la Señorita Regrenil, el alcalde de Sainte-Florence”. Un tanto sorprendido, Napoleón le preguntó: “¿Qué hacía usted mientras su hermana peleaba tan bien?”. “Señor, yo era neutro”, respondió diplomáticamente el funcionario. “¡Neutro, neutro! -exclamó Bonaparte-. Entonces usted no era más que un miserable y cobarde”.
Ya bajo la pacificación de Luis XVIII, se ordenó a los vendeanos entregar sus fusiles como signo externo de acatamiento. Cuando el oficial de Quatre-Chemins de l´Oie exigió a la Señorita Regrenil entregar el suyo, esta se rehusó ya que era un “fusil de honor” que el mismo rey le había obsequiado en 1820 por los servicios prestados a la corona. Furiosa de verse injustamente despojada de un arma que ella había merecido en su ley, prefirió partírselo en la cara al oficial, afirmándole que “si ella no fuese tan vieja, se lo habría presentado de punta…”
¡Esas eran mujeres de armas llevar! Que Dios nos conceda una pizca de la Fe y del valor de esta novicia cuando nos toque defender nuestros hogares y altares.
Hna. Marie de la Sagesse, S.J.M.
Bibliografía consultada:
http://shenandoahdavis.canalblog.com/archives/2017/06/12/35374976.html
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«Para cuando nos toque defender nuestros hogares y altares»…
Esta es la razón por la que es un imperativo conocer a las heroínas de la Vendée.
Una magnífica historia, además de útil y actual, escrita con la sutil pluma profética de la hermana Marie de la Sagesse…
Cómo literatura está bien, difero en su Mensaje.
Me parece «feminista» Una mujer que se hace pasar por hombre… a diferencia de Juana de Arco que no negó su feminidad, ni su condición, porque Dios se sirvió de su estado para demostrar que luchaba en su nombre.
No la culpo por dejar el convento, ese estado es solamente para almas elegidas!
Reverencia al masón Napoleón!…. entonces, a favor de quien lucho? Dice Jesús el que no está conmigo está contra mi!.
Hay mucha coherencia en tu interpretación. Daría lugar a cuestiones de hermenéutica y a un mayor conocimiento de ese período por mi parte. Pero me quedo con la premisa del inicio de defender a Dios y a la Patria
La Paz
Al final su misión no era el claustro sino otra su vocación. «La bella husar»
Así es, la premisa de luchar por Dios y la fe.