Nuestro homenaje al pueblo mexicano. Ante los «arreglos» de los cristeros

Como lo detalláramos en nuestro libro «La Contrarrevolución cristera. Dos cosmovisiones en pugna» (disponible en Amazon, AQUÍ) hace poco más de siete décadas que, luego de casi tres años sin Misa pública, comenzaban a gestionarse los «Arreglos» entre la Iglesia y el Estado mexicano para reanudar el culto público (suspendido por los obispos ante la persecución inicua del gobierno de Plutarco Elías Calles).

Tres inviernos habían pasado y la guerra cristera no cedía. A pesar de ser menos, los católicos venían ganando terreno y esto preocupaba no sólo al gobierno sino también a Estados Unidos que no veía con buenos ojos las pérdidas económicas que el conflicto desataba.

«Valentín de la Sierra»

Homenaje a los cristeros mexicanos. Tomás Alonso / P. Javier Olivera Ravasi, SE

La banca judía J.P. Morgan, por medio de uno de sus socios, el Dr. Dwight Morrow, embajador a la sazón en México, comenzaba a actuar para llegar a un arreglo entre ambos bandos. Por su parte, gran parte de la jerarquía eclesiástica que se hallaba exiliada en Roma o Estados Unidos, pensaba que de seguirse con la guerra y la suspensión del culto, podía terminar con el olvido de Dios y de los sacramentos.

Y comenzaron los “arreglos” (se firmarían el 21/6/1929), si arreglos pueden llamarse… Se decía que Roma quería arreglar a toda costa a sabiendas de que el gobierno nunca cumpliría con su palabra. Era como meter la cabeza en la boca de un león hambriento. Entre las voces, las más esclarecidas voces, surgirá la del General Gorostieta, Comandante en Jefe de las fuerzas cristeras que dirá a voz en cuello en una memorable carta pública:

“No son en verdad los obispos los que pueden con justicia ostentar (una) representación. Si ellos hubieran vivido entre los fieles, si hubieran sentido en unión de sus compatriotas la constante amenaza de su muerte por sólo confesar su fe, si hubieran corrido, como buenos pastores, la suerte de sus ovejas…Pero no fue así (…). El (…) poder del tirano (…) hubiera caído hecho añicos si (los obispos) hubieran estado de acuerdo para declarar que: ‘La defensa es lícita y en su caso obligatoria…’ (…). Que los señores obispos tengan paciencia, que no se desesperen, que día llegará en que podamos con orgullo llamarlos en unión de nuestros sacerdotes a que vengan otra vez entre nosotros a desarrollar su sagrada misión, entonces sí en un país de libres. ¡Todo un ejército de muertos nos mandan obrar así! (…)”[1].

Pero los arreglos se hicieron y lo que iba a ser un “modus vivendi” se convirtió en un modus moriendi. Los cristeros, presionados en sus conciencias por el pedido de sus obispos, entregaron las armas cual ovejas que van al matadero. Y en vez de perdonárseles la vida como se había estipulado, comenzaron a caer uno tras otro en las manos de los verdugos, por lo que algunos afirmaron que murieron más cristeros después de la guerra que durante la misma. La afirmación no es tan así, pero sí sucedió que, por más de 20 años, se continuó persiguiendo a los cabecillas católicos del levantamiento.

Se cumpliría entonces la profecía que el último Comandante en Jefe, después de la muerte en combate de Gorostieta, diría:

«Debemos, compañeros, acatar reverentes los decretos ineluctables de la Providencia: cierto que no hemos completado la victoria; pero nos cabe, como cristianos, una satisfacción íntima mucho más rica para el alma: el cumplimiento del deber y el ofrecer a la Iglesia y a Cristo el más preciado de nuestros holocaustos, el de ver rotos, ante el mundo, nuestros ideales, pero abrigando, sí, ¡vive Dios!, la convicción sobrenatural, que nuestra fe mantiene y alimenta, de que, al fin, Cristo Rey reinará en México (…). La Guardia Nacional desaparece, no vencida por nuestros enemigos, sino, en realidad, abandonada por aquéllos que debían recibir, los primeros, el fruto valioso de sus sacrificios y abnegaciones. ¡Ave, Cristo, los que por ti vamos a la humillación, al destierro, tal vez a una muerte ingloriosa, víctimas de nuestros enemigos, con el más fervoroso de nuestros amores, te saludamos, y, una vez más, te aclamamos Rey de nuestra patria! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe! México, Agosto de 1929. Dios, Patria y Libertad. Jesús Degollado Guízar, Soldado de Cristo Rey”[2].  

Mi homenaje a ese pueblo mexicano a quien nunca olvido.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Fragmentos del libro «La Contrarrevolución cristera. Dos cosmovisiones en pugna».

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[1] Enrique Gorostieta, Carta a los prelados sobre los arreglos del 16 de Mayo de 1929 (citada por Jean Meyer, La Cristiada, op. cit., t. 1, 316-318).

[2] Jesús Degollado Guízar, Memorias de Jesús Degollado Guízar…, 270-273; cursivas nuestras.


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7 comentarios sobre “Nuestro homenaje al pueblo mexicano. Ante los «arreglos» de los cristeros

  • el mayo 26, 2020 a las 10:04 am
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    Buenísimo artículo. Aquí en Uruguay hasta hace poco País de Masones y Comunistas hasta hace meses ( hoy solo Masones) siempre en la Enselanza nos ocultaron la guerra Cristera y la “Vandee” de la Rev. Francesa

  • el mayo 26, 2020 a las 10:19 am
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    ¡¡¡ VIVA CRISTO REY !!! te amo Jesus, me fio en Ti :todo lo que me pase es fruto de tu AMOR te lo digo yo 51 años de paralitico y 79 de edad
    GLORIA Y ALABANZA A JESIS , MARIA Y JOSE.

  • el mayo 26, 2020 a las 10:55 am
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    Buenos Días Padre Javier, desde Guadalajara México, tampoco lo olvido, Que Jesucristo los siga acompañando en su Misión Diaria y Nuestra Madre la Virgen de Guadalupe lo cubra con su manto.

  • el mayo 26, 2020 a las 11:27 am
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    Efectivamente, una vez hechos «los arreglos» comenzó una cacería encarnizada contra todos los líderes del ejército desarmado hasta casi aniquilarlos por completo, hubo supervivientes y refugiados que incluso se lograron «colar» al mismísimo recinto camaral para ser testigos del llamado «pacto de los generales».

  • el mayo 26, 2020 a las 4:24 pm
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    Muchas gracias padre Javier Olivera Ravasi, desde Santiago de Querétaro, México. Excelente libro, La Contrarrevolución Cristera. La lucha Cristera sigue, no ha acabado, va a acabar cuando venga Cristo Rey.

    Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe.

  • el mayo 27, 2020 a las 1:53 pm
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    Le cuento algunos detalles sabrosos pa’ que les saque punta.
    El embajador yanki en México en tiempos de Calles era Dwight Morrow, como queda se ha dicho arriba, masón y funcionario de la Banca JPMorgan, que era la inspiradora y dueña de facto de la Reserva Federal. Este embajador fue el padre de Ann Morrow, mujer que supo ser del famoso Charles Lindbergh, hijo del senador Lindbergh y senador él mismo años más tarde, que se opondría tenazmente a … la creación de la Reserva Federal. Fracasando por supuesto.
    Lindbergh hijo, el que cruzó el Atlántico en avión, fue un opositor irreductible a que Norteamérica entrara en la guerra de 1939. Pero FDR (uno que, según IAnzoátegui, tenía el segundo nombre que se merecía) tenía decidido lo contrario pese a sus monsergas pacifistas. Por algún motivo que aún me llama la atención y no acepto como una mera casualidad, a Lindbergh le secuestran y matan un bebe hijo de él y nieto de Morrow, delito por el cual juzgan e incineran (con crueldad típicamente yanki) a un alemán muy probablemente inocente. ¿Fué una advertencia para que callara el famoso piloto…? No lo sé.
    Y el largo e insoluble misterio de la traición de los obispos y de Pío XI…

  • el mayo 30, 2020 a las 6:30 pm
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    Completa, esta respuesta-aclaración, la esclarecedora conferencia que ofreció el Padre Javier Olivera. En nada conocía detalles de la Contrarrevolución Cristera, y me entero por este video que vi y escuché con sufrida emoción.

Comentarios cerrados.

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