Julio Verne y un libro desconocido sobre la contra-revolución francesa

Fuente: Religión en libertad

La novela más desconocida de Julio Verne, una obra que ensalza la epopeya católica de La Vendée.

Por Carmelo López-Arias / ReL

Probablemente Julio Verne (1828-1905) es el escritor que más títulos de sus obras ha logrado introducir en la cultura popular. Han sido lectura obligada -y placentera- en la adolescencia y juventud durante generaciones, y casi todas han conocido versión cinematográfica. Basta pensar en Cinco semanas en globo (1863), Viaje al centro de la Tierra (1864), De la tierra a la luna (1865), Los hijos del Capitán Grant (1868), Veinte mil leguas de viaje submarino (1869), La vuelta el mundo en 80 días (1873), La isla misteriosa (1874), Miguel Strogoff (1876), Un capitán de quince años (1878)...

La vuelta al mundo en 80 días (1956), de Michael Anderson, con David Niven, Shirley MacLaine y Cantinflas. En esta escena, con cameos de -¡nada menos!- Marlene Dietrich y Frank Sinatra. Todo un homenaje de Hollywood a Julio Verne, que recibió 5 Oscar (entre ellos, el de Mejor Película) y 3 nominaciones.

Veinte mil leguas de viaje submarino (1954), de Richard Fleischer, con Kirk Douglas y James Mason. El éxito de Verne no residía solamente en las originales aventuras que hacía vivir al lector, sino en el poderoso retrato de sus personajes y sus conflictos interiores. Ganó dos Oscar, a la Dirección Artística y los Efectos Especiales.

En ese elenco de títulos de Verne por todos conocidos no figura El conde de Chanteleine. La escribió en 1864, el año en el que firmó su segundo contrato con su editor Pierre-Jules Hetzel (1814-1886), quien pasaría a la historia del libro precisamente por publicar las obras de Verne y por hacerlo en ediciones de gran calidad y estética inconfundible. En aquel momento, su autor no era aún la gran celebridad que llegaría a ser, y de sus grandes novelas solo había publicado Cinco semanas en globo.

De la tierra a la luna, en una de las ediciones de Hetzel para los Viajes extraordinarios de Verne, un hito en la historia del libro.

El conde de Chanteleine fue publicado en tres entregas, de octubre a diciembre de 1864, en Musée des familles. Lectures du soir[Museo de las familias. Lecturas vespertinas], una revista mensual que marcó la cultura francesa entre 1833 y 1900 y en la que colaboraron plumas como Honoré de BalzacAlejandro DumasTeófilo Gautier y Víctor HugoVerne hacía comenzado a colaborar en sus páginas en 1851, señalando su evolución desde la poesía y el teatro a la literatura de viajes y la narrativa.

Un retrato de Julio Verne, ya considerado una «celebridad contemporánea» en Musée des Familles, en septiembre de 1875.

En la Francia de un Napoleón III que empezaba su decadencia camino de la derrota frente a Prusia en 1870 y la III República, tuvo que sorprender el contenido de El conde de Chanteleine. Se trataba de una apología en toda regla del alzamiento cívico de la región francesa de la Vendée contra la Revolución Francesa, por Dios y por el Rey, seguido del primer genocidio sistemático de la Historia moderna, que tuvo miles de víctimas ejecutadas con una crueldad que la historiografía oficial, edificada sobre la mitología revolucionaria, ha intentado ocultar a toda costa.

Verne sabía hacer funcionar en París su pequeño «clan bretón» (él había nacido en Nantes), y entró a colaborar en Musée des Familles bien respaldado. Había contactado con su director a través de toda una institución como Alfred de Vigny, quien le había hecho de mecenas con sus primeros poemas y había sido testigo en la boda de Pitre-Chevalier, cabeza de la publicación durante dos décadas. 

Sea como fuere, los lectores del mensual disfrutaron con las hazañas del conde Humbert de Chanteleine y de su capellán, el padre Fermont, líderes en la trama de un grupo de campesinos católicos y monárquicos alzados contra el Comité de Salud Pública de la Revolución. La figura del protagonista está inspirada en un personaje real, Pierre-Suzanne Lucas de La Championnière (1769-1828), lugarteniente de Charette, a su vez uno de los principales caudillos militares vandeanos (François Athanase Charette de La Contrie, 1763-1796, fusilado en una plaza pública de Nantes). Verne conoció a los hijos de La Championnière en casa de su tío Prudent, y pudo así tener noticia de sus experiencias de combate.

La rebelión oculta, un documental dramatizado sobre la Vendée dirigido en 2017 por Daniel Rabourdin.

¿Por qué esa toma de posición de Verne, tan comprometida? A lo largo de su carrera no hizo grandes posicionamientos públicos ni tomó parte especialmente en la agitada política francesa de aquellos años. El tono general de sus obras trasluce el optimismo cientificista y el espíritu de exploración propio de la época, y presupone un Dios Creador. Sus personajes proceden de nacionalidades variadas. Es un escritor internacional que, pese al tradicional chovinismo galo, no tiene empacho en convertir en héroes a protagonistas ingleses, como Phileas Fogg. Y sin embargo, es llamativo, como ha señalado algún experto en su obra, que alguien tan volcado en la literatura de viajes apenas cite a los misioneros católicos, omnipresentes en todos los exóticos lugares del mundo donde tenían lugar sus novelas.

En todo caso, y aunque parece que su fe se fue enfriando tras morir su padre, hombre de firmes convicciones religiosas, Verne fue siempre católico y murió confortado por los sacramentos.

La guerra de la Vendée, de Jim Morlino, es una película de factura modesta y actores infantiles que fue en 2012 premio Mirabile Dictu (Festival Internacional de Cine Católico) a la Mejor Película para Audiencias Jóvenes.

Es posible que en la decisión de escribir El conde de Chanteleine pesase en Verne su condición bretona, pues Bretaña, como todo el oeste galo, fue también zona de resistencia popular contrarrevolucionaria, y él siempre tuvo a gala ese origen. En la biografía de Olivier Dumas (presidente de la Sociedad Julio Verne) Viaje a través de Julio Verne se cita una respuesta del escritor a alguien que le preguntaba por sus convicciones religiosas: «Siendo bretón, soy, por razón, por razonamiento, por tradición familiar, cristiano y católico. Nada en mis obras puede hacer suponer lo contrario«. Sin embargo, un apologista católico como Louis Veuillot (1813-1883) lamenta que en sus obras lo que está presente es «una religión sin ritos, sin dogma, más teísta que cristiana y más cristiana que católica… donde la idea de un juicio post mortem está ausente, y el premio y el castigo tienen lugar en esta tierra».

Algunos pasajes de la novela

Pero de lo que no hay duda es de que Verne, en El conde de Chanteleine, tiene muy claro el papel fundamental de la religión en el alzamiento vandeano, junto a la leva obligatoria de tropas para imponer la Revolución en Europa, que dejaba los campos sin brazos y condenaba a la población al hambre. En los primeros párrafos señala la irritación de los campesinos por «la dispersión de párrocos juramentados, que habían sustituido a los antiguos curas en todas las parroquias del país». La reacción contra esos sacerdotes que habían aceptado la Constitución Civil del Clero dio lugar, añadida al reclutamiento forzoso, a la formación del «ejército del altar y del trono» como reacción campesina liderada por los aristócratas locales.

Una de las ilustraciones de la edición original, obra de Jean-Valentin Foulquier.

En un momento de la trama, el conde Chanteleine evoca cómo ha visto actuar a los sacerdotes fieles: «¡He visto de cerca a esos ministros del cielo! ¡Les he visto bendecir y absolver a un ejército entero arrodillado antes de la batalla! Les he visto celebrar misa sobre un cerro aislado con una cruz de madera, vasos de cerámica y ornamentos de tela. Les he visto luego lanzarse al fragor del combate con el crucifijo en la mano y socorrer, consolar y absolver a los heridos incluso bajo el fuego de los cañones republicanos. Y me han parecido más envidiables que en otros tiempos con la pompa de las ceremonias religiosas».

Algunas ediciones españolas de la novela. Imágenes: Todocoleccion.net.

El pueblo católico aborrecía a aquellos sacerdotes juramentados que se habían sometido a los poderes revolucionarios, pero sostuvo y protegió, hasta morir por ellos, a los sacerdotes refractarios fieles a la Fe y al Papa. «Cuando los ayuntamientos introdujeron a los sacerdotes constitucionales, los parroquianos se negaron a recibirles. Hubo lucha y batalla en más de un lugar. Los campesinos persiguieron a los juramentados. Muchas tomas de posesión de las parroquias fueron sangrientas», cuenta Verne.

Y así narra, en otro pasaje de la novela, lo sucedido en la localidad de Quimper. «Quimper había visto caer la primera cabeza bajo el hacha republicana, y ésta fue la de Alain Nedelec», cuenta Verne: «El clero de Bretaña contó en aquella ciudad su primer mártir en el venerable obispo de Conan de Saint-Luc. Desde aquel día, Quimper fue entregado a las iras y al capricho de la municipalidad republicana, cuyo individuos obraron siempre con la más irritante arbitrariedad. Hay que consignar que los republicanos de la ciudades importantes de la vieja Bretaña se distinguieron por sus exageraciones demagógicas».

Un siglo hasta que se publicó como libro

Años después de escribir esta novela por entregas, cuando ya era famoso, Verne quiso publicarla con su editor habitual, según cuenta Rino Cammilleri en un reciente artículo donde presenta la nueva edición italiana de la obra, pero Hetzel se negó. Con toda probabilidad, porque contrariaba sus más profundas convicciones. Su familia paterna era de origen protestante y Hetzel era un convencido republicano que había participado en la revolución de 1848, convirtiéndose en jefe de gabinete de Alphonse de Lamartine en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Luego seguiría conspirando contra el Segundo Imperio.

Pero el «lastre» ideológico pesó sobre El conde de Chateleine mucho más allá de la negativa de quien fue toda la vida editor y amigo de Verne. De hecho, en Francia no se publicó íntegra hasta 1971, y hubo que esperar a 1994 para que se publicase como un volumen separado. En España, sin embargo, se conocieron ediciones desde finales del siglo XIX, y varias en los años cuarenta del siglo XX.

Gracias a la labor de algunos historiadores que han sacrificado su carrera por la verdad, como Reynald Secher, o a políticos de primer nivel, como Philippe de Villiers, vandeano, autor de una novela sobre Charette e impulsor del parque temático Puy de Fou sobre la historia de Francia, la epopeya monárquica y católica de la Vendée está saliendo del olvido. [En España ha sido decisiva para ello la publicación de La guerra de la Vendée, del profesor Alberto Bárcena.]  Y eso sin duda contribuirá a que siga el mismo camino de reconocimiento públicola novela que le consagró nada menos que todo un Julio Verne.

 


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