Perdón Gendarmería. Más sobre el «caso Maldonado»
Vengan algunas valientes reflexiones acerca del «caso Maldonado» que publicó ayer el diario La Nación de Buenos Aires.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
Gendarmería: las cosas por su nombre
Fuente: Diario La Nación (Argentina). Editorial
Quedará en los anales de la ignominia y la hipocresía el uso de una muerte accidental para crear y endilgarle al gobierno de Mauricio Macri una desaparición forzada. La construcción del caso involucró necesariamente una cadena de mentiras y falsos testimonios. Se sacó provecho, además, de la sensibilidad de una parte de la sociedad cuando algo se refiere a los llamados «pueblos originarios».
Un reclamo de una fracción mapuche contestataria y claramente infiltrada por corrientes subversivas, identificada como Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), cortó la ruta 40 en un tramo cercano al territorio que reivindican como propio. La Justicia ordenó proceder a la disolución del piquete y la liberación de la ruta, tarea que le cupo a la Gendarmería Nacional, para concretarla con el menor daño posible a los involucrados. Sin disparos de armas de fuego, sus efectivos recibieron numerosos impactos de piedras y elementos contundentes por parte del grupo activista, respondiendo con idénticos elementos. En cualquier lugar del mundo la acción de las fuerzas del orden frente al corte violento y prepotente de una ruta hubiera parecido de una levedad inapropiada.
Los violentos huyeron y se lanzaron a cruzar el río en busca de un lugar más protegido. Entre ellos estaba Santiago Maldonado, un artesano que por ideología, espíritu de bohemia o aventura los acompañaba. Sin las habilidades físicas de los mapuches, dado que no sabía nadar, y con una gruesa carga de ropa, según surge del resultado de la autopsia, no habría podido llegar por sus propios medios a la orilla opuesta. Su acompañante no pudo ayudarlo y Maldonado murió ahogado o por hipotermia. Todo su grupo lo sabía, pero guardó el secreto y elaboró la versión y el testimonio de su apresamiento por parte de la Gendarmería, cumpliendo con quienes armaron el libreto de la desaparición forzada. Está claro hasta aquí que la utilización política de la situación por parte de una facción ha pretendido alterar hechos que, si bien aún aguardan confirmación, todo parece indicar que habrían tenido un derrotero muy distinto al del «relato» que una vez más una ideología violenta y combativa buscó imponer desde distintos frentes al grito de «Macri, basura, vos sos la dictadura». Horacio Verbitsky lo hizo desde Página 12 y las tropas kirchneristas y las izquierdas combativas impulsaron la falaz versión. Desconociendo el dolor de una familia y de toda una sociedad, con la hipótesis de una desaparición forzada que responsabilizaba a la Gendarmería y al propio Poder Ejecutivo Nacional, se convocó a la protesta y a las marchas, con remeras estampadas con la cara del joven artesano y pancartas con mensajes desestabilizadores que cobraban fuerza en el marco preelectoral. La televisión incluso dio cuenta de situaciones en los colegios en los que las maestras tomaban lista a sus alumnos incluyendo el nombre de Santiago Maldonado y lo mismo sucedía en turnos de hospitales, oficinas públicas, y hasta en salas de cine. La propia Cristina Kirchner llegó a pavonearse portando la imagen de Maldonado en una misa y en actos públicos (…).
La Gendarmería pasó a ser sindicada como una siniestra fuerza a las órdenes de un gobierno de inhumanos y perversos personajes. Muchos comentaristas se inclinaron por la versión de la captura ilegal, algunos por ideología, otros por la propensión a las teorías conspirativas. Aun después de la aparición e identificación del cuerpo insistían en que había sido colocado en el lecho del río por la Gendarmería. Todavía hoy, cuando la autopsia y la confesión de un testigo comienzan a arrojar mayor claridad sobre el suceso, muchos persisten en la mentira (…).
En algunos colegios, los hijos de gendarmes fueron sometidos a burdos escarnios, hasta el punto de haberse teatralizado escenas de falsos fusilamientos a cargo de oficiales de la fuerza, en el afán de abochornar y denigrar la acción de quienes tienen bajo su responsabilidad la defensa de la ley y el orden en nuestro territorio (…). Ante la duda general sobre lo que podría haber conducido a la desaparición de Maldonado, la Gendarmería fue vil y apresuradamente demonizada, algo frecuente cuando amplios sectores de la ciudadanía asocian «la represión» con los violentos años del proceso militar, sin comprender que cualquier extralimitación contraria a las leyes y el orden es dable de ser legalmente controlada, con el aval de la Constitución, para garantizar o recuperar la normalidad y la vigencia de las instituciones.
Nos preguntamos si quienes produjeron tanto daño y dolor, de modo tan artero o equivocado, no deberían expresar públicamente: «Perdón, Gendarmería».
Las palabras deben recuperar su sentido más cabal y dejar de ser instrumento de facciones que buscan tergiversarlas en un peligroso afán por vaciarlas de su auténtico contenido, poniéndolas al servicio de vetustas ideologías. El caso Maldonado nos ofrece una clara oportunidad para que, como sociedad, reflexionemos y repasemos cuál es el rumbo que elegimos. Sólo si cada uno puede reconocer los propios errores, de ayer y de hoy, seremos capaces de construir juntos el futuro que nos convoca. Es tiempo de comenzar a llamar a las cosas por su nombre.
Perdón, Gendarmería. Aunque no he estado en su contra durante este «caso -relato», me hago eco de la expresión porque se merecen el debido reconocimiento por su accionar obediente a órdenes y contrao’rdenes titubeantes.
Se los humilló y… ¡ obedecieron !
Gracias, Gendarmería por defender a nuestra Patria !
Los encomiendo a la Virgen de Luján, de quién muchos de ustedes son devotos.
Se necesita urgente un acto de desagravio a la Gendarmería y a los oficiales y suboficiales atacados por el ram
Excelente editorial. Cuando no está promocionando la ideología de géneros y la homosexualidad (todos los días hay notas sobre esos temas, casi siempre cerradas a comentarios porque saben que la mayoría de la gente se les opone), uno se da cuenta que La Nación es el principal medio conservador de la Argentina.
También habría que hablar de uno de los problemas más graves de la Argentina, que la gran mayoría ni siquiera se da cuenta: los argentinos, desde la vuelta de la democracia, sufrieron un tremendo lavado de cerebro con relatos sobre el «genocidio» de la última dictadura militar, con su fantasioso número de 30.000 desaparecidos. Eso hace que toda y cualquier acción que involucre un cierto grado de violencia (inevitable en este tipo de situación) por parte de las fuerza de seguridad les parezca ilegítima a la mayoría de la población, que se encuentra en una muy extraña situación: delante de los tan comunes cortes de calle o rutas, piden la pronta acción del estado; pero en cuanto ven un manifestante con la cara ensangrentada, lloran por la «violencia excesiva» y la «represión» de las fuerzas de seguridad. En el caso Maldonado lo volvimos a ver, mucha gente que no simpatiza con los pseudo-mapuches o los llamados «movimientos de liberación de los pueblos originarios» compraron su versión y culparon la gendarmería porque automáticamente están condicionados a pensar en las fuerzas de seguridad como «represoras y genocidas». La gran mayoría de los locales ni se dan cuenta de ellos; para mí, que soy un brasileño residiendo hace 12 años en Buenos Aires, es más fácil verlo.
Excelente editorial y excelente que usted lo haya publicado en el blog, Padre Javier Olivera Ravasi. ¡Gracias! y como reinvindicación: ¡¡Perdón Gendarmería!! ¡¡Viva la Patria!!
Agradecido por el envío. Ojala día a día nos amiguemos más con la verdad.
yo vivo en la cuidad de San Carlos de Bolívar en donde un abuelo despareció de un geriátrico municipal y hasta el momento no se tiene noticias de él habiendo pasado varios meses y habiéndose desteñido los carteles – y las intenciones de búsqueda- que daban cuenta de su desaparición.
Por su desaparición no salió nadie a la calle ni a hacer «paradas»con discursos de barricada como sí lo hicieron – y la siguen haciendo hasta ayer 1º-Nov-2017- por Maldonado.
¿Será que hay muertos que valen menos que otros? ¿También podremos calificar a ese anciano de desaparecido forzado?
La verdad no hay que imponerla pues ella se impone sola, pero al menos debemos saber defenderla.
La reserva moral que aún persiste en la gente del interior es la que prestigia a los gendarmes
Vaya para ellos mi agradecimiento y mis oraciones.
AMGD y SVM
Es muy simple: apareció el cuerpo de este muchacho cuando el gobierno nacional puso una recompensa de 2 millones de pesos. La avaricia pudo más en este mapuche trucho y dijo exactamente donde estaba, pensando que cobraría dicha suma para la «causa». Mi pregunta es: no habría que meterlos presos a todos estos delincuentes por abandono de persona, mentiras y tráfico de drogas??? Ustedes sabrán que en estos «territorios sagrados» se cultiva marihuana hace años, por eso no dejaron entrar a las fuerzas del orden y cuando lo hicieron, los cacharon a todos estos mansos mapuches. Presos tienen que estar!!!!!
Para clarificar a muchos. Dice JUAN DOMINGO PERÓN – Obras completas – V – Bs.As. 1985 Anexo-cap.III-Campaña del General Roca (1879) – p. 110 «Finalmente, el 30 (de junio/1879) regresa a Buenos Aires… Con esto termina la expedición del General Roca, pero no la campaña, la que recién…termina en 1881, cuando el Cnel. Villegas lleva a cabo la expedición al Lago Nahuel Huapí, sentando la soberanía nacional en todas esas regiones, entregándolas a la civilización» y pág. 114 «Corresponde hacerse notar, especialmente, los sacrificios que debieron sufrir tanto Oficiales y tropas en esta cruzada libertadora del propio suelo patrio. Los 5.500 hombres que formaron dicha expedición fueron verdaderos titanes.»
Algo más sobre el tema indígena: la Constitución Nacional de 1949 quitó de su texto la referencia a los «indios» (art.67, ap.15.Const. 1853/60), porque ya todos los habitantes eran argentinos sin distinción. El indigenismo que introduce la reforma constitucional de 1994 es una ideología infiltrada por el NOM para debilitar nuestra soberanía territorial. A los magnates petroleros les va a resultar más fácil y barato negociar los contratos de explotación con un grupito de mapuches falsificados que con un Estado Nacional fuerte y un Pueblo unido. Sin embargo, aun en este escenario de derrota, los constituyentes del `94 limitaron el reconocimiento de ciertos derechos (art. 75, inc. 17) a los «pueblos indígenas argentinos». Ésta es la semántica a defender, como mínimo…