«¿Cuáles son tus graves razones?» (para no tener más hijos). Entrevista a Lucrecia Rego de Planas
Lucrecia Rego de Planas tiene 60 años; es esposa de Emilio Planas Fernández y madre de 9 hijos (su título más importante). Además, es Actuario matemático, posee una Maestría en Humanidades y es Doctora en Investigación por la U. Anahuac.
Ha recibido el Título de Maestro de la Fe por la Pontificia Escuela de la Fe. Diplomados en Historia de México, Dirección de Escuelas, Matrimonio y Familia, por el Instituto Juan Pablo II.
A su vez, ha sido fundadora del portal Catholic.net y directora del mismo desde 2000 a 2011.
Domingo 14 de Marzo de 2021 a las 18 hs. de ARG
Miembro del Consejo de Pastoral de la Arquidiócesis de México durante el gobierno de Mons. Norberto Rivera; de la Red Informática de la Iglesia en América Latina y del Consejo de Bioética de la CEM desde 1995.
Es, además, autora de varios libros, entre los que se cuentan: Este es mi Cuerpo (sacramentos); ¿Cuáles son tus graves razones?; La Autoestima, una trampa para el amor; ¿Quién secuestró a los maestros?; Ochocientos años, el paso de la cristiandad a la increencia; Colección Creciendo con Jesús (catequesis preescolar); Colección El Tesoro de mi Fe católica (catequesis primaria); – Colección Amigos de Jesús (catequesis secundaria); Colección Paquete Salves (catequesis rural).
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¿Y en qué momento fue madre? Porque con 9 hijos, habrá sido por demás de solicitada.
Me parece muy bien los éxitos de esta mujer, merecidos serán. Pero cuando un católico/a brilla en determinados campos, en el doméstico hace aguas.
Poner niñeras para que cuiden/críen a los hijos (8 o 9 horas al día), o distintos dispositivos, celular, tablet, compu, tele, play station, como drogas para que se críen solos, es algo que está fuera del plan de Dios. Si querés ser padre/madre, debés ser responsable con la crianza de tus hijos.
Imaginemos a María Santísima yendo a trabajar 10 horas al día, y a San José, apenas saliendo de la Carpintería. ¿Con quién se hubiera criado Jesús, nuestro Salvador?
Los éxitos en el mundo (¿de qué sirve ganar el mundo?, dice Jesús) no nos dan crédito para tener éxito en el hogar. Y la evidencia está en la enorme cantidad de divorcios entre católicos o matrimonios de puertas para afuera, porque sus corazones están divorciados.
A estar atentos… el Matrimonio es una vocación que se debe cuidar estando en casa.
También pensé lo mismo. No es la primera, ni la última, y no es que me parezca mal que una mujer aporte al mundo sus conocimientos y trabajo, al contrario, me siento orgullosa y es muy necesario. Pero no logro entender como pueden cumplir bien su roll de madre y esposa.
Hay mujeres que lamentablemente tienen que trabajar para mantener el hogar y los hijos, porque no alcanza con el sueldo del esposo.
Pero he visto otros casos donde no es así.
Y no es que esté en contra de la realización profesional de la mujer, al contrario, pero cuando veo que tienen más de 8 hijos. Me pregunto cuando cumplen sus deberes de madre y esposa, porque ella dice que ninguna mujer se condena por tener muchos hijos, pero olvida que si una mujer no es buena madre y esposa, si comete un gran pecado, porque es la responsabilidad que asumió cuando se casó.
Creo que el problema también está cuando se desea imponer una norma general para cada matrimonio, cuando cada matrimonio es un mundo aparte, y tiene sus propias necesidades y un camino propio de santidad.
Escuché el audiolibro y me parece que algunas afirmaciones de la autora son auténticos disparates. Por ejemplo, que es un milagro que nazca un hijo cuando hay matrimonios que usan el método Billings. El razonamiento es algo así: El M. Billings bien usado es efectivísimo, entonces si se concibe una criatura usando aún este método eso se debe a un milagro, luego Dios suspendió las leyes de la naturaleza (obrando un milagro) para que ese niño naciera.
Hay para hacer un libro con las afirmaciones absurdas de la autora.
Saludos,
Ya escuchó tan si quiera el testimonio? Ni si quiera se ha ha estrenado y ya está lanzando un juicio, uno suele criticar lo que no puede imitar. Habrá que esperar y ver cómo educó a sus hijos, y si es una mujer ejemplar en la fe, seguramente fue ejemplar en su hogar
Escuché el audiolibro y vi la entrevista. Creo que la prudencia se la jugaron al truco.
Paso un fragmento de un interesante post del Wanderer de hace 9 años atrás. Sigue siendo muy actual:
3) Sobre el hecho de traer al mundo todos los hijos que Dios manda, entiendo que es un imperativo que podría cumplirse hasta hace unos cien años, más o menos. Hoy, las condiciones sociales y culturales han cambiado, y se ha convertido en una situación difícilmente sostenible, y que muchas veces termina mal. Veamos:
a. La mujer, hasta un siglo, tenía claro que su misión era traer hijos al mundo y atender a su marido. Con eso se realizaba y era feliz. Hoy, en cambio, la han convencido de que debe ir a la universidad, trabajar fuera de su casa y tener momentos de libertad para comadrear con las amigas. Y, si no cumple con ese programa, no se realizará existencialmente. Y, efectivamente, cuando no puede hacerlo, se siente una inútil, y se deprime. No abro juicio de valor sobre si está bien o mal; digo solamente que es una realidad, y para todas las mujeres. También las católicas, y también las que están “en la tradición”.
b. La mujer de hace un siglo tenía diez hijos, se dedicaba a cuidarlos, a cocinar para su esposo, a coser y a limpiar. Y era feliz. La mujer de hoy, que necesariamente debe trabajar para alcanzar su realización personal, no puede, también, cuidar a diez hijos, ni siquiera a tres, y ni aunque tenga un trabajo part-time. Si intenta hacerlo, con el primero estará todo bien; con el segundo terminará los días cansada; con el tercero, empezará a enloquecer; con el cuarto, estará histérica, y con el quinto depresiva. No será en todos los casos iguales, pero ciertamente lo es en la mayoría.
c. La cultura contemporánea nos ha impuesto una atención excesiva a los niños. Festejan la primera ecografía, el babyshower, el nacimiento, la primera vez que dice “mamá”, el primer pasito, e via dicendo. La madre debe necesariamente jugar con el bebé, estimularlo, pasearlo, cambiarle los pañales cada vez que los moja, etc. etc. Antes, y aunque la expresión suene fea, el niño se criaba más bien como un “animalito”. No le festejaban ni el cumpleaños; si la familia podía afrontarlo, la madre no siquiera le daba de mamar porque buscaban a un ama de leche, y luego se encargaba la nurse. Si no había plata, la madre lo atendía como podía, le cambiaba los pañales dos veces por día y del resto se encargaban los hermanos mayores.
d. ¿Y no se puede hacer ahora lo mismo? No. Social y culturalmente no admitiríamos que se tratara de con tanto descuido a los niños; habrían fuertes críticas y hasta denuncias. Los hermanitos mayores ya no pueden criar a los más chicos porque culturalmente están obligados a ir a inglés, rugby y guitarra, o a gimnasia artística y jockey; a ver televisión, a jugar con la compu y a ir a casa de sus amiguitos. No sería muy bien visto que un padre le impidiera a sus hijos realizar todas esas actividades porque debe atender a sus hermanitos, y podría sufrir hasta penas legales si lo hiciera.
e. Me parece, entonces, que para cumplir el imperativo categórico de traer al mundo cuantos hijos Dios mande, deberíamos cambiar de época y retroceder unos cien años, lo que por el momento, y aunque nos pese, es imposible.
4) El cura que, porque es tradicionalista, aconseja a los matrimonios engendrar cuantos hijos vengan, debería, por su parte, vivir como vivía un cura del siglo pasado, ya que él quiere imponerle a sus fieles estilos de vida de esa época. Y lo que yo sinceramente no entiendo, es que la pobre gente recurra a un cura, muchas veces de veinticinco años, para consultar la cantidad de hijos que debe tener. Y que el cura pontificalmente le responda. ¿Dónde quedó la prudencia? Y después esos clérigos se dicen “aristotélico-tomistas”.
Una cuestión moral. En Humanæ Vitæ Paulo VI afirma que cualquier acto íntimo entre los esposos que intencionalmente quiera destituirse de su valor procreativo, es esencialmente desordenado. («Es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda.» nº 14).
Pero luego dice: «Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad.» Nº 16.
Sin embargo, el método de los ciclos naturales sigue contando con un acto voluntariamente infecundo y por lo tanto intrínsecamente desordenado. La intención sigue siendo evitar la prole y esto, de por sí solo, es desordenado. ¿No es una contradicción?
La solución podría venir del doble fin del matrimonio, pienso yo, y que erróneamente se piensa que uno es primario y otro secundario, cuando parecería, a juzgar por estas sentencias papales, que ambos son primarios. Pero quiero su opinión.
No he visto el vídeo. Esta presentación escrita, la forma de plantear esas preguntas, el hecho de destacar la parafernalia académica e incluso el número de hijos como un argumento para envestir de autoridad a una persona para predicar doctrina católica, genera mucha más confusión de la que se supone Vds. quieren evitar.
Así tienen Vds. de perdidos a muchos pobres católicos. Un día les hablan de la sencillez de vida de la Virgen María, de los años de carpintero del mismo Jesucristo, de las bondades de la vida oculta y callada, y al día siguiente les falta tiempo para intentar deslumbrarles con los éxitos mundanos de tal y Pascual.
Y lo de los hijos…un día son un don de Dios y al día siguiente son un título, un mérito, fruto de la generosidad del matrimonio y especialmente de la mujer.
Luego a quejarnos porque la gente no sabe por dónde se anda.