Le Barroux, donde hasta los argentinos alcanzan a Cristo
¡Viva España!
La foto parece realmente una estampita de Fra Angelico, pero todavía no lo es… En efecto, Joaquín Ansaldi eligió el estrecho camino que conduce a la salvación al hacerse monje en Francia, y podríamos decir que, si sigue así, va derechito al cielo.
Todavía nos parece que fue ayer, cuando escribimos la crónica ( https://www.quenotelacuenten.org/2018/09/21/un-monje-argentino-en-la-abadia-de-le-barroux-francia/ ) sobre la toma de hábito de nuestro amigo, en religión Fray Juan Diego, en la abadía francesa de Le Barroux y de toda la familia Ansaldi que anhela alcanzar a Cristo en los tiempos que corren.
Pues bien, dos años pasaron, y llegó el momento de realizar sus primeros votos temporales en esta comunidad benedictina de rito tradicional. Para acto tan solemne, el único fraile argentino que allí mora, eligió profesarlos el 12 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de Hispanidad, como para mostrar bien el lazo que une su Fe y su vocación con la Madre Patria. Por cierto que la aparición mariana de Zaragoza es bastante desconocida para los franceses que suelen ignorar todo lo que sucedió más allá de los Pirineos… No por nada, el padre abad predicó un sermón muy sencillo acerca de la primera manifestación en vida de la Virgen María al apóstol Santiago, para alentarlo en la dura misión que Dios le había encomendado: la conversión de Hispania.
Después de la homilía, llegó el momento más importante para el joven novicio, que hasta el momento era el único que se mantenía “escondido” entre sus hermanos del coro con la cabeza baja, cubierta por la capucha negra, “como en las películas”, dirían los chicos, sin poder verle bien el rostro.
Cuatro votos
Luego de ser llamado por el nombre de religioso, Juan Diego pasó adelante y se arrodilló frente al abad mitrado, con anillo, cruz pectoral y báculo tal cual lo prescribe la regla benedictina del siglo V, y ante todos los monjes que lo rodeaban en semicírculo ocupando todo el ábside, el P. Louis-Marie preguntó en la lengua de la Iglesia:
– “Queridísimo hijo, que dejaste el mundo para refugiarte en Dios, estando bajo Su mirada y en presencia de estos tus hermanos, respóndenos: “¿Prometes, por una duración de tres años, tu estabilidad, la conversión de tus costumbres y la obediencia según la Regla de nuestro Padre san Benito y de nuestras Constituciones, en presencia de Dios y de sus Santos?
– Prometo.
A continuación el novicio leyó en voz alta con un latín perfecto: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén. Yo, hermano Juan Diego Ansaldi, de la diócesis de Rosario, prometo por tres años mi estabilidad, la conversión de mis costumbres y la obediencia según la Regla de nuestro Padre San Benito en este monasterio de Santa María Magdalena de Le Barroux, ante Dios y los Santos cuyas reliquias se conservan aquí, en presencia del Reverendísimo Padre Don Louis-Marie de Geyer D’Orth, abad de este monasterio, y de los monjes del mismo. En fe de lo cual, firmo esta petición de mi propia mano, el año de la Navidad del Señor 2020, el día 12, del mes de octubre.
Fray Juan Diego Ansaldi”
El neo profeso firmó sobre el altar el texto arriba transcripto, cual iluminado medieval, y después lo presentó al abad y a cada uno de los monjes, que aprobando con una señal de cabeza, salieron así testigos de su profesión. Para ese momento a Fray Juan Diego ya le habían bajado su capucha para mostrar la tonsura (de latín, tondere: rasurar o cortar el pelo) en su cabeza, indicando que el fraile seguirá sus estudios para sacerdote. En su origen la tonsura clerical era una señal de humillación, rapados como los esclavos, estos nuevos siervos de Cristo también recordaban al mundo la corana de espinas que su Señor llevó el Viernes Santo.
Con los brazos extendidos en cruz, el monje orante entonó en latín el siguiente versículo: “Recíbeme, Señor, según tu palabra y viviré. Y no permitas que sea confundido en mi espera”. Y el coro de casi sesenta monjes repitió a una sola voz el mismo salmo, mientras nuestro fraile se postraba en el suelo como signo de entrega total y el abad implora al cielo: “Te suplicamos, Señor, concedas que las puertas de tu gracia sean abiertas a tu servidor Juan Diego, que renuncia a las pompas del siglo, el cual despreciando al diablo, se refugia bajo el estandarte de Cristo; ordena que él, que viene a Ti, sea recibido con rostro sereno, a fin de que el enemigo no triunfe sobre él; otórgale el auxilio de tu brazo infatigable, reviste su alma de la coraza de la fe, para que protegido por tan feliz amparo, se alegre de haber escapado al mundo. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén”.
Para finalizar el rito, se le lo revistió con el escapulario negro y todavía de rodillas, Juan Diego recibió el abrazo de bienvenida de cada monje de su nueva familia. La Misa continuó solemnizada con el órgano y el sublime canto gregoriano, que nos trasladó al séptimo cielo, casi sin darnos cuenta que el tiempo seguía pasando para los mortales.
Además de los tres votos de todo religioso de pobreza, castidad y obediencia, los benedictinos tienen el de “stabilitas loci” o voto de estabilidad de lugar, es decir, su adhesión permanente a un solo monasterio para toda la vida, con el cual el santo fundador combatió el mal de la época, y también de la nuestra, de los eremitas o monjes “giróvagos” que andaban sueltos por doquier sin tener un lugar o comunidad fija. En pocas palabras, nuestro amigo fraile, entró en Le Barroux para morir en Le Barroux. Y a decir verdad, tan mal no le va, pues se lo ve feliz.
Festejos virtuales a la argentina
A Dios gracias, tres de sus hermanos sacerdotes pudieron acompañarlo de cerca en la inolvidable ceremonia, junto con algunas religiosas y más de cincuenta parroquianos de Ollioules (pueblito vecino a Toulon donde Joaquín vivió un tiempo antes de entrar al monasterio) que hicieron las veces de familiares pues lamentablemente, por la situación de covid, sus papás y un hermano que viven en San Rafael, Argentina, no pudieron hacerse presentes. Aunque nada impidió que lo acompañasen espiritual y virtualmente desde el otro lado del océano, ya que los tres se levantaron heroicamente a las 4 de la mañana para unirse a su hijo y hermano con una Misa, celebrada a la misma hora que en Francia por el P. Gregorio Ansaldi, el cuarto que se ordenó el año pasado, en la pequeña capillita familiar, al mejor estilo “la Casa azotada por el viento”.
Además, con los medios modernos de hoy en día, se les transmitió on line parte de la ceremonia y también pudieron comunicarse para festejar de una manera singular, pero no menos real, la profesión religiosa del “Benjamín” de los Ansaldi, que dicho sea de paso, supera los dos metros de altura.
Ni un detalle autóctono escapó al festejo de guitarreada folklórica y mate amargo, ya que Juan Diego, amén de ser un monje ejemplar, es un excelente cocinero y se preparó varios kilos de dulce de leche casero para las “tartas cabsha” que se sirvieron de postre en toda la comunidad y a los cincuenta invitados. Todo un éxito, al punto que uno de los frailes franceses se atrevió a preguntarle la receta, mas Juan Diego contestó misteriosamente: “No puedo decirlo, es un secreto nacional”.
Aunque después de todo, estos monjes parecen tener el secreto más importante, el de la santidad. Pues mientras en este valle de lágrimas el mundo gira aceleradamente, quemando iglesias, publicando escándalos eclesiásticos y sembrando confusión doctrinal entre los buenos; la abadía de Barroux parece estar inmune al vendaval, aferrándose a la cruz y a la tradición de siempre.
Esperemos que en unos años podamos participar también de los votos perpetuos de nuestro amigo y, por qué no, de su futura ordenación sacerdotal. Mientras tanto, a Dios rogando, con todos los monjes de este monasterio, para que otros jóvenes y otras familias lleguen a alcanzar a Cristo en este verdadero oasis espiritual y litúrgico del siglo XXI.
Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros, S.J.M.
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Ud. está recibiendo esta publicación porque aceptó su envío.
No es un parecido a la realidad. Es la realidad. Es una parte sencilla de la realidad «poliédrica» de nuestra desorientada humanidad, este año, bajo la excusa del nuevo coronavirus. Es la realidad. Es el Plan Amoroso de Dios para nuestro poliedro.
Hermosa nota.
Dios nos conceda sacerdotes santos!!!
Emocionante post. Gracias por su publicación. Felicitaciones al afortunado y su familia.
Enhorabuena buena a los padres de Juan Diego.
Es evidente que algo de este éxito es esfuerzo suyo.
Para los que estén interesados o tengan curiosidad, la abadía de Le Barroux emite diariamente los oficios, cantados en latín, a través del computador o del celular, para los que tienen una aplicación que funciona con Androide y i-phone.
Simplemente visiten el web site de la abadía y sigan las instrucciones.
Maravilloso
Que hermoso llamado. Me encanta lo del salmo: “Recíbeme, Señor, según tu palabra y viviré. Y no permitas que sea confundido en mi espera”
Gracias Señor por tus maravillas
Una hermosa luz, que iluminó mí semana.
Gracias