El ius primae noctis o «derecho de pernada»

Quizás algunos no hayan escuchado hablar de él, pero basta con navegar por internet para encontrar miles y miles de páginas que repiten hasta el cansancio este supuesto privilegio que tenían los señores feudales de «iniciar» sexualmente, la misma noche de la bodas, a las jóvenes que contraían matrimonio en sus territorios con los pobres aldeanos. Luego del matrimonio —se narra— el joven esposo debía aceptar la tremenda humillación de acompañar a su esposa al castillo para que probara hasta la mañana, los favores del impúdico patrón; y todo esto de modo legal y con la complicidad de la Iglesia…

La leyenda de un supuesto «derecho del señor feudal» fue no sólo difundida por los iluministas, quienes veían en la Edad Media una época de «tinieblas y superstición religiosa» sino también por los protestantes, enemigos del triunfo, en esa época, de la Iglesia Católica.

Para entender mejor el problema, habría que recordar los pormenores de la época feudal, donde existía, tanto el señor feudal como el «siervo de gleba», es decir, el campesino que obtenía, en concesión de su señor, un lote de tierra suficiente para trabajarlo y —de este modo— mantenerse, a cambio de una cuota sobre la cosecha, pagadera en bienes o en trabajo para el feudo (construcción y mantenimiento de puentes y caminos y el saneamiento de terrenos pantanosos, etc.).

Bien lo señalaba Pernoud:

«La condición del siervo era completamente diferente a la del antiguo esclavo: el esclavo es un objeto, no una persona; está bajo la potestad absoluta del patrón, que posee sobre él derecho de vida y muerte; le está vedado el ejercicio de cualquier actividad personal; no tiene familia ni esposa ni bienes (…).El siervo medieval es una persona, no un objeto: posee familia, una casa, campos y, cuando le ha pagado lo que le debe, no tiene más obligaciones hacia el señor. No está sometido a un amo, está unido a una tierra, lo cual no es una servidumbre personal, sino una servidumbre real. La única restricción a su libertad reside en que no puede abandonar la tierra que cultiva. Pero, hay que señalar, esta limitación no está exenta de ventajas ya que si no puede dejar el predio tampoco se le puede despojar de éste»[1].

«Fue este arraigo a la propiedad lo que creó el nacimiento del presunto jus primae noctis; en efecto, al principio de la era feudal, el campesino tenía prohibido contraer matrimonio fuera del feudo ¿Por qué?, porque ello causaba un deterioro demográfico en áreas y zonas cuyo mayor problema era la falta de población. Los feudos necesitaban trabajadores y, en el caso de que un siervo o sierva se casase, alguien de otro feudo, se perdía una futura familia ligada a esa tierra. Sin embargo, «la Iglesia no cesó de protestar contra esa violación de los derechos familiares que, en efecto, desde el siglo X en adelante fue atenuándose», por lo que se estableció en sustitución del mismo la costumbre de reclamar una indemnización monetaria al siervo que abandonase el feudo para contraer matrimonio en otro. Así nació el jus primae noctis del que se han dicho tantas tonterías: sólo se trataba del derecho a autorizar el matrimonio de los campesinos fuera del feudo»[2].

En cuanto a los derechos, entonces, nada tenía que ver con una presunta licencia de acostarse con la pobre aldeanita en su noche de bodas, ni mucho menos con tratar a los siervos como a esclavos de la antigüedad pagana.

Existían, sí, casos de violación o de abuso por parte de los señores feudales, respecto algunas habitantes de sus feudos o comarcas, como hoy pueden existir en cualquier oficina donde una mujer trabaja doce horas diarias para mantener su casa, pero esto no es, como tampoco lo era antes, sino un abuso y hasta un delito.

La confusión con el derecho sexual se ha mantenido durante décadas y donde debería verse una institución basada en la costumbre medieval de no abandonar el feudo salvo a cambio de una «multa», terminó por ser un dato más de la barbarie medieval. Para terminar con la leyenda, hace algunas décadas, el francés Alain Boureau[3] escribió un contundente ensayo que sigue siendo hasta hoy una fuente infranqueable para quien se asome al tema. Allí se señala que fue principalmente en el siglo XIX, cuando los pensadores liberales comenzaron con la leyenda con fines propagandísticos; uno de ellos, que Boureau se encarga de refutar punto por punto, es el escritor Jules Delpit quien, en 1837, presentó un conjunto de «pruebas» basándose en leyendas falsas escritas con posterioridad a los hechos que narra.

Boureau señala que en varios casos no hay testimonios documentales de origen medieval que confirmen las menciones de ese supuesto «derecho», salvo la compensación que ya mencionamos por casarse e ir a vivir fuera del feudo. Uno de los argumentos centrales en contra de la existencia del derecho sexual de pernada o ius primae noctis es su muy escasa mención en documentos medievales[4]. Sin embargo, como francamente señala el autor, no se trata tampoco de negar que los señores medievales hayan recurrido a la violación. Esto sería angelismo, pero tal arbitrariedad «nunca fue una norma y menos aún una norma jurídica»[5].

Que existió el delito no puede negarse, pero un delito no es un derecho, sino todo lo contrario.

Testigo de ello es, como lo señala Carlos Barros[6] en un ensayo, algunas regiones de España contaminadas del derecho musulmán (este sí completamente misógino) y por costumbres aún no del todo cristianizadas. Así, en la Cataluña de finales del siglo XV existían esos abusos que terminaron por encontrar un freno en la legislación 1462 que los Reyes Católicos impusieron ante la rebelión campesina conocida como la remensa; allí se leía «que el señor no pueda dormir la primera noche con la mujer del campesino»; lo mismo declararon los grandes Reyes en 1486, en la legislación conocida como Sentencia de Guadalupe, donde se penaba este delito al declarar: «ni tampoco puedan los señores (feudales) la primera noche que el campesino prende mujer dormir con ella»[7]. Como bien advierte Barros, en el caso de haber existido como práctica delictiva (a Boureau no le convencen sus evidencias), se trataba de una simple y llana «violación», todo lo contrario de un «derecho», que tanto Fernando como Isabel se encargaron de castigar y extirpar para siempre.

 

*          *          *

¿En qué quedamos entonces? La mujer en épocas de cristiandad, ¿era una dominada? ¿Una oprimida? ¿Una sometida?

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 


[1] Cfr. Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia, Planeta, Barcelona 2004, 144.

[2] Ibídem, 144-145.

[3] Alain Boureau, Le droit de cuissage. La fabrication d’un mythe (XIIIe-XXe siécle), Albin Michel, París 1995, 325 pp. Pueden consultarse las reseñas del mismo en Abel López, Historia Crítica 20 (2001) 189-192 y en Reyna Pastor, La Aljaba 7 (2002), 214-217.

[4] En Francia, la primera referencia directa aparece en 1247 en un verso de un poema satírico y para señalar el monto a pagar por la emigración de un siervo a otro feudo (Alain Boureau, op. cit., 135).

[5] Ibídem, 253.

[6] Carlos Barros, “Rito y violación: derecho de pernada en la Baja Edad Media”, en Historia Social, Valencia 16 (1993), 3-17.

[7] Ibídem, 16


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3 comentarios sobre “El ius primae noctis o «derecho de pernada»

  • el noviembre 6, 2020 a las 8:27 pm
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    El feminismo, que es una construcción ideológica política, no es una realidad.

    Surge como tal cuando hay una clase media alta cuyas hijas reciben una educación más o menos similar a las de sus hermanos y que o no necesitan casarse para vivir y pasar la vejez o las oportunidades de trabajo (estamos en una economía ciudadana de servicios) les permiten vivir de ese trabajo; hasta ese momento ha sido imposible.

    Esto no significa que haya habido «espíritus libres» antes, pero sin ninguna relevancia, porque a parte de la realidad, nos influye el grupo al que pertenecemos.

    ¿Cuándo la mujer ha podido trabajar libremente?

    Cuando el desarrollo tecnológico permite trabajos en los que no se necesita la fuerza.

    Por ejemplo, las mujeres empezaron a conducir camiones (símbolo viril por excelencia) cuando se generaliza la tecnología que permite mover el volante del camión de forma asistida, porque no todos y todas tienen la fuerza de mover el peso de un camión cargado girando un volante con las manos desnudas. Y estamos hablando de una cosa que hay que hacer todos los días, no sólo cuando apetece.

    Ídem cuando el camión lo tenía que cargar el conductor a músculo y no con máquinas elevadoras… etc

    (esas son las razones por las cuales un camionero era epítome de la masculinidad: representaba el paradigma de la testosterona, la fuerza)

    Cuando cada vez más mujeres entran en el mercado de trabajo, cada vez más mujeres están obligadas a entrar en él, aunque no quieran.

    ¿Por qué?

    Porque en la familia en la que trabajan los dos cónyuges entran dos salarios y, por consiguiente, tienen mayor capacidad de gasto que una familia en donde sólo entra un salario.

    Cuando hay determinadas familias con dos salarios, los precios de la zona empiezan a subir (porque hay más gente que puede pagar más por el mismo bien o servicio, como la vivienda), obligando a cada vez más mujeres a poder trabajar simplemente para que su familia no viva como «pobres»…

    Volviendo a los camiones, a pesar de que en muchos lugares no hay ningún problema con que las mujeres conduzcan camiones, sin embargo siguen siendo una minoría muy pequeña.

    ¿Por qué?

    Porque conducir un camión es un trabajo solitario y en que no se habla.
    Y el cerebro de las mujeres está programado para estar en grupo y para hablar.

    (justamente la testosterona fomenta el individualismo)

    Recuerdese que estamos hablando de una profesión y oficio, esto es, que hay que hacer todos los días, todos los meses, todos los años para sobrevivir tu y tu familia…

    No es ninguna casualidad que las mujeres tiendan a ejercer ciertos trabajos y no otros.

    Esto es un pequeño ejemplo para mostrar que las ideologías (especialmente las políticas) son falsas siempre.

    El feminismo, que tiene cuando nace un fuerte apoyo de lesbianas (de orientación masculina) lo está utilizando hoy día el marxismo cultural para utilizar la praxis marxista para hacer la revolución (convencer al «proletario» que el propietario le roba , para que se llene de odio y asesine), sólo que ahora aplicado contra el hombre blanco, europeo y cristiano.

    Es decir, hacer creer a toda mujer que el varón (todo hombre) es un asesino en potencia (un maltratador) y que durante siglos los cristianos, pero no los musulmanes, los judíos o !os taoistas, han sojuzgado a la mujer.

    Ergo: ¡vota «Progresista» ( Soros)!

    Una manipulación masiva contraria a la democracia.

    La mentira no permite que seas libre; y si no eres libre para pensar, no eres libre para votar democráticamente a favor de tus intereses (esencia de la democracia). Todo es un engaño.

    En vez de ser más libres, lo somos cada vez menos.

    ¡Para atrás, como los cangrejos!

  • el noviembre 6, 2020 a las 9:44 pm
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    Buena aclaración porque creo que hasta en el colegio uno aprendía ésto en las clases de historia como dato de la Edad Media.
    Como dice, puede haber sido un delito, como los muchos que se cometen ahora debidos a las malas inclinaciones, o costumbres de pueblos invasores que se hacían propias por la misma razón.
    Sobre que tenga algo que ver con el feminismo, creo que lo que se llama feminismo es una ideología neo marxista que se nutre de todos los mitos sobre la condición de la mujer a través de la historia y que deja de lado lo que es verdaderamente importante para la mujer: que se la respete, es decir su ser personal, complementario y se reconozca su capacidad para desarrollar actividades ya sean intelectuales, de trabajo, de dirigencia, etc, como corresponde a quien se precie de ser persona.
    Algo de historia se pero mucho me falta por saber. De todas maneras pienso que muchos problemas con la mujer que se han dado y se dan en el cristianismo en general, (no solo católico) como en el mundo musulmán, creo que puede deberse a que algunas costumbres generadas en esas culturas de hace dos mil años sobre la mujer, pasaron a las religiones como el modo de ser de la mujer. Tal vez esté equivocada pero es mi sentir. Creo que en el mundo musulmán se manifiesta terriblemente pero, por ejemplo, hasta los años sesenta yo usaba velo para ir a la iglesia. Tal vez si alguien me dice, es una forma de reverencia ante Dios, lo acepto gustosa, pero, de ninguna manera si se fundamenta en que soy mujer.
    Otro ejemplo y eso que las leyes han cambiado mucho. Para la herencia de mis padres mis hermanos hombres sólo necesitaban decir su estado civil. En el caso de las mujeres, había que hacer declaraciones notariales con dos testigos las que éramos solteras a pesar que el carné de identidad dice el estado civil y en todo documento uno aparece como soltera. Mi hermana casada necesitó la autorización notarial de su marido y la otra su certificado de divorcio. Eso es lo que molesta.
    Soy mujer espero me comprenda.

  • el noviembre 22, 2020 a las 8:52 am
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    En «Las bodas de Fígaro» de W.A. Mozart aparece la referencia del «derecho de pernada» que quería un conde, sobre la prometida de un campesino llamado Fígaro.

Comentarios cerrados.

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