«Hemos perdido la guerra». De un amigo francés

(de pluma ajena y francesa)

Hemos perdido la guerra

Santiago Muzio

Estamos en noviembre pero bien podríamos estar en junio.

Francia ha capitulado. Hemos perdido la guerra.

Esta guerra que “no se limita al territorio de nuestro país; esta guerra es mundial”  (Charles De Gaulle,  llamado del 18 de junio de 1940).

La derrota viene del hecho que el gobierno ataca los efectos, mientras que trata con deferencia las causas que nos han conducido a la dramática situación actual.

No es el curso de las noticias directas lo que nos permitirá comprender lo que nos espera.

El testimonio del horror, destilado continuamente para satisfacer el voyerismo general, ya no será suficiente.

Es necesario admitirlo: estamos ante un impase y sólo una solución es posible, dar media vuelta para retomar el buen camino.

Hace ya cerca de 40 años que los dirigentes nos han ido conduciendo, a toda velocidad, de cara al muro contra el cual recientemente hemos chocado.

 Al dejar implantarse al enemigo de manera insidiosa detrás de nuestras filas, dejándolo establecerse en territorio de manera complaciente franjas de población que no quería asimilar los “valores de la República”, nuestros políticos, deberían hoy reconocer públicamente su responsabilidad en la derrota.

Estamos vencidos porque nadie tiene el coraje de nombrar al enemigo.

Por conservar un semblante de paz social, del cual hoy conocemos los límites, el gobierno se apresta a hablar de “desequilibrados” o incluso de “yihadistas”, evitando así de contemplar de frente a la verdad.

Si sus actos son bárbaros y atroces, sus motivaciones no lo son.

La aspiración de hombres luchando en pos del advenimiento de un Islam planetario, es de orden religioso.

El combate es ante todo teológico, como lo han sido la mayor parte de los combates a lo largo de la historia.

Los islamistas, es decir, los hijos del Islam, poseen todavía una noción de trascendencia que nosotros hemos perdido.

Estamos perdidos desde 1789 en un callejón sin salida.

Hemos dejado de lado nuestras tradiciones y el suero republicano nos ha adormecido en una prosperidad y confort aparentes que parecen poder ajustarse a todas nuestras aspiraciones espirituales.

La guerra no se ganará en tanto no admitamos que antes de ser una crisis política o de seguridad, es una crisis religiosa.

“(…) La época que nos ocupa, (fin del siglo VII) había aparecido sobre la tierra, después de dos siglos, un hijo de Belial, a quien le fue reservado el mantener sin aliento a toda la Cristiandad durante un período de más de mil años. El islamismo, “religión monstruosa” ha dicho Bossuet en su bello panegírico de San Pedro Nolasco, “religión que se contradice a sí misma, que tiene por toda razón su ignorancia, por toda persuasión su violencia y su tiranía, por todo milagro sus armas”, y yo añadiría que por el atractivo de sus excitaciones voluptuosas y sus promesas inmorales, ya ha invadido inmensas tierras.  Que el cisma, que la herejía caerían bajo sus golpes, es un gran mal, sin duda: siempre es la ley de la historia y una forma de acostumbrar de la Providencia que para castigar a los pueblos perversos, Dios se vale de otros pueblos más perversos aún, y a esta misión, ha estado dedicado el Islam por mucho tiempo.

Pero he aquí que la no solo la Cristiandad ha sido agredida por estas razas degeneradas, que han descompuesto en ellas el principio de la vida por la alteración del principio de la unidad y la verdad: sino Europa en sus partes más vitales; es el corazón mismo de las raíces católicas lo que está siendo amenazado, el baluarte de la ortodoxia, el reino más cristiano, y, detrás de la muralla de Francia, está la metrólopoli del Cristianismo, es el mundo entero el que tiene todo que temer de estos nuevos e implacables bárbaros. Han cruzado los Pirineos, se han abalanzado sobre nuestras bellas provincias derl Sur, han saciado la sed de sus espadas con la sangre de nuestros hermanos ortodoxos, han avanzado sobre la Borgoña; sus pasos están marcados por el fuego y por la sangre, pero sobre todo por la profanación y la impiedad. Ningún brazo osa tomar las armas para detenerlos (…).” (Extracto de un sermón del 08 de noviembre de 1859 del Cardenal Pie, en la Catedral de Nantes).

Las palabras del Cardenal Pie están llenas de actualidad.

Nuestra sociedad quiere hacer la guerra bebiendo en los bares y agitando banderas en los estadios, que recuerdan las arenas de la Roma decadente.

No es así como combatiremos a un enemigo que desde hace años está preparado para golpear sin piedad, pues el Islam no conoce esa palabra, en el corazón mismo de nuestras ciudades.

Ha llegado el tiempo de mirar la verdad y de dejar de lado los sentimientos.

Es necesario que cada uno de nosotros tome conciencia de nuestras responsabilidades.

No como miembros de una república que nos ha anestesiado desde hace 200 años, sino como herederos de una Civilización Cristiana, como hijos carnales de Roma y Grecia, que están en agonía.

Despertémonos!

Para defender nuestros vecinos, nuestras familias, nuestra religión, nuestra Patria.

La guerra está perdida. Comienzan los tiempos de la rebelión y de la resistencia.

Santiago Muzio


Nota de Que no te la cuenten: recomiendo, para los que leen francés, este video.

 

3 comentarios sobre “«Hemos perdido la guerra». De un amigo francés

  • el diciembre 15, 2015 a las 11:55 pm
    Permalink

    Me pregunto en qué consisten esa rebelión y esa resistencia. No vivo en la Argentina ni en Francia, sino en un barrio de Australia lleno de árabes, tanto musulmanes como católicos maronitas. ¿Qué se supone que haga con mis vecinos musulmanes,que son amables, que me invitan a tomar café cuando se juntan las mujeres a cocinar, que se acercaron antes que la gente de mi parroquia?

    Hay algo que veo en este blog, que por lo general disfruto leer, que me incomoda. Es que se trata al islam como un gran bloque, casi comparable con la Iglesia Católica, pero creo que vale la pena tener en cuenta que se parecen más a los protestantes. No tienen una cabeza visible, desde sus orígenes están divididos (sunitas y chiítas).

  • el diciembre 16, 2015 a las 11:08 pm
    Permalink

    Me pregunto en qué consisten esa rebelión y esa resistencia
    1º. No vivo en la Argentina ni en Francia, sino en un barrio de Australia lleno de árabes, tanto musulmanes como católicos maronitas. ¿Qué se supone que haga con mis vecinos musulmanes,que son amables, que me invitan a tomar café cuando se juntan las mujeres a cocinar, que se acercaron antes que la gente de mi parroquia? 2º Hay algo que veo en este blog, que por lo general disfruto leer, que me incomoda. Es que se trata al islam como un gran bloque, casi comparable con la Iglesia Católica, pero creo que vale la pena tener en cuenta que se parecen más a los protestantes. No tienen una cabeza visible, desde sus orígenes están divididos (sunitas y chiítas) 3º.

    1º Respuesta: consiste en conocer lo diabólico que es el islam, o sea: una creencia que en su misma raíz radica una pureza sobre los demás está. No atacan al mal, destruyen al hombre por no ser buenos o puros como ellos.

    2º Respuesta; que nos comportemos con coherencia cristiana. Que al final de nuestros días, no tuviéramos que decirnos el Señor las mismas palabras que al apóstol: ¿tanto hace que estoy contigo, y no me conoces? Que no sea así, Señor, pues como decía el poeta, si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido…

    3º Respuesta: La cuestión es que no existe ni un verdadero islam ni un falso islam. No habiendo Magisterio oficial ni Tradición dogmática, es un beffet donde cualquiera se nutre del plato que más le interesa. De allí vemos que:

    a) Si la causa del terrorismo estuviera en elementos distintas del Islam (por ejemplo, condiciones económicas), ¿por qué NINGÚN cristiano en Medio Oriente se ha inmolado en un acto terrorista-suicida, si las condiciones económicas son iguales para musulmanes y cristianos? ¿Por qué ellos (cristianos) no son terroristas- suicidas? ¿Y por qué tantos son reclutados de entre los musulmanes más ricos, en Occidente?

    b) Si Mahoma hizo lo mismo que hace el califato, como descabezar a los enemigos y raptar a las niñas, y no hay ningún miembro de ISIS que no sea musulmán, ¿por qué creer que el problema no está en el Islam?

    c)»Hace catorce siglos el islam nacía bañado en sangre y hoy no parece que esto haya cambiado mucho»

    d) «Salid a combatir sea cual fuere vuestra condición. Contribuid por la causa de Allah con vuestros bienes y luchad» (sura 9:41) Yihad es una palabra árabe que significa simplemente lucha, pero se suele interpretar por Guerra Santa. Por desgracia, hoy, está en boca de todo el mundo en esta sangrienta acepción. Hace catorc e siglos el islam nacía bañado en sangre y a día de hoy no parece que esto haya cambiado mucho. Si bien no todos los musulmanes son islamistas —aquellos que quieren adaptar la vida política a los preceptos del Corán—, ni todos los islamistas son yihadistas —los que quieren imponerlo por la fuerza y el terror—, sí es un hecho que estos últimos se han convertido, a ojos de muchos musulmanes, en la vanguardia de la religión. Desde Mahoma al actual Estado Islámico pasando por la conquista de la Hispania visigoda, las cruzadas, el imperio otomano o la guerra fría…, José Javier Esparza —uno de los mejores divulgadores históricos de nuestro país— profundiza en las raíces de la lucha contra el infiel y nos muestra que la interpretación bélica de la yihad es una constante en el mundo musulmán. Su conclusión es que la respuesta contra el fanatismo no puede venir de fuera, sino de dentro del propio islam ya que es este mismo el que ha generado una visión de la religión donde el recurso a la violencia halla legitimidad santa. Es necesario conocer la historia de la Yihad para poder comprender lo que está ocurriendo en la actualidad. 2015.11

    e) No es el islam el gran problema, se da que el mal está en el islam.

Comentarios cerrados.

Page generated in 0,617 seconds. Stats plugin by www.blog.ca