El peor Papa de la historia: el caso de Juan XII
Cuando en su momento presentamos en http://www.quenotelacuenten.org/2017/08/05/cuando-la-homosexualidad-pecado-liber-gomorrhianus-espanol-1-2/ la versión castellana del “Liber gomorrhianus” de San Pedro Damián, algo decíamos acerca de ese catastrófico siglo X en el que, para la Iglesia, todo parecía perdido (el “siglo de hierro”, como se lo conoce).
Sacerdotes sodomitas, curas amancebados y escandalosos, enorme ignorancia entre el clero, resultaban moneda corriente por ese entonces al punto que, de no haber sido por la gracia de Dios y la fidelidad de sus santos, todo hubiese hecho pensar que la Barca de Pedro naufragaba.
Pero dado que la historia es maestra de la vida y siempre podemos aprender de ella es necesario ver los hechos pretéritos para que iluminen los actuales.
¿Y para qué?
Para ver cómo la santidad de la Iglesia, aunque pueda verse a veces afeada por sus miembros, depende principalmente de Su fundador, Nuestro Señor Jesucristo.
Pues lo lamento por Jorge Manrique, pero no todo tiempo pasado fue mejor…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
¿Quién ha sido el peor papa de la historia de la Iglesia?
Por Roberto de Mattei
(resumen)
¿Quién ha sido el peor pontífice en la historia de la Iglesia? Muchos consideran que Alejandro VI, papa criticado en demasía, aunque según san Roberto Bellarmino fue Juan XII (937-964), al que califica de omnium pontificum fere deterrimus, «casi el peor de todos los pontífices».
Alberico II de los condes de Tusculo, princeps de Roma de 932 a 954, se hizo llevar a San Pedro pocos días antes de morir y, sobre la silla del Apóstol y en presencia del papa Agapito, hizo jurar a los nobles romanos que a la muerte del papa reinante elegirían a al solio pontificio a su hijo, al cual había puesto el nombre augural de Octaviano. Cuando falleció el Sumo Pontífice en diciembre de 955, fue elegido Octaviano con el nombre de Juan XII, aunque no tenía la edad canónica para ello, ya que apenas contaba dieciocho años. Según la descripción unánime de las fuentes, el joven pontífice fue un papa libertino que no puso fin a la vida de placeres desenfrenados a la que se había abandonado antes de su elección al solio pontificio. En el otoño de 960, habiendo entablado un conflicto con el marqués Berengario de Ivrea, que se había proclamado rey de Italia, y con Adalberto, hijo de este, el nuevo papa recabó la ayuda de Otón I de Alemania. Al frente de su ejército, Otón descendió a Italia, derrotó a Berengario y Adalberto y prosiguió hasta Roma, donde el 2 de febrero de 962, día de la Candelaria, el Romano Pontífice lo coronó solemnemente emperador. Dicha coronación fue el acto fundacional del que sería llamado Sacro Romano Imperio Romano Germánico. Una semana después de la coronación, tuvo lugar la concesión del denominado Privilegium Ottonis, una copia del cual se conserva hasta hoy en los Archivos Vaticanos. El documento, si bien por una parte confirmaba todas las concesiones territoriales hechas a la Santa Sede por Pepino el Breve y Carlomagno y añadía otras, constituyendo de hecho los Estados Pontificios, por otra imponía a la Santa Sede la obligación de someter las elecciones pontificias a la aprobación preventiva de la persona del Emperador y sus sucesores. Otón entró después en Pavía, pero Juan traicionó el juramento de fidelidad a Otón y estableció una alianza contraria con su antiguo adversario Adalberto.
En un célebre texto recientemente reproducido en una versión filológicamente precisa, Liutprando, obispo de Cremona, narra el conflicto que enfrentó al Papa y al Soberano en los años 960 a 964.
Cuando el emperador Otón supo que el Papa había estrechado una alianza con Adalberto, convocó un sínodo en San Pedro en el que participaron obispos y arzobispos que se contaban entre sus seguidores, eclesiásticos y miembros de la Curia Romana, figuras destacadas de la ciudad y representantes del pueblo. Juan XII, sin embargo, se alejó de la Ciudad Eterna. El Emperador preguntó las razones de su ausencia, y los romanos respondieron que se debía a la inmoralidad del Papa, la cual se manifestaba en una larga serie de delitos como simonía, sacrilegio, blasfemias, adulterio, incesto, abstención de los sacramentos, uso de armas y trato con el Demonio. Todos, fieles y clero, declararon que «había convertido el sacro palacio en un auténtico burdel; había dejado ciego a Benedetto, su padre espiritual, el cual falleció poco después; había asesinado al cardenal subdiácono Giovanni amputándole los genitales; provocaba incendios; se ceñía espada y se armaba de yelmo y coraza; de todo ello dieron testimonio. Todos, laicos y eclesiásticos, afirmaron a gritos que brindaba a la salud del Diablo; que jugaba a los dados invocando la ayuda de Júpiter, Venus y otros demonios; que no celebraba maitines ni las horas canónicas, y tampoco se santiguaba» (p.15). Una vez que los acusadores confirmaron sus acusaciones con un solemne juramento, el 16 de noviembre de 963 Otón envió en nombre del Sínodo una carta a Juan solicitándole que acudiera personalmente a pedir perdón.
Juan se negó a comparecer ante la asamblea. Entonces los romanos pidieron al Emperador que lo depusiese y sustituyera por otro pontífice de mayor estatura moral. «Una plaga inaudita se extirpa con un cauterio inaudito. Si con sus costumbres corrompidas sólo se hiciera daño a sí mismo y no a todos, se lo podría soportar. ¡Pero los que eran castos se han corrompido tratando de imitarlo! ¡Cuántas personas honradas se han pervertido con su ejemplo! Rogamos, pues, a vuestra majestad imperial que se expulse de la santa Iglesia de Roma a este monstruo que no ha manifestado la menor virtud que pueda compensar sus vicios» (p.23).
El 4 de diciembre de 963 Juan fue condenado y depuesto, y Otón pidió al Sínodo que eligiese a un sucesor. El pueblo y el clero de Roma eligieron a un laico, jefe de la cancillería laterana, que reinó con el nombre de León VIII entre 963 y 965. Tras ser ordenado en un mismo día diácono, sacerdote y obispo, obtuvo la aprobación del Emperador y fue consagrado en San Pedro. Cuando se fue Otón, Juan, el papa depuesto, volvió a Roma y obligó a León VIII a huir, tras lo cual convocó un nuevo concilio mediante el cual excomulgó a León y empezó a vengarse de quienes lo habían abandonado: a uno (Azzone) le mandó cortar la mano derecha; a otro (Giovanni), la nariz, la lengua y dos dedos.
Mientras el Emperador se preparaba para regresar a Roma, el 7 de mayo de 964, Juan XII sufrió una apoplejía provocada, según Liutprando, por el Diablo mientras cometía un pecado sexual, y murió ocho días más tarde, el 14 de mayo, sin recibir los sacramentos. Contaba veintisiete años, y fue enterrado en San Juan de Letrán. El Liber pontificalis lo califica de infelicissimus, porque vitam sua in adulterio et vanitate duxit: pasó toda la vida entre adulterios y frivolidades” (p.99).
Si alguno sostiene que el Espíritu Santo elige y guía infaliblemente a todo pontífice, lo desmienten los hechos, y corre el riesgo de rendir un pésimo servicio a la Iglesia. El Espíritu Santo no abandona jamás a su Iglesia, pero en aquel oscuro siglo respondieron mejor a su influencia los laicos que los papas. A pesar de las protestas de Juan XII contra la ilegitimidad canónica de su deposición, la Iglesia incluye en su cronología oficial a León VIII como su legítimo sucesor.
El trono de Otón I estuvo circundado por la aureola de la santidad, y San Roberto Bellarmino lo califica de pius imperator. Su esposa fue Santa Adelaida; su madre, Santa Matilde, que después de enviudar se retiró a la abadía de Quedlindberg, que ella misma había fundado; San Bruno, arzobispo de Colonia, era hermano suyo. El nieto de Otón y su tercer sucesor, el emperador San Enrique, casó con Santa Cunegunda; la hermana de Enrique, Santa Gisela, casó con San Esteban I de Hungría y fue madre de San Emerico.
En esta red familiar de santos está el origen de Europa cristiana del Medievo, en una época en que el Papado atravesaba un periodo de grave decadencia. Un siglo más tarde, surgió en Cluny el gran movimiento reformador de la Iglesia, que culminó con el pontificado de Gregorio VII y la epopeya de las Cruzadas, inaugurada por el beato Urbano II.
Como siempre, la Iglesia avanzaba victoriosa en la tempestad.
Roberto de Mattei
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
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Dejemos que la Iglesia la gobiernen los paganos… el resultado, puesto en el artículo.
Paganismo actual = pro aborto / anticlericalsmo / liberalismo / masonería / lobby gay / comunismo ateo = anti cristo
Está bien querer anestesiar un mal actual comparando con otros males de la historia pasada; regocijarse y consolarse de que hubo situaciones peores a las que estamos transcurriendo en este vivo momento, y fueron superadas, porque Cristo N.S. vence.
La historia que relata de Juan XII y de su entorno, es realmente diabólica y perversa. Y denota que hubo fieles, que defendían la «Verdad de Cristo».
Hoy, también hay fieles y clero que defienden la verdad, pero la verdad a medias, sus verdades, no la VERDAD de Cristo; pero realmente –antes no podía entender y creía lo contrario– reina una ‘grande iniquidad’. Si bien, dar un vaso de agua fresca de beber es una obra de amor, y Dios la tiene muuuy muuuy en cuenta, si la realizamos humildemente en Su Presencia; la MAYOR ‘obra de Amor’ es proclamar y llevar las Almas a ‘Cristo MUERTO y RESUCITADO’, El Es el único vencedor de la muerte, de Satanás y sus Legiones, y no hay otro DIOS encarnado; lo contrario, es la 《GRAN INIQUIDAD》.
El Justo, el santo vive por la Fe sobrenatural. Hoy, en el entorno que vivimos, las familias no transmiten la verdad de Cristo, la Catequesis no transmite a Cristo, los colegios católicos son boliches e instrumentos de perversión; las abuelitas hablan de lo bueno del Yoga y reiki.
De 30 a 40 años a la fecha de hoy, los Sacerdotes que conocí y obispos no transmiten la ‘Verdad de Cristo’…el último, que ahora lo fueron, hizo una capilla de adoración al Santísimo Sacramento, pero con las Catequistas sólo buscaban convencerme de que debo modernizar mis pensamientos y espíritu: «no tiene nada de malo que los adolescentes miren «Merlin»»…ahora se retira a estudiar inglés y filosofía, supongo que para imitar a su Ídolo.
Mejor ni hablar del resto Sacerdotal, por las estupideces que predican y las verdades que CALLAN, su Fe y moral han muerto.
No aflojemos, No cesemos con una Verdadera CATEQUESIS y Evangelización a los niños que tengan su Alma y Espíritu abiertos a la GRACIA, PUENTEANDO a los diabolizados sacerdotes. Llegado el momento, «amarán a Cristo y rechazarán a Satanás, por recibir la Verdad de CRISTOJESUS».
Por esto y MUUCHO más, Padre, esto sólo lo arregla nuestro Dios Padre Celestial.
San Daniel, Ezequiel, Jeremías, hubieran sido siquiatrizados y somniferados…pude inventar un montón de cuentos de hadas y tirar todas las pastillitas a la basura.
No sé porque Dios me hizo/hace sufrir viendo todo esto, pero me despierto atormentado pero FELIZ.
PRONTO, no se cuando, los que sobrevivan, sentirán santa envidia por la misericordia que fueron tratados los dinosaurios.
《El cielo pertenece a Dios, la tierra se la encomendó a los hombres》, los hombres la perdimos.
¡¡¡Viva Jesucristo REY del Universo y Su CORREDENTORA SANTÍSIMA PURÍSIMA Madre María VIRGEN PERPETUA!!!
Por lo visto…el fin de los tiempos todavia demorara cientos de años..quizas nuestros descendientes..biznietos veran la Venida de Jesus.Es historia ciclica esto q pasa en nuestra Iglesia…solo que ahora se hace mas notoria por existencia de los medios tecnologicis q nos unforman al minuto…nafa nuevo bajo el sol…la historia
se repite una y otra vez…vaya a saberse hasta cuando….
Los verdaderos horrores, falsedades, sofismas y mentiras que contiene este artículo fueron pulverizados por Moimunan: https://moimunanblog.com/2019/12/14/70527/?fbclid=IwAR1sLDi68pfW-xXgSmsG2nitGTVOtjuhFTxcVnofK5Z0auGnpMKESjSyrO8
Juan XII, nunca fue depuesto, León VIII solo fue un antipapa.
Hay tres formas de salir del cuerpo jurídico de la Iglesia: apostasía, cisma y herejía. ¿Por qué olvidar a Alejandro VI, por ejemplo, si de costumbres se trata? ¿Y Julio III, Cardenal Dei Monti?
La historia hoy nos demuestra que presenciamos -según mi opinión-, apostasía, cisma y herejía. Y es cierto que desmienten los hechos que el Espíritu Santo guía siempre a la persona. La historia no es decir: «El peor Papa de la historia», sino un Papa que se puede considerar tal como el peor; hasta donde llega un criterio que se actualiza. Hoy el tema no es si es «peor», si no, «est, est, non,non.
R.Padre, me parece excelente el comentario anterior, recién lo veo; pero hablando de la historia, si se elige un punto determinado, hay que pensar en que diacrónica; por eso un punto sincrónico es difícil de ser comparable…
¿Cuál fue el peor momento en la historia de la Iglesia? No lo sé. La Iglesia salió triunfante siempre. Sin embargo, no creo que sirva presentar un caso histórico para,quizás, consolarnos un poco de lo que sucede hoy. No sé cuál fue el peor Papa, ni la peor época; la de hoy es dura. Humildemente pienso que si el artículo -aún no sé bien hacia donde va- se escribió para atenuar circunstancias actuales, es tomar mate con azúcar. Pero la Iglesia salió triunfante, SIEMPRE.