La opción benedictina I (por Juan Manuel de Prada)

Reproducimos aquí un artículo con mucho jugo que acaba de publicar Juan Manuel de Prada.

Vale la pena leerlo; en especial, lo que dice de San Benito y de los monasterios benedictinos apoyados por Carlomagno, aunque algunos sostienen que, históricamente, ello no fue así.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Post-post: el siguiente post fue criticado -y con razón histórica- aquí.


25 de agosto de 2019
AUNQUE, tristemente, los debates del mundo católico hace mucho que dejaron de resultar relevantes para el común de las gentes, sospecho que entre las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan sigue existiendo interés hacia estas cuestiones. No me resisto, por ello, a echar un cuarto a espadas en la polémica suscitada por el libro La opción benedictina, de Rod Dreher, publicado en España por Encuentro y saludado encomiásticamente por el catolicismo pompier. Creo, además, que este cuarto a espadas puede resultar también interesante para los detractores del catolicismo, que así descubrirán con pasmo que el enemigo está hecho unos zorros.
La opción benedictina se subtitula elocuentemente Una estrategia para los cristianos en una sociedad postcristiana. Su autor es un periodista conservador estadounidense que, después de criarse como metodista, se hizo católico; para después, escandalizado por los abusos pedófilos de cierto clero católico, hacerse ortodoxo. Este baile de San Vito religioso ya nos presenta a Dreher como un converso saltimbanqui y con poco fundamento (amén de fácilmente impresionable); pero la lectura de su libro, de un estilo literario mazorral y una línea argumentativa simplona, nos confirma que la cultura católica se halla sumida en un estado de postración preocupante. Nada nos ha parecido, sin embargo, tan molesto en la lectura como el tufillo de falso chestertonismo con que el autor ha envuelto sus tesis, tan poco chestertonianas.

Dreher propone como espejo o inspiración para los cristianos de nuestro tiempo las comunidades monacales instituidas por San Benito de Nursia, tan importantes en la cristianización de una Europa acechada por la barbarie. También los cristianos de nuestra época deberían, a su juicio, abandonar un mundo infestado por ideas y actitudes adversas y retirarse a los márgenes de la sociedad, fundando pequeñas comunidades desde las que sea posible la restauración del orden cristiano. Una restauración que debe abandonar cualquier esperanza de reconstruir ‘desde arriba’ (o sea, desde instancias políticas, en poder del enemigo), para centrarse en una restauración ‘desde abajo’. 
El primer error de Dreher se halla en la sublimación kitsch y típicamente yanqui de la encomiable labor realizada por San Benito de Nursia. Pues lo cierto es que la extensión de la forma de vida benedictina hubiese sido inconcebible si Carlomagno no la hubiese impuesto en todos los monasterios que se hallaban bajo su protección. Sin el amparo del poder político, la labor de San Benito no hubiese obtenido los resultados espectaculares de todos conocidos; y omitir este hecho denota (amén de una ignorancia notable) un pensamiento caótico típicamente moderno, construido con retazos de mitificaciones emotivistas que sólo conducen a visiones idealizadas (y, a la postre, delirantes) de la Historia.

La época dorada de la Cristiandad, como señala León XIII en su encíclica Inmortale Dei, «fue un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados». Y para que esto ocurriera, tal filosofía tuvo que ser impulsada desde los palacios. Por lo demás, hubo otras muchas ‘opciones’, aun dentro de la vida religiosa, que hicieron posible la Cristiandad, aparte de la benedictina: hubo un clero secular que – con apoyo político – se encargó de construir las catedrales; hubo órdenes más ‘mundanas’, como la Compañía de Jesús, que se encargaron – con apoyo político – de evangelizar el Nuevo Mundo o de presentar batalla a Lutero y sus mariachis.

Dreher, en fin, además de ignorar el apoyo político que recibió San Benito, atribuye a la ‘opción benedictina’ logros que corresponden a otras ‘opciones’ de vida religiosa, incurriendo en el llamado ‘arqueologismo’, un arbitrario y selectivo modo de mirar hacia el pasado, tomando lo que de él nos conviene para urdir un falso relato histórico y luego meterlo con calzador como argumento de autoridad en defensa de una tesis que se presenta disfrazada de tradicional, cuando en realidad es una tesis típicamente liberal, como veremos en el próximo artículo. 
Renunciar a la política, como propone Dreher, es siempre un dislate; pero además – como denuncia Carmelo López-Arias en una reseña sobre La opción benedictina publicada en la revista Verbo – equivale a sustraerse cobardemente de las obligaciones que tenemos contraídas con la comunidad a la que pertenecemos: «El hombre es un ser social porque nace vinculado a otros con lazos que no puede sustituir por otros de su elección, por elevadas que sean las motivaciones. Nuestro deber de contribuir al bien común persiste incluso en condiciones de disociedad». (Continuará)

 


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14 comentarios sobre “La opción benedictina I (por Juan Manuel de Prada)

  • el agosto 25, 2019 a las 12:14 pm
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    a un millon de km de Prada y sin haber leido el libro, solo un resumen, pienso que la idea que se trata de promover en el libro es que la cristiandad tiene que necesariamente volver a hacer comunidad de estilo cerrada pero saliendo al encuentro del que Dios llame… creo que un camino palpable son las comunidades evangelicas, donde han dado mucho fruto en relativamente poco tiempo. Por mal que me pese, ya que defiendo la fe catolica y me nutro de apologistas sobre las sectas evamgélicas ( como las llama el padre luis toro), que tanto mal hacen a la cristiandad, veo como si Nuestro Padre nos enseñara el camino… comunidades centradas en Jesus, saliendo a evangelizar a los paganos.
    A diferencia de lo que sucedió con San Benito, hoy el mundo es globalizado, y no me parece que la opción política como describe Prada sea el camino sin haber cambiado el corazón de las personas, el ejemplo claro es Bolsonaro, que gracias al apoyo de medios de comunicación «cristianos-secta» llega al gobierno. Creo que para construir lo mismo en cualquier parte del mundo es necesario estudiar ese fenómeno y aplicarlo.
    Empezar a reclamar el diezmo sin tener culpa, o como vamos a generar recursos? bastante idolatras del dinero somos que no le damos a Dios y su iglesia lo que le corresponde… también creo que la visión del Papa Francisco que si nos ensimismamos nos pudrimos es cierta, pero si evangelizamos es pura vida, y vida en abundancia. El gran error que veo es la forma de evangelizar que propone el Papa, de la forma acepto lo tuyo y tengo esto, si te interesa… la Verdadera evangelización presenta a Cristo y lo proclama, el que lo acepta gloria a Dios, el que no, Dios dirá.
    Las primeras comunidades, como decía el Papa Benedicto, tendrían que ser nuestra inspiración.

    • el agosto 26, 2019 a las 3:37 am
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      Su comentario es bastante confuso.

  • el agosto 25, 2019 a las 7:45 pm
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    Mmmmm…la «opción San Benito» ya fué, ya pasó, superada; por lo que huelo estamos más cerca de San Juan Bautista y los 2000 y picos de Cerdos despeñados.
    Pura cháchara nomás…el Evangelio lo hacen gira alrededor de la ironía, que no tiene nada se semejanza con el Amor y la entrega a N. S. Jesucristo, ni con los goces eternos.

    Dios nos guíe por María Santísima!

  • el agosto 25, 2019 a las 10:23 pm
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    Pues, estando leyendo el libro, no estoy tan de acuerdo con el análisis de De Prada, eso que suelo admirar su trabajo, pero en este caso no concuerdo con él. Estoy bastante de acuerdo con el primer párrafo del comentarista Imanol. Pienso que la idea que Dreher trata de promover es novedosa desde el ámbito que lo hace, pero en los círculos de personas que acostumbran a leer mensajes marianos, como por ejemplo el padre Gobi, la idea ya viene propuesta y presentada, pero allí se les llama «Cenáculos»: laicos que se reúnen cada tanto rezan juntos, generalmente el rosario, y comparten alguna reflexión, para luego volver a sus ámbitos de trabajo, etc. Lo novedoso de la propuesta de Dreher quizás esté en la idea de comunidades orantes cerradas, cerradas en el sentido de que se propongan vivir la vida en orden a la vida eterna, en orden a Dios, tomando a Dios y sus normas como regla de vida en un mundo «poscristiano» como lo señala él, es decir en un mundo que no quiere saber nada de Dios y nosotros queremos, deseamos, anhelamos vivir con Dios, desde Dios, para Dios y por Dios; pienso que en el fondo es otra manera de presentar, proponer lo que la Virgen nos señala en los mensajes que viene dando a la humanidad, pero que ya lo había señalado a otro gran santo como fue San Luis Grignion de Montfort y su «Verdadera devoción a la Virgen María». Eso es lo que puedo, por el momento, reflexionar desde el comienzo de mi lectura de este libro.

  • el agosto 26, 2019 a las 10:33 am
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    demasiado subraya Prada, para mi gusto, el papel político y consecuentemente denosta o desprecia la gracia, ya que ninguna obra buena prospera si no esta unida a la Vid verdadera.Ora et labora, hacer todo como si de nosotros dependiera, sabiendo que todo depende de Dios

  • el agosto 26, 2019 a las 10:41 am
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    Yo estoy leyendo el libro y se de las críticas de Verbo y ahora leo las de Prada…aunque no tengo aún un juicio definitivo sobre las bondades y defectos de esa obra, me ha llamado la atención el énfasis en lo político como algo necesario para la vida de la Fe en una sociedad…cómo si esta dependiera del apoyo político necesariamente…¿pelagianismo conservador? ¿tufillo gibelino? Veremos que concluimos después, respecto de una obra de divulgación que no puede ser todo lo profunda que algunos pretenden.

  • el agosto 26, 2019 a las 10:43 am
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    Somos levadura… de lo contrario la masa no fermentaría.
    No podemos aislarnos -aunque los deseos del corazón quieran llevarnos al desierto- sería como esconder una lámpara debajo de la cama: ¿a quién iluminaría?

  • el agosto 26, 2019 a las 11:23 am
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    Buenas tardes P. Javier,
    hace tiempo leí un comentario del P. Iraburu en Infocatolica que me llamó la atención y que le viene como anillo al dedo sobre el artículo de este señor, decia más o menos así: Si alguna vez lees una revista Católica, un artículo Católico o algo referente a Dios en el que ni se le nombre, arrugalo y echalo a la papelera, no merece la pena leerlo.
    Y esto pienso de este artículo, más lleno de soberbia que de buscar a nuestro Señor Jesucristo que por él y para él existen sus caminos, incomprensibles para nosotros.

    Siempre en mis oraciones P. Javier.
    Paz y Bien.

  • el agosto 27, 2019 a las 4:37 am
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    Vuelve a quedar nítida –tras la cumplida refutación que se enlaza arriba– la condición de autor caprichoso y superficial de este De Prada. ¿O debería decir «saltimbanqui»?

  • el agosto 27, 2019 a las 9:47 am
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    ¿Por qué no ha publicado este artículo en infocatólica?

    Gracias.

    • el agosto 27, 2019 a las 9:48 am
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      Porque desde hace tiempo que, por expreso pedido de los encargados de ese sitio, prefieren que, lo que publique sea sólo de mi autoría y no «replicado» de otro autor.

  • el agosto 30, 2019 a las 10:42 am
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    Padre Javier, sería bueno que nos diera su apreciación tanto de la obra de Dreher y de la despiadada crítica que le hace Prada.

    • el agosto 30, 2019 a las 11:07 am
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      Lamentablemente no he tenido aún el gusto de leer el libro.

  • el septiembre 5, 2019 a las 8:21 am
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    Padre Javier: al leer este artículo me siento espectadora de algo que no pertenezco, porque mis conocimientos son escasos, me gustaría como dijeron otros, su reflexión al respecto de ambos: Dreher y Prada.
    Le cuento que para mí esta ventana al saber, es muy valiosa, ya que me veo ignorante de muchísimas cosas que nutren a la vida de católico, que lamentablemente pude encontrar antes.
    Muchas gracias.

Comentarios cerrados.

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