Canonización de dos papas: San Pío X
Canonización de dos papas: San Pío X (1-3)
Prof. Andrea Greco
Decíamos en el post anterior que el hecho de las pasadas canonizaciones del 27 de abril, sumado al anuncio de la próxima beatificación de otro Papa, nos había despertado la ocurrencia de indagar sobre los últimos Papas Santos. Nos llama la atención que en los últimos 450 años sólo habíamos tenido dos Papas Santos: San Pío V (1566-1572) y San Pío X (1903-1914).
Decíamos también que San Pío V y San Pío X se nos presentaban unidos, a pesar de los 400 años de distancia entre uno y otro, por la defensa y el sostén de la tradición. El primero, porque fue el Pontífice de la Contrarreforma, de la defensa de la Fe contra protestantes y musulmanes. El segundo, porque en el confuso mundo que se preparaba para la Guerra Mundial, fue el abanderado de la lucha contra el Modernismo, la moderna herejía que como una peste se encontraba incubada “en las venas mismas de la Iglesia”, al decir del Santo Padre.
La masonería y el Cónclave que eligió a San Pío X
A la muerte de León XIII el cónclave que eligió a San Pío X tuvo dos particularidades: en primer lugar, uno de los candidatos favoritos (al menos fue el que encabezó las primeras votaciones, que fueron siete) el Cardenal Rampolla, según varias fuentes, era un alto miembro de la masonería; en segundo lugar, el emperador de Austria-Hungría Francisco José por medio del Cardenal Puzyna (Obispo de Cracovia) hizo saber que emplearía el Derecho de Exclusión, o Jus Exclusivae, posiblemente originado a partir del Siglo XVI por el cual el emperador tenía derecho de vetar la elección, pidiendo la exclusión del Cardenal Rampolla[1]. Sería la última ocasión en que un emperador apelara a este derecho.
Por ello interesa analizar, con algún detenimiento, ambas particularidades. Empezaremos por la vinculación entre el Cónclave, el Papado y la Masonería.
El Gran Maestre de la masonería Albert Pike[2] escribió en 1871 (poco tiempo antes del pontificado de León XIII) sobre la verdadera naturaleza de la «Luz» que persiguen los masones. En sus voluminosos tomos, de Morales y Dogmas,Pike expresa crudamente los planes conspirativos de los verdaderos dirigentes de la masonería: «… dentro de poco el mundo vendrá hacia nosotros por sus Soberanos y Pontífices. Constituiremos el equilibrio del universo, y gobernaremos a los Amos del Mundo»[3].
El gobierno pontifical del Papa Gregorio XVI capturó documentos de la Logia Masónica, conocida como Alta Vendita. El Papa Pío IX le dio a Jacques Crétineau-Joly (1803-1875), periodista e historiador, permiso para publicar en su libro La iglesia y la Revolución, las copias de los documentos y la correspondencia de la Alta Vendita. En octubre de 1884, aproximadamente seis meses después de la aparición de la Humanum Genus[4], se reiteraron estos mismos documentos con comentarios totalmente históricos en una serie de conferencias que dio Monseñor George F. Dillon en Edimburgo, Escocia. Estas conferencias impresionaron de tal manera a León XIII que las publicó y distribuyó a su propio costo.
Los documentos de Alta Vendita son notables, en el punto que declaran expresamente un plan de infiltración y destrucción de la Iglesia Católica, plan que (fue afirmado) podría llevar un siglo en llevarse a cabo. Algunas citas son realmente impresionantes: «Nuestro fin último es el mismo que tenía Voltaire y la Revolución Francesa —la destrucción final del Catolicismo, e incluso de la idea cristiana… El Papa, quien quiera que sea, nunca vendrá a las sociedades secretas; son las sociedades secretas las que deben dar el primer paso hacia la Iglesia, con la idea de conquistar a ambos. La tarea que vamos a emprender no es el trabajo de un día, un mes o un año, puede durar varios años, quizás un siglo, pero en nuestras filas los soldados mueren y la lucha continúa… Lo que deberemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, así como los judíos esperan el Mesías, es un Papa de acuerdo a nuestras necesidades… Uds. lograrán a bajo costo y por sus medios, una reputación como buenos católicos y patriotas puros. Tal reputación facilitará el acceso de nuestras doctrinas entre el clero más joven, así como también en lo más profundo de los monasterios. En unos pocos años, por fuerza de las cosas mismas, este clero joven habrá invadido todas las funciones; formarán parte del consejo del soberano y serán llamados para elegir el Pontífice que reinará…»[5].
En contraposición a este panorama de guerra espiritual y revolución originado en las Logias Masónicas —lo que el Papa Pío IX llamó la «Sinagoga de Satanás»— León XIII publicó su atronadora encíclica contra la masonería. Resulta sorprendente que su propio Secretario de Estado, el Cardenal Rampolla, tan cercano a él, sería luego acusado de pertenecer a una de las sectas más diabólicas de esta red infernal de subversión.
¿Quién era este Cardenal, entonces? El Cardenal Mariano Rampolla del Tindaro (1843- 1913), durante esta era turbulenta, en una Europa en inestable equilibrio, desgarrada por la guerra y envuelta en la tensión, trabajó activamente en la política exterior al servicio del Papa León XIII.
¿De dónde surgen las versiones que lo vinculan a la masonería? Monseñor Jouin[6], fundador y director de la Revue internationale des societés secrètes, con las pruebas de la afiliación del cardenal Rampolla en la mano, encarga a su redactor en jefe, el marqués de La Franquerie, que muestre estas pruebas a los cardenales y obispos de Francia. Félix Lacointa, director del periódico Le bloc anti-revolutionnaire (ex Bloc catholique), atestigua en 1929 en un artículo titulado “Le F Rampolla”, la pertenencia del Cardenal Rampolla a la masonería en la Logia Ordo Templi Orientis. En el propio Manifiesto de dicha Logia aparece el nombre del Cardenal como uno de sus miembros[7].
La masonería habría encargado al “hermano” Rampolla dos misiones:
1) Fundar, en el seno del mismo Vaticano, una logia (la de “San Juan de Jerusalén”), que proveería altos dignatarios de la Santa Sede;
2) Hacerse elegir Papa a la muerte de León XIII.
El Cónclave y el Jus Exclusivae
El Papa León XIII falleció el 20 de julio de 1903. La primera sesión del cónclave fue el 1 de agosto. El Cardenal Rampolla liderólas dos primeras votaciones. Durante la segunda sesión, el día 2 de agosto,imprevistamenteel conclave fue interrumpido por una conmoción: el Cardenal Puzyna, Obispo de Cracovia (entonces dentro del Imperio Austríaco) se irguió para dar una declaración que dejó anonadada a la asamblea. Utilizando el latín declaró, «… oficialmente y en nombre y por la autoridad de Francisco José, Emperador de Austria y Rey de Hungría, que Su Majestad, en virtud de un antiguo derecho y privilegio, pronuncia el veto de exclusión contra Su Eminencia Reverendísima, el Cardenal Mariano Rampolla del Tindaro«.[8]
Fueron varias las razones que se han alegado para el establecimiento general del Jus Exclusivae, desde las puramente políticas hasta el descuido Católico y la protección del Papado. En cierto modo, las profundas creencias del antiguo Sacro Imperio Romano lo hacían funcionar de una manera tan protectora. Es posible que un emperador devoto o un rey con información vital pudieran haber ejercido el Derecho con integridad, con el objeto de proteger la Silla de Pedro de un candidato corrupto.
Según distintos autores, Monseñor Jouin había recurrido personalmente al Emperador Francisco José para pedirle que invocara el Jus Exclusivae, teniendo algunas pruebas de que Cardenal Rampolla tenía por lo menos una afinidad cercana con la Masonería.
Francisco José, Emperador de Austria
En el caso del Cardenal Rampolla, los motivos del veto se encuentran todavía sujetos a debate. Lo que no es debatido es el resultado: el Cardenal Rampolla manifestó su oposición, se volvió a votar, y finalmente el candidato que había obtenido el segundo lugar fue elegido Papa. Éste Cardenal –Giuseppe Sarto (1835-1914), Cardenal de Venecia– Papa a los sesenta y ocho años, eligió el nombre de Pío X. Como lo había previsto la Providencia, a pesar de la protesta humilde del Cardenal Sarto por su elección, fue escogido como el hombre providencial.
Comenta el cardenal americano James Gibbons: “Cuando el Cardenal observó que los sufragios hacia él iban aumentando, se lo vio perturbado, y con un ferviente discurso imploró a sus colegas que no lo consideraran como candidato. Contrariamente a sus deseos, los votos para él iban en aumento. Nuevamente en un segundo discurso imploró a los Cardenales que olvidaran su nombre: “Obtestor vos”, fueron sus palabras, “ut nominis mei omnino oblivis camini” (…) Todos fueron movidos por la modestia y transparencia sincera del hombre (…) Nunca un prisionero hizo mayores esfuerzos para escapar de su confinamiento como hizo el Cardenal Sarto para escapar del yugo del Papado”[9].
Como afirma el Cardenal fueron esos discursos, tan llenos de humildad y sabiduría, los que hicieron cada vez más vanas sus súplicas.
Cuando, luego del séptimo escrutinio, fue definitivamente elegido respondió a la pregunta ritual: «Quoniam calix non potest transire, fiat voluntas Dei [Puesto que el cáliz no puede pasar, hágase la voluntad de Dios]. Lleno de confianza en la protección divina y de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de los santos pontífices que se han llamado con el nombre de Pío, sobre todo de los que extremadamente combatieron contra las sectas y los errores del siglo pasado, asumo el nombre de Pío X»[10].
¿Qué pensar respecto al hecho de que el Papa Pío X no desterrara completamente al Cardenal Rampolla–o que el mismo Pío X aboliera el Jus Exclusivae? Primero, no tenemos ninguna prueba acerca de cuánto conocía el Papa Pío X o inclusive creyera acerca del Cardenal Rampolla, mientras éste todavía estaba vivo. Es probable que el Papa fuera informado de la sospecha, pero también es bastante probable que él no estuviera preparado para creerlo[11]. Félix Lacointa, en la publicación antes mencionada de 1929, narra: “En el curso de nuestra última entrevista (con Mons. Marty, obispo de Montauban), como lo teníamos al corriente de los descubrimientos hechos recientemente y veníamos a hablar del cardenal Rampolla di Tindaro, tuvo a bien relatar que luego de la visita ad limina que hizo a Roma, algún tiempo después de la muerte del antiguo secretario de Estado de León XIII, fue llamado por un cardenal (Merry del Val, secretario de estado de San Pío X) que le contó con abundantes detalles que a la muerte del cardenal Rampolla, se descubrió entre sus papeles la prueba formal de su traición. Estos documentos abrumadores fueron entregados a Pío X: el santo pontífice se aterrorizó, pero quiso preservar del deshonor la memoria del prelado felón y con el fin de evitar un escándalo, dijo muy conmovido: ¡El desgraciado! ¡Quemadlos!” Y los papeles fueron arrojados al fuego en su presencia”[12].
Segundo, el Cardenal Rampolla dimitió inmediatamente como Secretario de Estado y fue reemplazado por el Cardenal Merry del Val. Mientras él mantuvo algunas oficinas, pasó voluntariamente a un semi-retiro. Esto puede haber sido un arreglo deliberado entre el Cardenal Rampolla y el Papa para evitar el escándalo, quitando a Rampolla la posibilidad de que ejerciera una interferencia significativa; actitud que pudo haber reflejado, además, tanto la prudencia como la caridad del Papa en tomar medidas basadas en información alarmante, evitando mientras tanto las penas más ásperas en ausencia de pruebas precisas. La prueba, en la forma del Manifiesto, sería conocida en años posteriores[13].
[1]Véase el interesante artículo de Craig Heimbichner, “¿Un masón casi se convierte en Papa?”, Patria Argentina 223 (2006); Trad. De «Did a FreemasonAlmostBecomePope? The Story of Cardinal Rampolla»,en: Catholic Family News; Niagara Falls, New York, Agosto de 2003. descargar aquí: http://www.abacum.com/index.php?option=com_content&view=article&id=118:un-casi-papa-mason&catid=31:blog-de-masoneria&Itemid=44
[2] Pike (1859-1891), es un testimonio destacado por su gran influencia, dirigió la rama políticamente más influyente de los altos grados de la masonería, Gran Maestro del Rito Escocés.
[3]Albert Pike, Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry, p. 817.
[4] Carta Encíclica de León XIII condenando a la Masonería y otras sectas (1884).
[5] John Vennari, The Permanent Instruction of the Alta Vendita: A Masonic Blue-print for the Subversión of The Catholic Church. Cit. en: Craig Heimbichner, op. cit. 2003.
[6] Monseñor Ernesto Jouin (1844-1932), enemigo implacable de la Masonería, era Protonotario Apostólico y Párroco de San Agustín en París, Francia. En 1913, fundó la Liga de Católicos Franceses (Franco-Catholique Ligue) para la defensa patriótica y social. El 23 de marzo de 1918, Monseñor Jouin también fundó, con la aprobación de la Santa Sede, la Revista Internacional de Sociedades Secretas (Revue Internationale des Sociétés Secretes). De este modo, Monseñor Jouin alcanzó la reputación de una suerte de Sherlock Holmes clerical, capaz de descubrir la intriga Talmúdica y Masónica. A tal efecto, acuñó el término apropiado «Judeo masónico». En una audiencia privada, el Papa Pío XI pidió a Monseñor Jouin que continuara su combate contra la Masonería. En 1918, el Papa Benedicto XV elogió a Monseñor Jouin por arriesgar su vida para combatir las sectas Masónicas; un año más tarde -el 20 de junio de 1919- el Vaticano formalmente lo elogió, en una carta firmada por el Cardenal Gasparri, Secretario de Estado. La nota concluyó con las palabras, «Su Santidad se complace en felicitarlo y animarlo con su trabajo, cuya influencia es tan importante en alertar a los fieles y en ayudarlos a luchar con eficacia contra las fuerzas apuntadas a la destrucción no solamente de la religión, sino de la totalidad del orden social»(David Kertzer, The Popes Against the Jews, pp. 268-69.)
[7] Craig Heimbichner, Op. Cit, p. 4.
[8]Yves Chiron,Saint Pius X: Restorer of the Church,p. 122.
[9]Cardinal JamesGibbons, A retrospect of fifty years, Baltimore –New York, John Murphy Company, 1916, p. 96.
[10] Prudencio Martínez Zuviría, El cardenal mason que no pudo ser Papa, Cardenal Mariano Rampolla del Tindaro, inédito, p 8.
[11]El Cardenal Rampolla causaba impresiones muy favorables sobre aquellos que lo conocían. Ver, por ejemplo, las memorias de Francis Augustus Mac Nutt in A Papal Chamberlain: The Personal Chronicle of Francis Augustus Mac Nutt,1937.
[12]Georges Virebeau (seudónimo de Henry Coston), Les Mystères des francs-maçons, Publications Henry Coston, 1994, p. 28.Cit. en Prudencio Martínez Zuviría, p. 2.
[13]Craig Heimbichner, Op. Cit, p. 5.
Rampolla colabora con Tadesci, obispo de Brescia, quien apadrina a joven Roncalli, futuro Juan XXIII.
En aquellos tiempos era mucho pedir que la masonería llegue hasta el papado, incluso en la influencia. Hoy el ambiente no es mucho más infectado.