Enrique Díaz Araujo. In memoriam
No pudiendo aún escribir nada respecto de Don Enrique Díaz Araujo, partido ayer al Cielo y a quien tanto le debemos, publicamos aquí este “In memoriam” realizado por la Revista del foro de Cuyo y una hermosa poesía del Dr. Antonio Caponnetto que intentan mostrar parte de lo que fue este hombre de Dios y de la Patria.
Nos enorgullece haberle hecho (que sepamos) la última entrevista pública durante 2020.
Dios lo tenga en Su gloria.
P. Javier Olivera Ravasi, SE
PD: desde hace años, Don Enrique nos cedió, esperando este momento, el derecho sobre su obra. He ido escaneando y seleccionando poco a poco, bajo su supervisión, la misma. Hacen falta manos que quieran ayudar y corregir. Se reciben consejos, sugerencias o mano de obra.
“In memoriam”
Por Jorge H. Sarmiento García
Debo comunicar el fallecimiento del doctor Enrique Díaz Araujo, ilustre y sabio colaborador de esta Revista.
De noble estirpe, fue un apasionado de la Historia, la que enseñó por más de medio siglo en prestigiosas universidades y academias y, también, en numerosas reuniones de jóvenes libremente interesados en aprender la verdad y el bien.
Excelente Magistrado, imparcial e independiente, con fortaleza impartió justicia, aportando sus profundos conocimientos sobre metodología histórica para la resolución de las controversias llegadas a su conocimiento y decisión.
“Caballero sin miedo y sin tacha”, no detallaré aquí su frondoso “curriculum”, limitándome a señalar tres aspectos de su vida que han coadyuvado a dejar en mí un invalorable afecto.
En primer lugar, su amor a Dios, Uno y Trino y a su Única Iglesia Santa, defendiéndola siempre y en todo lugar contra los ataques, desde adentro y desde afuera, del maligno.
En segundo lugar, su piedad por la Patria, a raíz de la cual sufrió difamación, persecución y exilio.
Y fue igualmente un ejemplo de devoción a su familia, a la que siempre honró, siendo bendecida por numerosos hijos, nietos y bisnietos, inclusive por un retoño hoy sacerdote.
¡Descansa, queridísimo amigo, en la paz de Nuestro Rey y Señor, a quien fielmente serviste en esta vida, en la búsqueda del camino hacia la Vida!
Jorge H. Sarmiento García
Director Académico
Revista del foro de Cuyo
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO TOMA EL CIELO POR ASALTO
Por Antonio Caponnetto
“Yo quisiera dormir en mi estrecha tumba junto a los santos de Maratón”
Hölderlin
“El Reino de los Cielos está en tensión, y únicamente lo arrebatan los valientes”
Mt.11, 12
Madrugada en febrero. Es jueves por Tolosa.
a cambio de mortaja, calzó yelmo y loriga,
pidió los sacramentos, llamó a la muerte amiga
y tomó por asalto su cielo, el de Mendoza.
La recepción tenía un ritual preparado:
a su paso rindieron ballestas y arcabuces
los seráficos coros. Tremolaban las cruces.
El Ángel de la Patria se había engalanado.
Se cuadraron etéreos, como el viento de Cuyo,
como los vendimiales cuando ríe septiembre,
las alas fabricaron una grácil urdiembre
de azules y de blancos, mientras silba un coyuyo.
«Soy un paisano, apenas», les dijo recoleto.
«¿Dónde queda el archivo, el altar, la cocina?;
traigo un encargo grave: rezar por La Argentina
pero me restan libros por hacer, no me aquieto».
Dio un vistazo al entorno, vio rostros familiares:
dos curas, uno tuerto, otro de iras famosas,
Don Julio, el de la Vida de Juan Manuel de Rosas
moraban en los cirros de claros almenares.
Vio mejor y allí estaban sus maestros señeros,
los héroes de Malvinas, los Padres de la Iglesia,
los juristas romanos, los tres sabios de Grecia
y a quienes montan guardia cercano a los luceros.
Preguntó qué distancia separaba su nimbo
de los sitios propicios a batallas campales,
pensó en los inocentes matados a raudales
y al fin vio que era cierta la existencia del limbo.
Lo detuvo en la marcha una sombra rampante
-morrión de granadero, sable diestro en audacias-
le pareció que dijo: «Soy José y le doy gracias
«¿Es Usted, General?», pero seguía errante.
Abajo, mientras tanto, tejíanse obituarios
que tuvieran la dura certidumbre de un filo,
brotó entonces la noble exigencia de Esquilo:
por Dios y por la Patria peleé entre legionarios.
Descanse camarada, libró su Maratón.
Que la Virgen del Carmen custodie su reposo.
Hasta que llegue el día del triunfo glorioso
seremos los custodios del Fuego y del Fogón.
Antonio Caponnetto
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LO POCO QUE SÉ ES TAN FUERTE, QUE VALE POR SU FUERZA Y PODER DEL CONOCIMIENTO PROFUNDO QUE LE HACÍA VERTER LO INIMAGINABLE…
NO SOY UNA GRAN LECTORA PERO SÍ PRESTO ATENCIÓN A LOS QUE MÁS SABEN, Y AMAN LA VERDAD…
PARA DEFENDERLA.
Decía Castellani que Dios no nos pedirá cuentas de las victorias que tengamos sino de las cicatrices de la lucha. Bien, Don Enrique puede presentarse ante Dios con el cuerpo y el alma cosida de cicatrices ganadas en tantísimas batallas libradas por Su Honor y el de la Patria. Descanse en Paz Maestro y Camarada, y rece por nosotros.