Divorciados vueltos a casar: ¿pueden o no pueden comulgar?
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Un misterio enorme sigue haciendo posible la Encarnación.
En esta encrucijada Dios habla, hoy, también.
Su Luz está asistiendo – otra vez – a los que Lo buscan en senderos de oscuridad.
Porque atravesamos caminos de cornisa, abismos incomprensibles, despojamientos…y nos faltan las palabras para expresar nuestro dolor.
Señor, ¡ ten piedad !
Padre x favor puede reenviar el tema de la SANTA PUREZA. Se lo quiero dar de escuchar a mis nietos adolescentes. Muchas gracias y el Buen Dios le bendiga siempre.
Acá están lo links
youtube.com/watch?v=WZHVTeFYkLs&feature=emb_logo
Padre Javier: Gracias por estar ahí y ser siempre una luz que ilumina tanta oscuridad que hoy tenemos en el mundo y en la Iglesia.
El tema es, qué se hace con los sacerdotes que ante personas separadas y que viven con otra pareja, les aconsejan que pueden comulgar sin ningún problema? Quién comete el pecado grave? Qué se le puede decir a esas personas que van a comulgar por consejo del sacerdote? Seguramente poco y nada ya que primará la palabra del sacerdote. Muy triste situación la que se vive hoy en día dentro de la Iglesia!
Padre, qué el Señor lo bendiga y lo mantenga siempre fiel a la verdadera doctrina de Xto. Oro por usted.
No olvidar que muchísimas de esas personas, fatigadas por la máquina de impedir, y con causales de nulidad demostrables han renunciado a encarar procesos engorrosos para atender en paz sus familias amparados en su recta conciencia y la asistencia de algún sacerdote, en el mejor de los casos, equivocado o no.
Y también están los condenados a la soledad por no tener ni por mentas las causales de nulidad…
Me han dicho que en los primeros siglos no fue así, pero no profundicé más…
Dios sabrá asistirles, a unos y a otros, pues su psiquismo no siempre aguanta la tensión que estas contradicciones – impuestas – conllevan, sobre todo luego de haber atravesado el trauma de la separación y recibido el «milagro» de encontrar un compañero/a, y haber vuelto al milagro de los hijos y el amor conyugal.
A veces, a ellos, esto les significa propiamente la Eucaristía y la Cruz.
Y no hay muchos que lo entiendan, y menos aún que lo acepten.
En lo personal, siento que San Pablo tenía razón al no recomendar casarse; claro que él lo decía por otras razones!
Y si se consideran las complicaciones legales que pudieran derivarse de los Códigos laicos que supimos conseguir…¡menos que menos!