Sarmiento y la profesión de su madre (1)
Se cumple mañana, 11 de Septiembre, un nuevo aniversario de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, ex-presidente de la Argentina y «Maestro de América», como se le ha llamado.
Independientemente de las buenas costumbres de su madre y de la ideología del calificador, debemos estar de acuerdo en que, el «ilustre sanjuanino», fue «un verdadero hijo de puta».
Presentamos aquí, en dos partes, el excelente artículo de Eduardo Peralta que nos ha llegado al blog.
SARMIENTO: «un verdadero hijo de puta…»
Eduardo Peralta
“…conozco a personajes que se creían águilas, temidos
y solemnes en su pluma oficial, y que al ser desnudados
exhibieron risibles alones de gallina…”
(Leopoldo Marechal, Didáctica de la Patria, 19)
- Malas palabras
“Una reina conocida por el sobrenombre necesario de la profesión que se nombra con una palabra prohibida”. Así se expresaba Ignacio Braulio Anzoátegui a propósito de la majestad británica, en su “Poema de las Invasiones Inglesas”. De vez en cuando este singular poeta utilizaba deliberadamente una “palabrota” como recurso discursivo para captar la atención, causando hilaridad y complicidad en el lector u oyente. Pues bien, salvando lejanas distancias, sin don poético alguno, ni capacidad literaria y retórica que se asemeje a la de don Ignacio –sin mencionar su sentir nacional y católico–, el Ministro de Defensa del Uruguay expresaba el pasado 28 de abril que Domingo Faustino Sarmiento fue “un grandísimo hijo de puta”. El motivo: “instó a matar gauchos diciendo que eran buen abono para las pampas”[1].
El discurso pronunciado por Eleuterio Fernández Huidobro tuvo lugar en Piriápolis (Uruguay), con ocasión de un acto político organizado por la Corriente Acción y Pensamiento-Libertad (CAP-L), movimiento al que pertenece. Por cierto, estas palabras subidas de tono no fueron las únicas que salieron de su boca. El ministro, en efecto, no sólo descargó contra el “prócer” sanjuanino –con quien tiene un sorprendente parecido físico–, sino que también hizo una serie de denuncias: la carestía de alimentos, la inflación, la hambruna de los países a los que “nadie les da pelota”, la contaminación de los ríos Negro y Santa Lucía a causa de algas tóxicas, etc. Reprochó, a su vez, la conducta de los ambientalistas que, según él, se escandalizan por el cigarrillo pero no dicen nada de los autos que producen más daño. Agregando que todos nos fumamos los caños de escape. Sin embargo fue el coprolálico exabrupto el que trascendió en los medios nacionales y provinciales, y el que provocó innumerables desagravios hacia el Maestro de América.
Ministro de Defensa del Uruguay
Eleuterio Fernández Huidobro
Con lo sucedido, el ministro uruguayo resultó ser una especie de “revisionista” histórico y mediático, puesto que acusa a las radios de su país de informar “pavadas” para mantener a la gente “distraída”. “Quiero escuchar la verdad –dijo–, por eso escucho radios de otros países”. Sobre la cuestión histórica hizo referencia a los unitarios acusándolos de ser “una manga de sinvergüenzas”, y concluyó diciendo que “la historia hay que darla completita”.
No hubo que esperar mucho tiempo para que los defensores de Sarmiento aparecieran escandalizados y rasgando sus liberales vestiduras ante tamaña blasfemia, limpiando la ultrajada imagen del ilustre “prócer”. Uno de ellos fue Rodolfo Giunta (profesor de historia y miembro del Museo Histórico Sarmiento), quien –sin querer– parafraseó la sentencia de Belloc según la cual no es historiador el hombre que no sabe responder desde el pasado. Según este profesor, “analizar hechos con los ojos de hoy es un problema”. Por tal motivo, “el juicio histórico que se haga tiene que estar en el contexto de la forma de pensar que había en determinada época, porque si lo pensamos con paradigmas actuales, naturalmente que ciertas cosas nos pueden llegar a parecer aberrantes”[2]. Claro que estas cosas aberrantes son justificadas por Giunta, en nombre del relativismo histórico. El gaucho –dice–, era considerado un inadaptado, “era la representación de la barbarie,del vago”. En el momento en que Sarmiento tuvo esa expresión, “hasta había conceptos de raza” y “la solución era exterminar a aquél que no estaba en concordancia con una determinada propuesta. Tenemos que pensarlo en ese contexto.”
Pero si de tácticas historicistas y de falsificación histórica se habla –cuando no de falacias incongruentes y de contradicciones absurdas–, no puede faltar a este propósito el acostumbrado Felipe Pigna. Este propagador del pensamiento único y de propias ocurrencias mendaces, fue entrevistado en julio de 2013 por Juan Carlos Bataller, del programa La Ventana, de Canal 5 Telesol (San Juan). Dicha entrevista fue nuevamente emitida el pasado viernes 2 de mayo, a propósito de los dichos de Huidobro. Allí, Pigna –en las antípodas de Belloc– se refirió al análisis histórico, trayendo a colación el caso del autor del Facundo. Felipe Pigna afirmó que el presente es lo que cuenta, es la única mirada que vale. Y niega que se pueda escribir desde el pasado: “Obviamente ningún historiador puede, salvo que se traslade en el tiempo. No me han invitado a la máquina del tiempo que tienen ellos (…) Yo escribo acá –y esto lo dijo el recientemente fallecido maestro Hobsbawm-, todo historiador escribe desde el presente y para el presente. O sea, nuestros ojos son los ojos del Siglo XXI. Otra cosa es sacar de contexto. No hay que sacar de contexto. Decir: “Sarmiento era racista”. Sí, era racista, pero en el contexto del siglo XIX esto era muy común en la mentalidad de la época”[3].
Como se puede apreciar, el indigenista y filo británico Pigna[4], no sólo no condena la persecución sarmientina al gaucho y al indio, sino que la justifica vilmente. Nada más se puede esperar de este olmo. Como tampoco se puede esperar nada del susodicho Instituto Nacional de Revisionismo Histórico, cuya vicedirectora, nada menos, es una defensora y admiradora de Sarmiento.
Tanto de las palabras de Pigna como de las de Giunta, se hace eco el periódico El Nuevo Diario[5], que responde a los hermanos Juan Carlos y Mariano Bataller. Pero se suman al desagravio popular otros testimonios en la misma sintonía de pensamiento que los anteriores.
El primero de Rosa Garbarino (Decana de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de San Juan), quien aseguró entre otras cosas: “Los insultos proferidos por el ministro uruguayo son producto de un total desconocimiento, porque cuando uno hace un análisis de la historia debe hacerlo basado fundamentalmente en lo que es el contexto de la época”. El segundo, del historiador Edgardo Mendoza, quien absolvió al gran maestro, en los siguientes términos: “Sarmiento tomaba partido por una manera de organizar el país en el cual los gauchos no tenían lugar (…) Se llenó las manos de sangre porque fusiló, pero en ese momento era común”.
Finalizando la galería de los desagravios se encuentra la directora del museo Casa Natal de Sarmiento, Mónica Arturo. Para esta sarmientina “de pura cepa”, no se conoce la historia de Sarmiento y “por eso se habla de oído”. Además, se desconoce “su obra con todo el legado que nos ha dejado”. Arturo, dolida por el hecho de que defenestren a Sarmiento, aseguró que “elevará un pedido a nivel nacional a la Secretaría de Cultura de la Nación para que [Huidobro] se interiorice bien de quien fue”. Además le reprochó al ministro: “Primero lea, aprenda y después diga muchas cosas”.[6]
Tal fue el revuelo causado por las “malas palabras” de Huidobro que hasta el gobernador José Luis Gioja dijo que “es preferible no salir al cruce porque se le da más autoridad a sus palabras (…) hay que dejarlo ahí y no polemizar”[7]. Aunque evidentemente no le hicieron mucho caso.
- La historia completita
Llegado a este punto digamos algo sobre el protagonista de esta historia y víctima de tan imperdonable injuria. Las palabras de Huidobro hacen referencia a la famosa carta de Sarmiento a Mitre, fechada el 20 de septiembre de 1861: “No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”.
Manuel Gálvez, quien trazó un majestuoso retrato biográfico de Sarmiento, dijo que la carta “es un documento de formidable valor psicológico y aun psiquiátrico.”[8] Es una prueba más de aquel odio proferido hacia el gaucho y lo que él representa para Sarmiento, la barbarie. Prueba, también, el aborrecimiento contra lo que puedo contener algún lejano parentesco o contacto pasado, con lo que fuera federal; aun cuando se trate de alguien que, como Sarmiento, se encontraba afiliado a la masonería. Nótese que en la misma carta sigue diciendo: “No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste, Southampton o la horca”.
Como si fuera poco, cuatro días más tarde, el 24 de septiembre, Sarmiento le volvía a escribir a Mitre: “Tengo odio a la barbarie popular… la chusma y el pueblo gaucho nos es hostil (…) El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden… Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas”. En una carta del 27 de septiembre de 1844 se preguntaba: “¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar”.
Horacio Videla en su afán por defender a Sarmiento señala: “No ahorrar sangre de gauchos, dijo el que no derramó ni una sola gota de sangre de gaucho”. Y da como ejemplo probatorio el caso del Chacho Peñaloza: “El bárbaro e inútil asesinato de Olta, exabrupto de un torpe oficial de milicias con mando, no le es moralmente imputable.” (…) “Sarmiento quería vivo al Chacho (…), para juzgarlo ante sus jueces naturales y condenarlo a muerte por las fechorías que, equivocado, le atribuía muy convencido”[9]. Sin embargo, es curioso que Videla no se hubiese percatado –quizás no quiso hacerlo– de la carta que Sarmiento envió al mismo Mitre tan sólo seis días después del asesinato de Peñaloza: “…he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”[10]. Hasta el mismo Sarmiento se adjudicará la muerte del caudillo[11].
Sarmiento, entre otros tantos crímenes, fue quien aprobó el asesinato de Nazario Benavídez calificándolo de “acción santa”. Fue cómplice de la muerte, en noviembre de 1860, de Antonio Virasoro, quien gobernaba San Juan.
El maestro de América fue, en concreto, un enemigo de la patria. En 1842 inició en El Progreso su campaña para que Chile ocupara el estrecho de Magallanes. Vale decir, dice Gálvez, para que se apoderara de algo que era argentino. “La verdad es que Sarmiento renegó de su patria. No la siente en su corazón. Por eso pudo decir, en 1843, que «la patria no está en el lugar que nos ha visto nacer»”[12]. Tal fue su vileza y tal fue la de los sinvergüenzas unitarios. Es deber del historiador –dice Ernesto Quesada– reconocer que aparte del carácter anárquico del sector unitario, no es por su índole revolucionaria que serían condenados a la posteridad, “sino por haber sido realizadas con oro extranjero, con oro de naciones que estaban en guerra más o menos abierta con la patria, y aceptando de ellas auxilios de hombres, de buques, de armas, de dinero”[13]. No sin razón el diario La Nación, del 6 de Octubre de 1868, afirmaba: “Sarmiento ha sido el abogado de un gobierno extranjero contra su propio país”.
Se trata, en síntesis, de los postulados de Civilización y Barbarie, el resumen del despótico y masónico pensamiento sarmientino. Es curioso que Arturo Jauretche, en su Manual de Zonceras Argentinas, haya rotulado a civilización y barbarie como la “zoncera madre”. De ahí que la llama “la madre que las parió a todas”.[14] Señala, además, que “se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena, que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América”. Este hecho de entender lo preexistente como algo anticultural, conllevó al inevitable dilema: “Todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar”. Ya lo dijimos antes, enemigo de su propia patria –o mejor dicho–, de la nuestra.
[1] Las palabras del discurso pueden oírse en: https://www.youtube.com/watch?v=X5H7JS6xhRg
[3] La entrevista se puede ver en: http://www.diariolaventana.com.ar/articulo.php?id=24133 Al final de la entrevista, la última pregunta, hizo referencia al papel en la historia argentina de la Iglesia y la Masonería. La respuesta fue, entre otros conceptos la siguiente: “Había un poder muy fuerte [en el S. XIX] que fue trasmutando en clubes de poder. Yo creo que la Masonería no tiene hoy el poder que tenía en el S. XVIII y XIX en la historia argentina. La Iglesia obviamente sigue siendo un poder muy importante. Cada vez menos importante, creo que por sus propios errores y por su anacronismo. Anacronismo que sigue hablando en términos preconciliares, a pesar de que hubo un concilio extraordinario como el Vaticano II, impulsado hace 50 años por Juan XXIII. Era la opción por los pobres, la promoción de las iglesias locales, el acercamiento hacia la gente, a la problemática de la mujer. Parece que todo fue tabla rasa. Y estamos presentes ante una Iglesia en una de las etapas más conservadoras de la Historia”. Además de estas burradas, reconoció que Sarmiento, Mitre, Avellaneda, etc., eran masones. También confirma la alianza masónica de Pavón. Y sobre la condición masónica de Perón responde: “Perón no. Se sigue estudiando el tema, pero lo más probable es que no. De hecho la Masonería fue un elemento importante en la llamada Revolución Libertadora. Es algo totalmente descartado”. (sic)
[4] Puede verse el artículo “Felipe Pigna: otro agente criollo de la Common Wealth”, de Cristián Rodrigo Iturralde (http://cristianrodrigoiturralde.blogspot.com.ar/2014/04/felipepigna-otro-agente-criollo-de-la.html). El artículo corresponde al apartado con el mismo título, correspondiente al Capítulo III de la obra “1942: Fin de la Barbarie, comienzo de la Civilización en América”, Tomo I, Ediciones Buen Combate, Buenos Aires, 2014, pp. 93-99.
[5]“¿Por qué no quieren a Sarmiento?” en El Nuevo Diario, edición Nº 1622, viernes 2 de mayo de 2014, p. 6.
[7]Cfr. http://www.diariolaprovinciasj.com/educacion/2014/4/30/gioja-bajo-tono-malestar-dichos-ministro-uruguayo-pidio-polemizar-12538.html
[8] Manuel Gálvez, “Vida de Sarmiento”, 13ra edición (1ra en 1945), Ed. Dictio, Buenos Aires, p. 422.
[9] Horacio Videla, “Sarmiento: acusación y defensa”, Fondo cultural Universidad Católica de Cuyo, San Juan, 1965, p. 46
[10] Carta del 18 de Noviembre de 1963.
[11] Dice Gálvez: “Sarmiento se reconocerá como autor de la muerte del Chacho, salvo en una ocasión, en el Senado, en que culpa a Mitre, a Paunero, a Rawson y a Irrazábal. A su amiga norteamericana le dirá que el caudillo murió a sus manos. Otra vez declarará: «Acabé con el Chacho». Y en 1874, al dar sus datos al nieto para la cuarta edición del Facundo, dice, hablando de sí en tercera persona: «Destruyó al Chacho, a quien venció en batalla».” (op. cit., p. 449)
[12] Cfr. Manuel Gálvez, “Vida de Juan Manuel de Rosas”, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1997, p. 482.
[13] Cfr. “La época de Rosas”, Tomo V (“Los unitarios y la traición a la Patria”), Plus Ultra, Buenos Aires, 1965, p. 146.
[14]“Manual de Zonceras Argentinas”, Peña Lillo editor, Buenos Aires, 1988, pp. 22 y ss.
Padre: ¿Cómo puede haber gente que todavía defiende a Sarmiento? Se han realizado muchos estudios serios, que zanjaron la discusión para siempre, de modo que es inútil insistir con el tema. Este artículo es francamente muy bueno, pero además no agrega nada a lo dicho hasta hoy por los mejores historiadores es simplemente una reafirmación muy bien escrita. Que felicidad poder decir estas cosas públicamente!!!!!!!!!! Un abrazo
que interesante conocer la historia narrada por extranjeros:hugo morales,huidobro…quien sIgue’?
Sarmiento,nos guste o no es parte de nuestra historia,de nuestro pasado y de nuestra idiosincrasia..
la historia argentina reciente y la pasada asi lo demuestran.
cuando de ideas se trata son a muerte o…nada.
Este en verdad es un muy buen articulo, en este siglo ya se conoce la verdadera historia y pensamientos del MAL LLAMADO MAESTRO DE AMÉRICA … Sería interesante saber maestro de que? o de quien? Impresiona saber como hay gente ilustrada, culta en la Argentina que hasta hoy le defiendan a esta basura de persona, a sabiendas de todo lo que hizo y dijo en contra de la raza humana. Fue un ejemplo y el primer NAZI americano…un verdadero hdp…
Galvez observa en su biografía sobre H. Yrigoyen que éste no era masón.
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